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La historia de los piratas y sus aventuras siempre ha fascinado.
La gran cantidad de libros y películas millonarias que se han vinculado a esta temática en los últimos años son una prueba de ello.
Pero, aunque conocemos el nombre de muchos piratas célebres que surcaron los mares y océanos mientras vivían, como Barbanegra, Henry Morgan y Francis Drake, la historia del que ha sido probablemente el pirata más exitoso de todos los tiempos es muy poco conocida.
Ese pirata era una mujer. Y su nombre era Hsi Kai, la reina de los piratas, quién llegó a comandar más barcos que ningún otro pirata de la Historia y que llegó a retirarse, sin conocer nunca la derrota, para vivir de las riquezas que había obtenido durante los años en los que aterrorizaba los mares.
Hsi Kai, también conocida como Ching Shih, vivió aproximadamente entre los años 1775 y 1844 y sus primeros años no podía ser menos halagüeños.
Nacida en la máxima pobreza, empezó a trabajar desde muy joven en un pequeño burdel de la ciudad china
de Cantón.
Sin embargo, fue capturada por los piratas y fue este hecho violento lo que le abrió las puertas de un nuevo mundo.
Hsi Kai se enamora de Zheng Yi
Siendo todavía una cautiva, se encontró con el entonces célebre pirata Zheng Yi, que se enamoró perdidamente de ella.
Se convirtió rápidamente en su concubina y ambos se casaron en el año 1801.
Zheng Yi pertenecía a una familia muy conocida dentro del mundo de la piratería asiática y este vinculó a su nueva esposa a estas actividades, que a su lado aprendió todos sus secretos.
Durante su matrimonio, Zheng Yi consiguió ponerse al mando de una coalición pirata que recibió el nombre de la Flota de la Bandera Roja y que se convirtió en la mayor fuerza pirata que aterrorizaba las costas del Extremo Oriente.
Sin embargo, en 1807, Zheng Yi murió repentinamente en Vietnam y se abrió una lucha por su sucesión tanto entre sus hombres como entre sus aliados, para ver quién se hacía con el mando de esa poderosa flota.
Pero su viuda no estaba dispuesta a que le arrebatasen el imperio por el que ella también había luchado, por lo que empezó a convencer a los hombres más poderosos vinculados a su flota que con sus conocimientos, su prestigio y las fuertes conexiones que tenía con la familia de su difunto marido y sus aliados, ella era la mejor opción para liderar la flota y evitar una lucha interna que acabaría con ella.
Sabiendo que necesitaba a un personaje poderoso a su lado para cimentar su posición, eligió al leal Chang Pao, que se había llegado a convertir en el hijo adoptivo de Zheng Yi.
Cimentando esa lealtad casándose con él, Hsi Kai se convirtió en la líder de la flota pirata más importante de Extremo Oriente.
Hsi Kai, la reina de los piratas.
Para fomentar la unión entre las distintas flotas, Hsi Kai impuso un estricto código de normas de obligado cumplimiento que regulaba el comportamiento que tenían que seguir las personas bajo su mando y los violentos castigos que se debían infligir a aquellos que las infringieran.
Por ejemplo, aquellos que dieran órdenes que no procedían de la propia Hsi Kai o que desobedeciera un superior, debía ser decapitado al momento, sin tener la posibilidad de ningún tipo de protesta.
La flota de la primera mujer pirata
Dirigida con mano de hierro por Hsi Kai, su flota se convirtió en una máquina guerrera que sembró el terror por las costas chinas, sin que ninguno de los ataques enviados por el gobierno chino pudiera detenerla.
Ni siquiera las flotas portuguesas e inglesas, que se enfrentaron a ella por el daño que hacía a su comercio, pudieron derrotarla.
Atacaban y robaban ciudades, pueblos, mercados y comerciantes, imponiendo impuestos y pagos a aquellas poblaciones que no quisieran sufrir sus iras, sometiendo a terribles torturas a aquellos que se atrevían a oponerse a ellos.
Hasta tal punto llegó su poder que el gobierno chino admitió públicamente que no podían derrotarla, por lo que emitió una amnistía general dirigida a todos los piratas con el objetivo de acabar con su reinado del terror.
Lo que no esperaban era que la propia Hsi Kai aprovechara la oportunidad y se acogiera a ese perdón general, abandonando el mundo de la piratería pero conservando todas las riquezas.
Decidió abrir una casa de apuestas y murió llena de riquezas a los 69 años, sin haber sido perseguida por sus crímenes y tras haber comandado, sin conocer la derrota, a más de 2000 barcos y 70.000 hombres que fueron el terror de los mares de China.