>> Máximo Gorki nació en la cuidad Nizni Nóvgorod, situada al oeste de Rusia. En su honor, desde el año 1932 hasta 1991, la ciudad fue rebautizada como Gorki. Tras caer el bloque soviético, recobró su anterior denominación.
Como otras ciudades, nombre de calles o ubicación de monumentos, fue una de las muchas cosas que los rusos cambiaron para intentar borrar su pasado reciente.
>> Cuando Gorki comenzó a recorrer Rusia, buscando el sustento del trabajo de forma desesperada, y ante la frustración que le deparaba esa infructuosa búsqueda, intentó suicidarse disparándose un tiro. Parece que la “amargura” fue uno de los rasgos característicos de su personalidad. De hecho, el apodo que eligió Gorki, no significa en ruso otra cosa que eso: “amargo”.
>> Una de las mejores crónicas, por su detalle, que existen de la exhibición pública del cinematógrafo la llevó a cabo Máximo Gorki. El escritor quedó impactado por las imágenes “que no se sabe de dónde” aparecían en la pantalla. Describió así, la llegada del tren a la estación, la salida de los obreros de la fábrica o el joven que, con cierta gracia, pisa la manguera del jardinero: las primeras imágenes rodadas por los hermanos Lumière. Para Gorki esas imágenes contenían un lado siniestro. La primeras palabras de la primera frase del artículo que escribiría después de la proyección decían: “Ayer estuve en el reino de las sombras“. Y es que para el escritor ruso, el reflejo de la vida en la pantalla, sin color y sin voz, mostraba un mundo sumido en cierta oscuridad.
>> Muchas de las novelas y relatos escritos por Gorki han sido llevados a la gran pantalla. Desde Akira Kurosawa, que dirigió en 1954 “Los Bajos Fondos”, pasando por Peter Stein, que en 1975 imprimió en celuloide “Los Veraneantes”.
>> La revolución rusa supuso la extensión de la alfabetización a las capas de la población socialmente más desfavorecidas, lo que condujo a que un extraordinario número de personas, salidas del campo y la fábrica, tuvieran deseos de aprender y expresar sus pensamientos de forma literaria.
Gorki, durante los últimos años de su vida, no dejó de ayudar a todos aquellos que se acercaban a él en busca de consejo. Desarrolló una notable actividad pública ofreciendo conferencias y contestaba, personalmente, la gran cantidad de cartas que recibía solicitando su crítica sobre los poemas o relatos escritos por los nuevos escritores, que veían en él una auténtica referencia cultural.
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