Bukowski: publicidad sobre uno de sus poemas
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La publicidad de Volkswagen cuyo publicista (quizá) leyó a Charles Bukowski
En muchas ocasiones contemplamos campañas publicitarias de pega. Son muy habituales, no os descubriré nada que no sepáis ya. Se trata de esos anuncios donde la felicidad impera sobre todas las cosas.
Gente estupenda, bastante guapos, según el estereotipo acostumbrado en nuestra época, y que gozan de la marca anunciada como jamás disfrutaron de nada en la vida; para que tú te preguntes cómo es posible que hayas vivido sin haber comprado el desodorante?, el suavizante? o el estupendo coche que te llevará a disfrutar de la carretera como si no hubiera viaje cansado, ni paisaje triste.
Así, me he encontrado con la más reciente publicidad de la reconocida marca automovilística Volkswagen.
Si consideramos, de Charles Bukowski
Curiosamente, al recordar el nombre Volkswagen y ver el video, he recordado de forma inmediata a uno mis más admirados escritores, Charles Bukowski.
¿Por qué?
Porque la idea de la campaña de Volkswagen se fundamenta precisamente en el aspecto emocional que la marca tiene respecto de sus clientes; de cómo forma parte de la vida de los conductores que la eligen, generación tras generación.
Y eso mismo es lo que reflejó en multitud de poemas y relatos el bueno de Bukowski. No conozco escritor que haya expresado de forma tan particular, real y sin interés maligno su amor hacía un coche, hacia su viejo y fiel Volkswagen.
Lo mismo que nos quiere hacer ver ahora la marca alemana: que sus coches forman parte, de forma sustancial, de la vida de quienes la han disfrutado; y los siguen disfrutando.
Pocos como Bukowski gozaron tanto de su coche, de su Volks como llamaba, al menos pocos lo contaron como él: “La calma te la da conducir un
Volkswagen azul del 67 a través de las calles como un adolescente“…, nos decía en uno de sus poemas, que pueden leer al final de este artículo
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El último poema escrito por Charles Bukowski
Al final de sus días, Bukowski, se compró un BMW [nadie es perfecto :D], pero nunca olvidó su Volks y las historias que vivió a su lado. Nos lo recordó muy a menudo.
POEMA PARA EL LIMPIABOTAS de CHARLES BUKOWSKI
Equilibrio es el que mantienen los caracoles que trepan
por los acantilados de Santa Mónica;
Suerte es bajar andando la Western Avenue
y que las chicas de una sala de masajes
te griten, “Hola cariño”.El milagro es tener cinco mujeres enamoradas de ti
a los 55 años, y lo bueno es que sólo puedas
amar a una de ellas.
El regalo es tener una hija más buena
que tú, con una sonrisa mejor que la tuya.
La calma te la da conducir un
Volkswagen azul del 67 a través de las calles
como un adolescente, escuchando
-El anfitrión que más te quiere- en la radio,
disfrutando del sol, disfrutando del fuerte zumbido
de un motor reconstruido
mientras serpenteas en el tráfico.
La bendición es que te guste la música rock,
la música clásica, el jazz…
Todo lo que contenga la energía original
del placer.
Y la probabilidad que retorna
es la tristeza profunda por debajo
de ti, por encima de ti
entre paredes como guillotinas
furioso por el teléfono que suena
o los pasos de alguien que pasa;
pero la otra probabilidad
(el extremo melodioso que siempre viene a continuación)
hace que la cajera del
supermercado se parezca a
Marilyn, a Jackie antes de que acabaran con su amante de Harvard
a la chica del Instituto a la que todos
seguíamos hasta su casa.
Está lo que te ayuda a creer
en algo más aparte de la muerte:
alguien que se acerca en un coche
por una calle demasiado estrecha
y se corre a un lado para dejarte pasar,
o el viejo boxeador Beau Jack
limpiando zapatos después de derrochar todo el fajo de billetes
en fiestas, en mujeres, en parásitos,
tarareando, respirando sobre el cuero
dándole al trapo, levantando los ojos y diciendo:
“¡Que coño!. Lo disfruté una temporada
que me quiten lo bailado”.
Algunas veces soy amargo
pero en general el sabor ha sido
dulce, sólo que no me he atrevido
a decirlo. Es como
cuando tu mujer te dice:
“Dime que me quieres” y tú
no puedes.
Si me ves sonreír en
mi Volkswagen azul
pasándome un semáforo en ámbar
conduciendo rumbo al sol
es que estoy atrapado en
los brazos de una vida loca
pensando en los artistas del trapecio
en los enanos con grandes puros
en un invierno ruso a principios de los años ´40,
en Chopin, con su bagaje de tierra polaca
en una vieja camarera que me trae una
taza extra de café y
se ríe mientras lo hace.
Lo mejor de ti
me gusta más de lo que crees
los demás no cuentan
a no ser porque tienen dedos y cabezas
y algunos tienen ojos
y la mayoría tienen piernas
y todos ellos
tienen sueños buenos y malos
y un camino por recorrer.
La justicia está en todas partes y funciona
y las ametralladoras y los billetes
y los cercos
lo demuestran.
Charles Bukowski.
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