El asesinato de RFK: la muerte del último gran Kennedy
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Los medios de comunicación estadounidenses han acuñado una gran cantidad de términos para referirse a los Kennedy a lo largo de las décadas.
Algunos de ellos han tenido una gran fortuna y han traspasado fronteras, pero sin duda los más destacados han sido aquellos que han denominado a esta estirpe como la “familia real” de Estados Unidos, por la influencia y poder que han tenido a lo largo de los años, y aquellos que se refieren a una supuesta “maldición” que habría caído sobre la familia, dada la cantidad de desgracias que sufrieron sus miembros.
De hecho, fue un Kennedy, Ted, el hermano de Robert y John, llegó a decir en una ocasión que se preguntaba si acaso “algún tipo de maldición pesaba sobre la familia Kennedy“.
Y, si después del asesinato del presidente en 1963 (después de una larga retahíla de otras desgracias familiares) tenían tal duda, la muerte de Robert cuando se iba a presentar a las elecciones presidenciales confirmó que la familia parecía estar maldita.
Robert “Bobby” Kennedy nació en 1925, siendo el séptimo hijo del matrimonio formado por Joseph Kennedy y Rose Elizabeth Fitzgerald.
Fue el hermano más cercano del presidente Kennedy y el que más colaboró con él durante su vida política.
Bobby fue la persona que dirigió la campaña presidencial de su hermano John que resultó en su victoria en 1961 y, durante el mandato de su hermano, actuó como Fiscal General, cargo que ostentó hasta 1964.
Sin embargo, durante la presidencia de John, Robert era identificado por todos como una figura extremadamente poderosa dentro del gobierno estadounidense.
Frecuente consejero de su hermano John en todo tipo de materias, controlaba su entorno, influía en todas las áreas de la administración y la política de la Casa Blanca y, además, ejercía como protector de su hermano, razón por la cual su biógrafo, James Hilty, afirma que nunca nadie había tenido tanto poder junto a un presidente antes de la llegada de Robert.
Públicamente, Robert es conocido por la importancia que tuvo a la hora de solucionar la llamada Crisis de Berlín del año 1961 y en la persecución y lucha contra el crimen organizado y la Mafia, que comandó en calidad de Fiscal General y bajo el amparo y aquiescencia de su hermano mayor.
Esta última actuación dominaría sus pensamientos durante el resto de su vida, pues nunca dejó de preguntarse si su actuación en contra de la Mafia habría motivado o, al menos, alentado el asesinato de su hermano en Dallas aquella mañana del 22 de noviembre de 1963.
Robert quedó devastado tras la muerte de su hermano y, aunque siguió ejerciendo como Fiscal General durante algunos meses más bajo el gobierno del antiguo vicepresidente de su hermano, Lyndon B. Johnson, en 1964 renunció a su cargo y se presentó a las elecciones para ser senador por el estado de Nueva York. Consiguió ser elegido y destacó por su férrea defensa de los derechos civiles de las minorías, en sus actividades para mitigar la pobreza y en su oposición a la guerra de Vietnam.
Deseoso de proteger y mantener vivo el legado de su hermano, Robert decidió presentarse como posible candidato por el partido demócrata para las elecciones presidenciales del año 1968.
Considerado como heredero legítimo de la política de su hermano y tremendamente popular, Robert Kennedy se alzó como un candidato muy serio a la carrera presidencial, una posibilidad que se vio cortada de raíz la noche del 4 al 5 de junio de 1968. El día 4 de junio se celebraban las primarias del partido demócrata en California y Robert y sus colaboradores esperaban ansiosamente los resultados en el Hotel Ambassador.
Estos resultados le proclamaron ganador y a las 11:30 bajó al salón de baile para pronunciar un discurso delante casi dos mil seguidores, indicando que su próxima victoria sería en Chicago.
Para evitar a las multitudes, ya estaba programado que el senador saldría del salón de baile a través de una puerta destinada al servicio del hotel que llevaba directamente a las cocinas, a través de las cuales llegaría después a una habitación donde la prensa le esperaba. Pero nunca llegaría allí. Mientras atravesaba las cocinas, saludando a los empleados del hotel que se habían reunido allí para felicitarle, Robert Kennedy cae abatido a tiros asiendo todavía la mano de Juan Romero, el empleado de diecisiete años del hotel al que estaba saludando cuando sucedió el tiroteo.
Kennedy recibió al menos tres impactos de bala, uno de ellos en el cráneo. Fue trasladado inmediatamente al hospital, aún con vida, pero falleció 26 horas después del tiroteo.
