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En el número anterior hicimos un breve recorrido por algunos de esos míticos actores del cine clásico de terror como Boris Karloff o Lon Chaney jr. Actores que, ante todo, interpretaban caracterizados un papel.
Pero actores también que intentaron estar por encima del personaje que interpretaban, algo complicado por formar parte de una curiosa mitología.
En esta ocasión, terminando el ciclo, visitaremos, junto a unos enmascarados más modernos, esas películas en las que causaban el terror, ensuciándolo todo con la sangre de sus víctimas, utilizando sus motosierras eléctricas o sus afilados cuchillos. Esos filmes donde al malvado no le hace falta correr tras sus víctimas porque, como éstas también saben, perecerán de forma ineludible.
Leatherface: El Primero de las Sagas
Corría el año 1973 cuando Gunnar Hansen ganaba, por una casualidad, el papel de “Leatherface”. Lo hizo porque andaban buscando un tipo que tuviera su corpulencia y sus casi dos metros de altura, característica –la del extraordinario físico– que se repetirá en todos los casos para los demás sanguinarios asesinos de lo que se ha venido en llamar “body-counting”.
Tobe Hooper iba a rodar un film que en principio se titularía “Leatherface”, el nombre de uno de los componentes del trío de perturbados hermanos, provenientes de una familia de matarifes, cuyo único objetivo en la vida es sembrar el Estado de Texas de cadáveres.
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Pero finalmente se tituló “The Texas Chain Saw Massacre”. El director en el casting simplemente preguntó a Hansen si era una persona violenta y si estaba loco.
Era imprescindible no reunir ninguna de esas dos condiciones para poder interpretar a un tipo de esas características.
Gunnar Hansen, un factotum que se ganaba la vida como barman o carpintero y que nunca había pensado en ser actor, se metía en la difícil piel de un tipo que parece sufrir ciertos retrasos en el entendimiento, que no habla y que tiene como fiel compañía la de una sierra siempre dispuesta a rugir, de combustible inagotable; que hace bailar al aire para intimidar a sus inocentes víctimas.
Completa el cuadro una máscara, supuestamente fabricada con restos de la piel torturada de los incautos sin suerte que rebana en el matadero.
En realidad, la máscara era de látex y el actor no la vio hasta justo momentos antes de rodar la primera escena. En entrevistas posteriores, reconocería que padecía de claustrofobia en su vida cotidiana, por lo que la máscara, que solo tenía dos pequeños agujeros frente a los ojos le causaba un gran malestar.
Con ella puesta, no tenía visión periférica. Además, le quedaba algo alejada de la cara. El actor reconoció en diversas ocasiones que le resultaba extraño mirarse en el espejo. Lo que no se sabe si reconoció o no, fue el rumor que rápidamente se extendió. Al parecer, el papel de sádico y macabro asesino no le estaba sentando del todo bien.
Se cuenta como anécdota del rodaje que, en cierto momento en que “Leatherface” entraba en acción, y ante su ausencia, alguien salió a buscarle. Le encontró, con la máscara puesta y repitiendo la frase “El tiempo no tiene significado.. El tiempo no tiene significado…”
Viernes 13 y Halloween: Sagas interminables
El caso de Jason Voorhees y Michael Myers, es un caso excepcional en el mundo del crimen cinematográfico. No hablan, no sienten, no padecen; solo asesinan.
Con una naturaleza inmortal, aparecen en el momento inesperado para acabar prematuramente con la vida del que se ponga a tiro. Lo más curioso es que no les hace falta correr para atrapar a sus víctimas, que por más que lo intentan, no escaparán. Simplemente.
Jason Voorhees fue interpretado por primera vez por Ari Lehman, un niño de 14 años, que se sometió a las pertinentes sesiones de maquillaje para que su cabeza aparentara el aspecto distorsionado e hinchado precisos.
Pero el primer Jason de verdad fue Francis Gillette, quien declararía que aunque tuviera que afeitarse la cabeza y vestir un traje incómodo, deseaba hacer el papel. Era un actor principiante dispuesto a aceptar lo que le ofreciesen, aunque el personaje llevara máscara y no tuviera ningún diálogo, nunca. Su interpretación sería previsible, pero le parecía toda una oportunidad.
