Contenidos
El concepto de belleza ha cambiado mucho a lo largo del tiempo. Esa es una realidad que no podemos negar.
Por ello, cuando buscamos testimonios sobre los reyes y reinas más bellos de la Historia, si dichos personajes se alejan mucho de nosotros en el tiempo, sus imágenes nos pueden resultar chocantes. Podemos llegar a preguntarnos cómo alguien con esas características podía llegar a ser considerado como el culmen de la belleza de su tiempo.
Pero, según los cánones de la época, probablemente destacaran sobre los demás en aquellas virtudes consideradas culturalmente bellas en ese momento.
También te puede interesar:
El artículo en vídeo
La silla del amor de Eduardo VII
Para demostrarlo, a continuación te queremos presentar a algunos de los reyes y reinas que fueron considerados en la época como verdaderos cánones de belleza. Con algunos nombramientos sin duda estarás de acuerdo…con otros, probablemente no tanto. ¿Quieres descubrirlos? ¡Entonces, sigue adelante!
Grace de Mónaco
Para empezar, elegimos una princesa cuya inclusión en una lista como esta debería estar fuera de toda duda.
La princesa Grace de Mónaco (1929-1982) fue la esposa del príncipe Rainiero III de Mónaco y una de las mujeres más bellas no sólo de la realeza, sino también del cine de mediados del siglo XX. La que llegó a ser ganadora de un Oscar antes de abandonar su carrera cinematográfica (otra musa de Alfred Hitckock) para casarse con Rainiero destacó en vida por su enorme belleza y su gran elegancia, que acapararon portadas de todo el mundo antes y después de convertirse en princesa.
La gran cantidad de testimonios gráficos y audiovisuales que nos quedan de esta princesa no nos dejan lugar a dudas sobre su arrebatadora belleza.
Alta, delgada y grácil, con una preciosa piel blanca, facciones clásicas, pelo rubio y unos profundos y arrebatadores ojos claros, la belleza de Grace de Mónaco no dejaba a nadie indiferente.
De hecho, ha traspasado la barrera del tiempo y, todavía hoy, décadas después de su muerte, la gran dama del cine que dejó las pantallas para ser princesa en Europa se sigue considerando como una de las mujeres más bellas del siglo XX.
Enrique VIII
Esta entrada puede hacer que algunos de vosotros pongan los ojos en blanco. ¿El rey Enrique VIII, conocido por sus seis esposas y la oronda complexión que presenta en los retratos que Holbein pintó de él, puede ser considerado como uno de los reyes más bellos de la Historia?
Ciertamente, en sus últimos años de vida, las enfermedades, las lesiones y las dolencias asociadas a su vejez hicieron que Enrique VIII presentara una imagen enormemente alejada del ideal de belleza tanto contemporáneo como actual. Esta es la imagen que se ha asociado a él a lo largo del tiempo, dado que es de esta etapa de su vida de la que conservamos más imágenes.
Pero, dejando a un lado el hecho de que la edad no perdona a nadie, lo cierto es que Enrique VIII fue considerado en su juventud como un hombre verdaderamente hermoso y como el auténtico paradigma de príncipe de la época del Renacimiento. Se le describe en su juventud como un hombre alto, bien proporcionado, atlético y fuerte, en buena medida gracias a su afición por distintas actividades físicas y deportivas.
Un embajador le describió como “el monarca más hermoso en el que nunca he puesto los ojos”, mencionando, además de algunos de los atributos que acabamos de mencionar, que tenía unas piernas perfectamente torneadas (un atributo muy apreciado en los hombres de la época), un color de piel muy blanco y agradable, cuello largo y elegante y un precioso pelo castaño rojizo que combinaba a la perfección con sus profundos ojos.
A estos atributos se unía su cuidado al vestir, luciendo habitualmente atuendos, joyas y calzados ricos y favorecedores que resaltaban sus atributos más positivos.
