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De igual manera que desconocemos cuándo nació el primer hombre, desconocemos cuando nació el primer juego ideado por aquél, pero podemos presumir, casi con total certeza que, los primeros pobladores del planeta, jugaron, de la misma manera que hoy, modernamente se puede jugar en Internet.
Y sabemos que el hombre jugó no ya solo por las evidencias conocidas por los arqueólogos, que así lo demuestran, sino porque el juego es algo consustancial a la naturaleza humana. Mil seiscientos años antes de Cristo ya se jugaba a los dados, dos de los cuales se hallan en un museo alemán.
De la misma época datan los grabados egipcios en los que se ve a dos personas jugando a lo que llamaban “atep”, el juego en el que se esconden las manos, se sacan a la vez que se pronuncia la cifra que se cree suman las dos manos de los dos jugadores.
La importancia del juego estriba en el conocimiento del azar. Al conocer que todo es permutable, cambiable, el juego, la incertidumbre de lo que pasará, es lo que levanta la pasión de los jugadores. Contra lo que podría pensarse, aquellos que han estudiado el significado profundo de porqué y para qué jugamos, han encontrado insatisfacciones constantes al no saber explicar con certeza algo que quien mejor podría explicarlo sería un niño.
¿Talento de Jugador? James Ashby
La trampa es una regla más del juego. Si existe juego, con sus reglas, seguro que es posible que se puedan hacer trampas. En la Historia hay espacio para los tramposos famosos. Uno de los precursores conocidos fue James Ashby, quien se disfrazaba de violinista en los barcos de vapor que cruzaban los ríos americanos. Se ofrecía para amenizar las partidas de póquer, mientras observaba las cartas y, con notas musicales, informaba a su cómplice que jugaba la partida despreocupadamente.
La Religión y el Juego
Por regla general, las religiones no han visto con buenos ojos ni al juego ni a los jugadores. El Corán prohíbe todos los juegos con la única excepción del ajedrez. El argumento de la prohibición: el juego quita tiempo para el rezo. Para Mahoma, el juego era un invento de Satán. Sodoma y Gomorra, las dos ciudades castigadas por la ira divina de Dios, eran lugares de juego, además de otras cosas, por las que recibieron el “castigo”. Los judíos, desde el Sanedrín, su tribunal, no consentían que fueran testigos de ningún juicio aquellos que fuesen jugadores, a los que además intentaban apartar de la vida pública.
Los Estudiosos del Juego
Ante la evidencia que dice que desde la noche de los tiempos todos jugamos, algunos pensadores dedicaron su tiempo a encontrar las razones que motivaban esa evidencia. Por ejemplo, el sabio griego Aristóteles relacionó el juego con la felicidad. Para él, el juego era una virtud ya que se desarrollaba en un plano superior del ser humano y cuando era libre de la obligación y de la necesidad.
Un filósofo muy posterior en el tiempo, Kant, creía que el juego tenía más que ver con la creatividad estética del hombre, mientras que para el filósofo y poeta Schiller, el juego era una mera manifestación del arte.
Friedrich Fröbel, el pedagogo creador del primer jardín de infancia en 1837, intentó aplicar el juego en la educación, con resultados alentadores.
Sobre todos los estudios realizados a propósito del juego, el más considerado es el “Homo Ludens”, del holandés Johan Huizinga, quien a mediados del siglo XX, se atrevió a dar una definición de lo que es el juego, basándose en que el juego es una fuente creadora de cultura.
Decía así que el juego es una manifestación libre de energía física o psíquica realizada con fines utilitarios y con sometimiento voluntario a unas reglas, a un tiempo y a un espacio establecido.
Influencias en los Juegos
Las normas que rigen a cada juego, los juegos en sí, son consustanciales a la cultura a la que pertenecen. No todas las culturas juegan igual, aunque en algunos casos sí llegan a practicar juegos parecidos.
En los casos en los que se ha trasladado un juego a una cultura diferente de la creadora, se ha visto cómo se perdía (o cambiaba) parte del significado del propio juego. Asimismo, se ha comprobado que durante las épocas de guerra o paz, las sociedades juegan de distinta manera.
El clima y la situación geográfica, son también elementos que hacen variar el tiempo de ocio que encuentran las personas que se reparten por el planeta. Porque el juego es reflejo de la forma de ser de cada cultura y cada momento histórico, hubo tiempos en los que ciertos juegos estaban prohibidos a las mujeres, mientras que otros pueblos pensaban que jugar era una actividad “demasiado” femenina.
El juego ha estado prohibido, financiado y hasta auspiciado por los gobiernos. Ejemplos da la historia: Ricardo Corazón de León prohibió a los cruzados que jugaran, al menos más de 20 chelines al día, en caso de infringir esta ley, serían desnudados para ser azotados públicamente.
Enrique III era capaz de prohibir jugar al ajedrez o los dados, sin embargo él perdía grandes sumas de dinero en las apuestas con sus nobles amigos. Un rey de Polonia repartió el reino entre sus tres hijos con un juego muy similar al clásico juego de las damas. Iván el Terrible, en 1584, en el lecho de muerte, apostaba su dinero en las partidas de ajedrez que jugaba con Boris Godunov, su hombre de confianza y al que nombraría zar.
Teoría de juegos y suma cero
La Teoría de los Juegos es un análisis matemático basado en juegos simples y complejos como el ajedrez, el póquer o los tres en raya, que trata de resolver una situación en la que se produzca un conflicto de intereses.
La Teoría de los Juegos, que se ha aplicado en sociología, en la estrategia militar y política o en la economía, pretende averiguar las posibles estrategias que los jugadores han de seguir para ganar la partida. La aplicación de esta teoría es infinita.
Por ejemplo, se puede utilizar para estudiar el mercado económico de valores bursátiles, donde compradores y vendedores se confunde como jugadores con la oferta y la demanda.
Clip de la entrevista para la Comunidad Smart con el periodista Robert Wright.
Para saber más:
“El Juego: Entre la Habilidad y el Azar”. López Oneto y Ortega, Salvat.
“La Verdadera Naturaleza del Juego”. Leif y Brunelle, Ed. Kapelusz.
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un peazo post de fácil y sencilla lectura, así da gusto leer, gracias.