👄 La papisa Juana: la leyenda de la mujer que ocupó la silla de San Pedro
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¿Fue real la papisa Juana?
En el British Museum de Londres existe un famoso grabado del siglo XIV que decoraba una edición de la obra de Bocaccio “De Claris Mulieribus” y en el que aparece un papa, vestido con todos sus atributos, dando a luz a un niño.
Esta imagen se corresponde con una historia que apareció por primera vez en una crónica de Jean de Mailly sobre la diócesis de Metz llamada “Chronica universalis Mettensis“, aunque luego fue reproducida y aumentada durante los siglos posteriores, siendo la versión más famosa de la historia la relatada por Martín de Opova (conocido como Martín “el Polaco”) en su “Chronicon Pontificum et Imperatorum“.
La historia de Juana, una mujer que se hizo pasar por hombre
La historia decía lo siguiente: en el siglo IX nació en Maguncia una mujer que recibió el nombre de Juana.
Cuando todavía no era más que una muchacha, Juana se enamora de un hombre cuyo futuro se encuentra en los estudios y, por tanto, en la Iglesia.
Comienzan una relación amorosa y ella se disfraza de varón para seguirle y poder adentrarse en el mundo eclesiástico masculino.
Muy pronto, Juana superó en inteligencia, habilidad oratoria y cultura a su amante y empezó a convertirse en un personaje cada vez más importante, llegando a ser considerada como la persona que más sabía de ciencias y artes liberales de su época y llegó a dar clases en Atenas y Roma.Fue elegida cardenal y tanta era la fama que tenía en Roma por su piedad y sus buenas costumbres que fue elegida Papa (según la versión más extendida, tras la muerte de León IV) por unanimidad con el nombre de Juan VIII.
El embarazo. El Papa da a luz
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Pero ella no había abandonado a su amante durante toda su carrera eclesiástica y en el segundo año de su pontificado, Juana se quedó embarazada.
Logró ocultar su embarazo, pero el parto le sobrevino mientras presidía una procesión que iba desde la basílica de san Pedro hasta la iglesia de san Juan de Letrán.
Ante el asombro de todos, el Papa dio a luz a un niño en plena calle y delante de todos los cardenales y toda la población de Roma. Allí murió, según Martín el Polaco del mismo parto, pero según Jean de Mailly, una vez se descubrió que era una mujer, se le ató las piernas a la cola del caballo donde había ido montada durante la procesión y fue arrastrada por la ciudad mientras la población le tiraba piedras, hasta que murió y fue enterrada en el mismo lugar donde se había descubierto su vergüenza.
Se dice que, a causa de este suceso, los papas ya nunca pasaban durante sus procesiones por el camino que conectaba el Coliseo con la iglesia de San Clemente, el lugar donde supuestamente había tenido lugar el parto y donde se habría erigido una estatua de la supuesta papisa que recordara el evento.
La sella Stercoraria
Asimismo, se dice que para evitar que esto volviera a pasar, se impuso la utilización de una silla especial que recibiría el nombre de “sella stercoraria“.
Esta sería una silla que tendría un gran agujero en el centro en la que sentarían a un nuevo papa antes de proclamarlo en público y una persona designada para tal acción metería la mano en el hueco de la silla y palparía los genitales del nuevo pontífice para asegurarse de que era un varón, exclamando “Habemus hominem” cuando se comprobaba que efectivamente era un hombre.
La leyenda de la papisa Juana se extendió con gran rapidez y durante los siglos XIV, XV y XVI se tuvo como un hecho real y se contó como tal, apareciendo una gran cantidad de representaciones de la papisa e insertándose su figura en los listados y los relatos que se ofrecían sobre vidas de los pontífices durante estos siglos.
No fue hasta mediados del siglo XVI cuando empezó a rebatirse la veracidad de esta historia y no fue hasta 1601, con el papa Clemente VIII declaró como falsedad la leyenda de que una mujer hubiera sido alguna vez elegida como papa.
Sin embargo, la leyenda pervivió y actualmente los distintos historiadores no se ponen de acuerdo sobre si la historia de la papisa Juana es solo una leyenda o tiene algún viso de realidad.La mayoría de ellos se decantan por la primera opción; argumentan que no queda ninguna prueba ni documento de la época que defienda esa hipótesis, ni siquiera por parte de los enemigos del papado.
Del mismo modo, se ha indicado que no existe, en el periodo en el que los cronistas que cuentan la historia emplazan el papado de Juana, un tiempo en que no hubiera documentados otros pontífices.
Se ha defendido que esta leyenda procedía de las críticas que se habían lanzado contra el papa Juan VIII (872-882) por su debilidad al enfrentarse contra la iglesia de Constantinopla, en las cuales se le llamaba “mujer”, lo que le convertía en “papisa”.
También podría vincularse al pontificado de Juan XI (931-935). Este papa estaba enormemente influenciado por su madre, la increíble Marozia, por lo que se consideraba que la verdadera pontífice era ella y no su hijo, de donde surgiría, con el tiempo y las deformaciones posteriores, la leyenda de un Papa mujer.
Por último, la famosa silla para comprobar la virilidad de los papas no sería otra cosa que un elemento para hacer las necesidades o de higiene personal, similar al que existieron en otros lugares de Europa durante la edad Media y Moderna.
Sin embargo, la duda permanece. ¿Fue real la papisa Juana o no? En pleno siglo XXI, el misterio sigue vivo.
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