María I Tudor, la reina consorte que nunca pisó la península Ibérica
María I Tudor es uno de los personajes más conocidos de la Europa del siglo XVI. Única hija superviviente del matrimonio formado por el conocidísimo rey Enrique VIII y su primera esposa, Catalina de Trastámara, María I Tudor nació el 18 de febrero de 1516.
Durante años, ante la incapacidad de sus padres de tener más hijos que sobrevivieran a los primeros días de vida, María I Tudor fue considerada como la heredera de Inglaterra y uno de los partidos más deseados de todos los príncipes de Europa.
Sin embargo, la situación de María I Tudor cambió radicalmente cuando Enrique VIII intentó anular su matrimonio con Catalina.
Ante la negativa del papa a concederle dicha anulación, Enrique VIII acabó proclamando la separación de Inglaterra de la Iglesia Católica y se instituyó como cabeza de la nueva iglesia anglicana, invalidó su matrimonio con Catalina y proclamó ilegítima a María I Tudor, antes de casarse con Ana Bolena.
Catalina moriría poco después y María se quedó sola para enfrentarse a los vaivenes y a la incertidumbre que caracterizarían el resto del reinado de su padre. La muerte de Enrique VIII y luego de su heredero, Eduardo VI, hicieron de María I Tudor la legítima heredera al trono de Inglaterra, siendo proclamada reina en el año 1553.
Poco después, María I Tudor, que tenía 37 años cuando ascendió al trono, empezó a iniciar la búsqueda de un marido católico con el que pudiera tener hijos y cimentar la vuelta del catolicismo a Inglaterra que deseaba conseguir.
El emperador Carlos V vio en esta búsqueda la perfecta oportunidad para aumentar el poder y los territorios que recibiría su heredero, el entonces príncipe Felipe.
Pese al recelo de los ingleses, que pensaban que una alianza con el emperador les obligaría a ayudarle en sus guerras contra Francia y contra los protestantes de los Países Bajos, María aceptó la propuesta del emperador. Así, en 1554, María, de 38 años y Felipe, de 27, contrajeron matrimonio.
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Felipe II fue visto con mucho recelo por los ingleses, que siempre han considerado que animó a su esposa a devolver a Inglaterra al catolicismo por la vía de la violencia, lo que le valió el apodo de Bloody Mary, pese a que ahora sabemos que su marido le aconsejó prudencia.
En cualquier caso, el matrimonio se mantuvo junto muy poco tiempo, pues Felipe II volvió en varias ocasiones al continente para asumir diversas responsabilidades relacionadas con sus territorios patrimoniales.
María I Tudor permaneció en Inglaterra. Nunca puso un pie en los territorios de los que era reina regente. En cualquier caso, este enlace duró poco, pues a los cuatro años María I Tudor murió sin tener hijos. Murió en 1558, a los 42 años, mientras Felipe II se encontraba en Bruselas, siendo sucedida por la célebre Isabel I.
Hasta la fecha, María Tudor sigue siendo la única reina consorte de España que, habiendo estado varios años casada con un monarca, nunca ha llegado a pisar la Península Ibérica.
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