Por último, también presentaba características que en la época se atribuían a la nobleza y que ayudaban a identificarle como bello, como una gran destreza al bailar, un perfecto control de sus movimientos, una destacada gracia al andar y la perfecta presentación de características tales como la magnificencia o la grandeza.
Una visión muy alejada de la que solemos tener de los últimos años de su reinado y que hizo que se le considerara durante décadas uno de los príncipes más perfectos de Europa.
Cleopatra
La famosa última reina de Egipto, que fue encarnada en la gran pantalla por la gran Elizabeth Taylor, ha pasado a la historia, entre otros aspectos, por su gran belleza. Cleopatra fue capaz de seducir a algunos de los principales hombres de la época, entre los que se encontraban Julio César y Marco Antonio, y se decía que su belleza era totalmente arrebatadora.
Por las descripciones que se conservan sobre ella, ciertamente tenía atributos que actualmente no se considerarían demasiado atractivos. Se decía que era muy pequeña y que tenía una nariz larga y aguileña, algo que queda refrendado por los bustos y efigies que quedan de ella. Sin embargo, la mayoría de las descripciones que nos quedan de ella nos dicen que, pese a ser una mujer bella, lo que la hacía irresistible era gran encanto y su poder de seducción.
Por ejemplo, Plutarco decía de ella lo siguiente: “Su belleza, según nos han dicho, no era realmente incomparable, ni cautivaba a aquellos que la veían; pero en su conversación tenía un encanto irresistible y su presencia, combinada con la persuasión de su discurso y el carácter que estaba de alguna forma difuso en su comportamiento respecto a los demás, tenía algo de estimulante en ella“.
También había una dulzura en los tonos de su voz; y su lengua, como un instrumento de muchas cuerdas, se podía convertir perfectamente en cualquier lenguaje que ella quisiera”. Plutarco también remarcaba que sus encantos también aumentaron con su experiencia, por lo que consideraba más fácil seducir a Marco Antonio que a Julio César, que la conoció cuando era más joven y menos experimentada. De esta manera, nos encontramos con que una de las mujeres más bellas de la historia no lo era tanto por su aspecto, sin ser este desagradable, sino por su irresistible encanto personal y sus atributos intelectuales.
Alberto de Saxe-Coburgo-Gotha
Volvemos de nuevo a Inglaterra para presentar a otro bien conocido protagonista de este tipo de listas. Alberto de Saxe-Coburgo-Gotha, conocido popularmente como el príncipe Alberto, fue el marido de la reina Victoria de Inglaterra, cuya pasión y amor por su cónyuge es bien conocida.
Aunque al final de su vida la caída de su cabello y los estragos del tiempo hicieron mella en el aspecto juvenil y atlético que le hizo famoso en su juventud, su muerte temprana a los cuarenta y dos años hizo que su imagen no sufriera el deterioro que hemos visto en el caso de Enrique VIII.
Cuando Victoria le conoció, escribió que le había parecido enormemente atractivo, con unos grandes ojos azules, una nariz hermosa, boca pequeña y buenos dientes, a lo que se unía un gran carisma y encanto en sus ademanes.
En su libro sobre la pareja, Gillian Gill indica que, además, Alberto era alto y ancho de hombros, encontrándose en el momento de su matrimonio en el momento culmen de su perfección física.
Dice que incluso sus más fieros enemigos no podían dejar de admitir que era en extremo atractivo y lo único que criticaban era que sus piernas eran “demasiado pesadas”, siendo el único fallo que, en general, podían sacarle.
Sus retratos en los que aparece como un caballero de gran belleza o como un hombre de rasgos perfectos sacados de las novelas medievales o de la Antigüedad Clásica, así lo atestiguan.
A esto se unía el deseo que siempre tuvo Alberto por lucir en público un aspecto inmaculado que representara adecuadamente la Monarquía de la que formaba parte y le distanciara de sus parientes ingleses. Los tíos de la reina eran conocidos por su vida disoluta y sus excesos, lo que había provocado que fueran muy mal considerados por la opinión pública.
