No hay nada más descorazonador para un estudiante de sociología que lo que nos contó, en sus primeras clases, un eminente profesor que había sido asesor de Felipe González en sus tiempos como Presidente del Gobierno de España. Estábamos en quinto curso y enunció sus palabras con total claridad, dijo algo muy parecido a esto: No se engañen, los resultados de los estudios sociológicos obedecen a quien los patrocina”. Luego abundó en que debíamos ser críticos y observantes. Supuse, aún así cargado de inocencia, que su intención era, precisamente, esa. Prevenir a unos, todavía jóvenes estudiantes, de la realidad, tan alejada de las pulcras, asépticas y aisladas aulas donde el conocimiento debe prevalecer sobre las maldades de la vida; un conocimiento disruptivo en este caso.

Estudios sobre los hábitos de lectura

No sé si los tiempos han cambiando en este sentido. Ahora, más que entonces si cabe, existen estudios sociológicos para intentar averiguar la esencia intrínseca de cualquier asunto, por peregrino que este sea. Y, sobre los hábitos de lectura, no digamos. Los departamentos ministeriales o gubernamentales que deben velar por el bien patrimonial de la cultura son proclives a hacerlos. El más reciente del que he tenido noticia estaba patrocinado por la Comunidad de Madrid; y sus resultados se publicaron apenas hace un mes.

Los medios se hacían eco sobre sus conclusiones; y reiteraban algo que ya habían descrito estudios anteriores: que las mujeres son grandes lectoras; pero revelaba datos sorprendentes sobre la cantidad de libros que los más jóvenes leen en la actualidad.

No sé si es por esa prevención que un profesor dejó impresa en mi memoria hace muchos años, pero me cuesta creer todos los datos arrojados en una encuesta realizada a mil residentes en la capital española. Ciertamente, los datos del estudio sobre los hábitos de lectura actuales son muy esperanzadores.


En cualquier caso, los hábitos de lectura han tenido que cambiar por fuerza, sobre todo por el ímpetu con el que han arraigado las nuevas tecnologías. La compañía alemana 1&1 tiene un interesante artículo sobre cómo se produce la lectura digital, cómo se lee en una Web o en una tablet, por no decir en un smartphone. Algo que es muy distinto a como se hace sobre el papel. Sea como fuere, participo de la tesis que se sustenta en el artículo referido, que ya no se lee como antes.

Las nuevas formas de comunicación, sobre todo como consecuencia del mayoritario uso de las redes sociales, nos llevan, sobre todo a los más jóvenes, a hojear, a observar, a mirar… más que a LEER.

Resultados de los hábitos de lectura en Madrid. Prototipo de lector: Mujer joven que lee, en papel, ¡11 novelas al año!

El estudio al que me refería sobre los hábitos de lectura, centrado en la Comunidad de Madrid, dice que el 76,3% de esa parte de la población española lee libros . Ojo, el 76,3% de todos los madrileños. Es decir, de los 7,2 millones de residentes en Madrid, cerca de 5.110.000 personas, lee de forma habitual.

Realmente, a mi me cuesta creerlo. De ser cierto, hay motivos para el optimismo porque una sociedad que lee (depende lo que lea, obviamente) puede ser una sociedad informada y predispuesta a esa faceta tan compleja y necesaria como lo es la de la crítica: el saber discernir, expresarse y explicarse (a sí mismos y ante los demás); entre otras muchas cosas.

Lo mejor es que el estudio hace referencia a que a nivel nacional, el 63,8% de todos los residentes en España, lee libros. Otra realidad estadística que sigue costando asumir, pero que continúa apuntalando el optimismo.

La media por madrileño se sitúa así en la lectura de 11 libros al año, empleando alrededor de unas 10 horas cada semana. Si tenemos en cuenta que la mayor parte de los lectores lo hacen en el transporte público, entenderemos que vivir en una gran ciudad, entre muchas otras cosas, ayuda a crear lectores porque, como el propio estudio destaca, se lee en el metro o en el autobús para ‘no perder el tiempo’ .

Libro en papel vs libro electrónico

Cuando se entere Pablo Solís, uno de nuestros redactores, va a tener un nuevo motivo de alegría por esta cuestión que enfrenta al libro electrónico y al libro en papel, sobre todo a la hora de regalarlo. Como decía uno de sus artículos, con el que estoy totalmente de acuerdo : “Desaparecido el objeto libro, desaparecida la hoja de papel, podemos regalar un archivo, enviarlo en un segundo a miles de kilómetros de distancia… Pero la mano no está ahí, tampoco está el ojo avizor que ve la necesidad en el ojo del otro. No hay ese cruce de miradas ni el gesto de dar, ese toque en la espalda, ese contacto“.

Y es que leer es viajar, sentir, soñar… Y regalar lectura es regalar viajes, sentimientos, sueños…


Puedes leer las conclusiones completas sobre el Estudio de hábitos de lectura en la Comunidad de Madrid, aquí


 


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José Carlos Bermejo
José Carlos Bermejo. Madrid, noviembre 1971. Escritor. Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, ha colaborado en diferentes medios de comunicación, tradicionales y digitales y trabajado como técnico y responsable de comunicación para más de un ayuntamiento español. Es autor de las novelas WILDE ENCADENADO (prólogo Luis Antonio de Villena), y del thriller Li es un INFINITO de secretos. También de los libros de relatos Retazos de un mundo IMperfecto y Retazos de un mundo INcoherente, ambos traducidos al inglés, al portugués y al italiano. + info: www.josecarlosbermejo.com redaccion@actuallynotes.com

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