Berenguela, la olvidada esposa navarra de Ricardo Corazón de León
Berenguela, la reina de Inglaterra que nunca estuvo allí.
Existe en la historia británica un título muy especial otorgado a una de las reinas que ha tenido Inglaterra en su larguísima existencia.
El título del que estamos hablando es el de ser la única reina de Inglaterra que nunca puso un pie en este territorio mientras vivió. Esta reina fue la esposa de Ricardo Corazón de León, era navarra y su nombre era Berenguela.
Berenguela nació hacia el año 1165, siendo la hija mayor del matrimonio formado por el rey Sancho IV de Navarra, llamado “el Sabio” y la infanta Sancha de Castilla.
Poco se sabe de sus primeros años de vida, dado que ni siquiera se tiene la certeza absoluta de cuando nació, aunque probablemente se crió y se educó en Pamplona, sede de la corte navarra.
A mediados de los años 80 del siglo XII, Ricardo Corazón de León era uno de los reyes más poderosos de Europa y el soltero más codiciado del continente.
Heredero de Inglaterra, de Aquitania, valeroso guerrero y conquistador, Ricardo necesitaba una esposa que le diera herederos y que le ayudaran a forjar nuevas alianzas políticas. Y Sancho IV deseaba que su hija mayor entrara también en la baraja de candidatas que estaban considerando Ricardo, su madre (la famosísima Leonor de Aquitania) y sus consejeros.
Con esta idea en mente, Sancho IV dio a su hija Berenguela el feudo de Monreal en 1185, colindantes con las tierras aquitanas de Leonor y le ofreció una alianza defensiva.
Leonor de Aquitania veía con buenos ojos este matrimonio: el reino fronterizo de Navarrapodía proporcionar a Aquitania seguridad en su frontera sur, al mismo tiempo que tenía la seguridad de que la nueva novia había asimilado la cultura predominante en sus territorios de origen, hablaba el lenguaje provenzal, sentía pasión por la poesía y la música de los territorios originarios de Leonor y, además, los novios se conocían.
Ricardo había sido un buen amigo de Sancho, el hermano de Berenguela, del que era frater juratis(hermano por juramento) y al que había visitado con frecuencia durante su tiempo como conde de Poitou, por lo que habían pasado tiempo juntos y habían compartido su común amor por la música y la poesía.
Se dijo en su momento que Ricardo se había sentido atraído por Berenguela desde mucho tiempo antes de su matrimonio, pero esto nunca se ha podido comprobar.
En 1190, parecía que Leonor de Aquitania ya había decidido la esposa que debía tener su hijo y esta era Berenguela. Pero existía un problema: Ricardo había estado comprometido desde su niñez con Alys de Francia, la hija del anterior marido de Leonor, Luis VII, y medio hermana del entonces rey de Francia, Felipe II, gran rival de Ricardo, que no aceptaría de buen grado la anulación de tal compromiso.
Sin embargo, ni Ricardo ni Leonor deseaban que se formalizase su matrimonio con Alys, pues se rumoreaba que era amante del padre de Ricardo, Enrique II, y que incluso le había llegado a dar un hijo ilegítimo.
Tras la muerte en 1189 de Enrique II, Felipe II insistió en que el matrimonio se llevara a cabo, pero tras arduas negociaciones en las que Ricardo amenazó con hacer pública la deshonra de Alys, el rey francés abandonó sus pretensiones, aunque no se hizo pública la ruptura de tal compromiso hasta que el matrimonio entre Ricardo y Berenguela tuvo lugar.
En el año 1191 la decisión estaba tomada y Ricardo, que se encontraba preparando la Tercera Cruzada, envió a su madre a Navarra para que hiciera efectivo el compromiso y acompañara a Berenguela hasta Mesina, donde él se encontraría con ellas. Sin embargo, cuando llegaron allí, era Cuaresma y el matrimonio no se podía realizar.
Mientras Leonor volvía a occidente para recaudar dinero para la Cruzada, Berenguela se quedó junto a Juana, la reina viuda de Sicilia, hermana de Ricardo, con la que enseguida forjó una buena amistad.
Ante el retraso de las nupcias, Ricardo decidió partir para Tierra Santa, haciendo que su hermana y su prometida le acompañaran en un barco distinto. Pero, cuando partieron, les atacó una violenta tempestad y los barcos que formaban la flota se dispersaron.
El barco de Ricardo acabó encontrando asilo en Creta, pero el de Juana y Berenguelanavegó a la deriva hasta Chipre, donde gobernaba Isaac Conmeno. Isaac, viendo la oportunidad que le había traído los mares, tomó al asalto el barco y secuestró a Juana y a Berenguela, con la intención de cobrar un sustancioso rescate por sus personas.
Ricardo, inquieto por la suerte de su hermana y su prometida, inició la búsqueda del barco tan pronto como las condiciones climáticas se lo permitieron. Y, cuando encontró el barco arrasado por los hombres de Conmeno y se enteró de lo que les había ocurrido, montó en cólera.