El asesino de Bob Kennedy: Sirham Bishara Sirham
Sirham Bishara Sirham, un joven palestino con nacionalidad jordana cuya familia se había mudado a Estados Unidos cuando él tenía 12 años, fue detenido por la multitud e identificado como el autor de los disparos.
Sirham era un defensor de los derechos de los palestinos en la guerra árabe-israelí y Kennedy había mostrado su apoyo a la causa israelí, e incluso su disponibilidad para enviar medios militares en su ayuda, lo que desencadenó el ataque.
Sirham se declaró culpable en varias ocasiones y fue condenado a muerte, aunque se le conmutó la pena por cadena perpetua.
Actualmente, sigue cumpliendo condena en la cárcel estatal de Pleasant Valley, en California.
Sin embargo, pese a la culpabilidad manifiesta de Sirham, el asesinato de Robert también estuvo rodeado de misterio y se vio tanto como resultado de una conspiración como una prueba más de que oscuros poderes estuvieron también detrás del asesinato de su hermano cinco años antes.
Si bien decenas de personas fueron testigos del momento en el que Sirham disparaba a Kennedy y el propio joven se declaró culpable, se ha especulado mucho sobre la existencia de un segundo tirador que se habría escondido en el tumulto.
La autopsia de Bobby Kennedy
La autopsia que se condujo reveló que el tiro fatal que penetró en su cabeza por detrás de su oreja derecha había sido producido necesariamente por un disparo que procedía desde detrás del senador, cuando todos los testigos y las fotografías conservadas confirman que Sirham le atacó desde delante y nunca había estado lo suficientemente cerca como para que el disparo dejara las quemaduras en la piel de Kennedy que aparecieron en la mencionada autopsia.
De hecho, tan extendida está esta teoría que los abogados de Sirham han argumentado que fue un segundo tirador el que hizo los disparos que mataron al senador en el pasado año 2012 para conseguir la libertad condicional de su cliente y el caso está actualmente en revisión.
Dados esos datos, los defensores de la teoría de la conspiración defienden la existencia de un segundo tirador, que habría huido sin ser detectado. A eso se une el hecho de que varias personas vieron a una mujer con un vestido de lunares gritando que ellos habían matado a Kennedy que desapareció aquella misma noche y nunca se pudo encontrar, pese a los intentos de la policía para encontrarla y conseguir su testimonio.
Finalmente, se consideró en el juicio de Sirham que lo más probable es que los testigos hubiesen oído mal las aseveraciones de la mujer y que ella hubiera afirmado que alguien había matado a Kennedy y no que lo hubiera hecho ella misma o algún cómplice.
Más allá de estas teorías más o menos realistas, también hay varios que defienden que Sirham fue programado por laCIA para realizar el asesinato, dentro de varios programas de control mental, basándose en el hecho de que Sirham afirma que no recordaba la noche del asesinato ni los días anteriores y que muchos testigos, incluyendo los policías que le tomaron sus primeras declaraciones, afirmaron que parecía ido, drogado e, incluso, profundamente perturbado.
En este caso, los defensores de la conspiración indican que alguna institución o persona, que con mucha probabilidad estaría vinculada también con el asesinato de JFK, usó a una suerte de cabeza de turco para llevar a cabo el asesinato mediante los mencionados programas de control mental con los que se estaba experimentando, de manera que nunca recordara quién le había encargado el asesinato ni por qué.
Independientemente de las teorías de la conspiración existente, más o menos creíbles, el asesinato de Robert Kennedy sigue considerándose hoy día como el tercer magnicidio más importante del siglo XX, por detrás del de Martin Luther King y el propio John F. Kennedy, siendo uno de los dos únicos senadores que han sido asesinados en toda la historia de Estados Unidos, compartiendo este dudoso honor con el senador Huey Long. Sus restos reposan en el cementerio de Arlington, a pocos pasos de la tumba de su hermano JFK, con la intención de que estuvieran tan juntos en la muerte como lo estuvieron en vida.
-Para saber más:
Aunque las teorías conspiratorias y los estudios en torno a la figura de Robert Kennedy no son tan numerosos como los vinculados a su hermano, sí que existen destacados escritos que se centran en torno a su biografía y que especulan sobre su repentina muerte. Para conocer más sobre su vida y su misterioso asesinato, recomendamos los libros “La conspiración: la historia secreta de John y Robert Kennedy”, de David Talbot y “The assassination of Robert F. Kennedy”, de William Turner y John Christian, y el documental dirigido por Shane O’Sullivan “RFK must die: The assassination of Bobby Kennedy”.
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Excelente explicación. Muy bien detallada. La cuestión es que a los dos Kennedy los asesinaron… y no parece que pasara nada. Triste realidad.