A Alberto le aterraba la posibilidad de convertirse algún día en un hombre orondo, minado por los excesos y de aspecto horripilante como el de aquellos tíos de los que tanto su esposa como él trataron de distanciar su propia imagen.
Así, Alberto trató siempre de controlar su peso y, cuando la alopecia empezó a hacer su aparición, trató de aplicarse tantos remedios como le fue posible para mantener el pelo en su cabeza.
En todo caso, desde su juventud hasta su fallecimiento y más allá, la imagen del príncipe Alberto como uno de los hombres más bellos de la Historia de la Monarquía pervivió sin que nadie pudiera nunca negarla.
Alfonso XII, rey de España
Pese a que, como ya hemos indicado, la belleza es cuestión de gustos y construcciones culturales, es también cierto que entre los titulares de las coronas vinculadas a España no abundan los monarcas titulares considerados como especialmente bellos.
Existen excepciones, como Felipe I el Hermoso pero, en todo caso, no son muy numerosos. En este sentido, la gallarda figura de Alfonso XII destaca entre las efigies de sus antepasados.
Este monarca, que reinó entre 1875 y 1885, ha pasado a la leyenda sobre todo por su trágica historia de amor con su prima María de las Mercedes de Orleáns, que terminó con su temprano fallecimiento. El halo romántico que rodea su figura no ha hecho sino aumentar el atractivo que todavía se le sigue atribuyendo.
El joven rey era descrito como un hombre bien parecido, alto, esbelto y de aspecto agradable, con unos profundos ojos y un destacado pelo negro que también poblaba su bigote, cortado a la moda de la época.
A Alfonso XII, además, le gustaba resaltar su aspecto vistiendo de forma elegante y distinguida hasta el punto de que, cuando empezó a llevar un pañuelo rojo constantemente al final de su reinado, aquellos que le conocían expresaron su sorpresa, pues era un color muy inusual para un hombre tan elegante como el rey Alfonso. Lo que no sabían es que el monarca sufría entonces tuberculosis y que utilizaba un pañuelo rojo para ocultar a la vista pública la sangre que en ocasiones expulsaba cuando tosía.
Sin embargo, muchos de sus contemporáneos achacan su atractivo no sólo a su presencia física, sino también a su personalidad. Se le describe como una persona afable y cercana, sin las afectaciones que habitualmente se asociaban a la nobleza y a la realeza.
También era un buen conversador, capaz de hacerse agradable a todo el mundo y de conseguir que cualquiera se sintiese a gusto en su presencia. Era educado, inteligente, un hombre de mundo que dominaba varios idiomas y poseedor de una gran discreción.
Todas estas características hicieron que Alfonso XII fuera considerado como uno de los monarcas más atractivos y encantadores de su época, como también nos demuestran los retratos y fotografías que conservan su imagen más allá de los siglos.
Seguro te interesa:
¿Qué te ha parecido?
More in biografias
You may also like
Comments
Leave a reply Cancelar la respuesta
Últimos artículos
- El mundo del casino en la pequeña pantalla: series de TV sobre juegos de azar
- Crónica de un alquiler improbable
- Huawei Earbuds Black Friday 2024: Ofertas y consejos de compra
- Elige qué ver: a un economista que salva un país o a un (no) economista que no escribió ni su tesis doctoral
- Cómo impugnar una notificación roja de Interpol
- Sumérgete en el Mundo del Techno con TechnoPowerExistence
- Inmigración: una de las soluciones de Meloni
- “En la piel de Blanche Houellebecq”: Filmin estrena en exclusiva la nueva comedia de Guillaume Nicloux
- ZeroGPT.com: The Ultimate AI Detection and Assistance Tool
- El tráiler de Grand Theft Auto VI muestra a los personajes infringiendo la ley 25 veces WTF!
- Cary Grant: El mito detrás del actor
Cierto que los cánones de belleza cambian a lo largo del tiempo, pero el que es feo… Es feo
Opino lo mismo. Las únicas que eran guapas eran las mujeres.
[…] Los reyes y reinas más bellos de la Historia […]