Reunió a las tropas, tomó al asalto la isla, destronó a Isaac y salvó a Juana y a Berenguela de su cautiverio.
Después de esto, Ricardo decidió que no debían esperar más para casarse y contrajeron matrimonio en mayo de 1191, en esa misma isla, siendo después coronados como reyes de Chipre y, Berenguela, al mismo tiempo, también como reina de Inglaterra.
Los recién casados pasaron poco tiempo juntos. Ricardo, justo después de la boda, partió hacia Tierra Santa con sus tropas y Juana y Berenguela quedaron atrás, partiendo hacia oriente con posterioridad.
Llegaron a Acre cuando esta plaza ya estaba conquistada y llevaron allí una vida prácticamente reclusa, por los peligros que acechaban prácticamente todas las fronteras de ese territorio.
Ricardo envió finalmente a su hermana y a su esposa de vuelta a occidente antes de firmar la paz pero, cuando se encontraba en su viaje de vuelta, Ricardo fue hecho preso por el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y tanto Leonor como Berenguelase esforzaron por recaudar el dinero necesario para pagar el rescate que, finalmente, le liberaría.
Una vez libre, Ricardo se dirigió a Inglaterra con la intención de recuperar los territorios perdidos a manos de Felipe II de Francia y de su hermano Juan, llamado “Sin Tierra”.
Berenguela quedó atrás y cuando volvió a sus territorios en Francia, no intentó verla ni estar con ella, pese a las admoniciones constantes de la Iglesia y de su familia para que se reuniera con su esposa.
Se cuenta que, durante esta época, Ricardo disfrutó de una vida disoluta de forma pública, algo que provocaba un gran dolor a Berenguela, que se sentía despreciada e ignorada por su propio marido y dañada en su dignidad de reina.
Sin embargo, Ricardo cayó enfermo y pensó que se encontraba a las puertas de la muerte. Imploró perdón y prometió a Dios que volvería con su esposa y le sería totalmente fiel si se libraba de ese trance. Se recuperó y, cumpliendo lo prometido, se encaminó hacia Poitou para reunirse con Berenguela, que le recibió, pese a todo, con los brazos abiertos.
Esta reconciliación no duró tampoco mucho y muy pronto Ricardo volvía a ocuparse de sus problemas bélicos, distanciándose de nuevo de ella.
Ricardo murió en el año 1199, a causa de una herida provocada por una flecha, en compañía de Berenguela y, al no haber tenido hijos de su matrimonio con ella, dejaba como su heredero universal a su hermano Juan.
Berenguela quedó devastada y, pese a que aún era joven, se negó a volver a casarse. Se retiró a Le Mans, una de las propiedades que le correspondían como dote, donde fundó el monasterio de L’Epau.
Tuvo grandes enfrentamientos con el heredero de Ricardo, Juan, que se negó a pagarle la pensión que le correspondía como reina viuda y se dice que llegó a reclamarle en persona lo que legítimamente era suyo.
Pese a todo, Juan siguió negándose y Berenguela tuvo que suplicar al papa que le prestase su ayuda. Inocencio III amenazó a Juan con la excomunión si no cumplía sus obligaciones para con Berenguela y consiguió que le pagaran algo de lo que le correspondía, aunque hasta que Enrique III, el hijo de Juan, no ascendió al trono, no recibió lo que realmente le correspondía.
Berenguela murió en el año 1230, habiéndose dedicado desde su viudez a la caridad y a la oración, siendo una mujer muy admirada y universalmente alabada por sus virtudes y su coraje.
Su matrimonio duró ocho años, pero apenas pasó tiempo con su marido, al que apenas vio durante su estancia en Acre y que luego la evitó hasta la última época de su vida.
Se ha llegado a pensar, incluso, que el matrimonio nunca llegó a ser consumado, dado el poco tiempo que pasaron juntos, la ausencia de embarazos por parte de Berenguela y los rumores de homosexualidad que se vinculan a Ricardo, pero nunca ha podido llegar a comprobarse.
La única reina de Inglaterra que nunca pisó ese territorio durante su reinado permanece olvidada en Francia, tan alejada de su marido en la muerte como estuvo en vida y, quizá, aún le siga esperando desde su santuario en Le Mans.
-Para saber más:
Los estudios sobre Ricardo Corazón de León son enormemente extensos y su matrimonio y su supuesta homosexualidad han dado lugar a profundos debates dentro de la historiografía. Sin embargo, no se ha prestado la misma atención a su esposa, que ha permanecido, en su mayor parte, muy olvidada, considerándose que la mujer de la vida de Ricardo siempre ha sido su madre, Leonor de Aquitania. Para saber más de ella y de los enigmas que todavía rodean su figura, véase la biografía de Ann Trindade Berengaria: in search of Richard LionHeart’s queen.
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