Cuando se sometía a las sesiones para la caracterización de Jason, el joven actor lo pasaba realmente mal: “pegaban piezas de plástico por toda mi cabeza para distorsionarla. Uno de mis ojos estaba totalmente tapado y me introdujeron refuerzos en la boca para mantenerla forzadamente abierta. Tenía problemas para comer y para beber. Con un solo ojo abierto, perdía la sensación de profundidad y siempre estaba confuso.
La máscara por antonomasia, la máscara de hockey, llegaría con el film que se rodó en tres dimensiones, interpretando al asesino: Richard Brocker. Durante el rodaje el actor, intentando ganarse la confianza del director, Steve Miner, o intentando mejorar la interpretación del criminal, le preguntó por las motivaciones que tenía Jason para asesinar. Le contestó que era mejor que no se planteara qué motivaciones tendría para una u otra escena, porque Jasón, simplemente, no tiene motivaciones.
Otros actores que pasaron por la saga guardaron un mal recuerdo de la interpretación. Es el caso de Ted White, que aparecía en la cuarta parte y Bruce Wieand, que lo hacía en la quinta. El primero declararía que “hice el papel por dinero”, cuando le llamaron para la quinta, lo rechazó. El segundo, en la parte V, “un nuevo comienzo”, lo pasó peor. “Me gustaría que la gente olvidara que estuve en esa película”, dijo.
El caso de C J Graham quizá sea el más curioso de todos los intérpretes de Jason, ya que las circunstancias le ayudaron a meterse en el papel. Graham era gerente de un club nocturno donde un ilusionista actuaba esa noche.
En uno de los números, necesitaba crear el impacto de ver a un tipo vestido de Jason, atravesar una cortina de papel y asustar al público. No tenía a nadie que lo hiciera y recurrió al corpulento gerente. El ilusionista era amigo de un componente del equipo de efectos especiales. Le propuso, le hicieron la prueba y setenta y dos horas después ya tenía la mascara puesta, no necesitaba ensayos.
Halloween
Saga que nos conduce al peligroso terreno habitado por Michael Myers, un asesino más despiadado que los anteriores. El verdadero enmascarado de todos ellos, porque en este caso, se puede decir que la máscara define el personaje. Myers no hablará nunca porque en su mundo no existe nadie más que él y su acelerada vocación por matar, quizá para quedarse aún más solo que lo que lo está por su aparente autismo. Es verdadera e incomprensiblemente inmortal, eso sí.
En este caso, el personaje no necesitaba que el actor pasara muchas horas en maquillaje. La máscara le cubría todo el rostro. Por lo tanto, lo que se necesitaba, como en los anteriores casos, era un actor que tuviera una gran corpulencia. El primer enmascarado de la noche de Halloween fue un antiguo compañero de estudios del director del film, el famoso John Carpenter. El actor se llama Nick Castle. Ambos habían estudiado en la escuela de cine. También de forma casual, como hemos visto con anterioridad, el papel recayó en este actor, que se dejó caer por el estudio de rodaje antes de comenzar la filmación. El papel no entrañaba demasiados riesgos, así es que Carpenter se lo ofreció. Y aceptó.
El siguiente actor que interpretó el personaje también lo hizo de forma algo casual, aunque buscada. Sucedió que Dick Warlock, el que interpretaría a Myers en la segunda parte, solicitó primero el puesto de coordinador de especialistas para la secuela. Acudió a los Estudios y, sobre la mesa del director, al que esperaba porque iba a hacerle una pequeña entrevista para el trabajo, vio la máscara. Se la puso, bajó a la planta inferior donde se situaba el hall de entrada y cuando se cruzó con una secretaria, ésta “casi se muere del susto”, como reconocería posteriormente. Recordemos que algo muy parecido a esto le sucedió a Boris Karloff, caracterizado de Frankenstein, que perdió la libertad de andar por los estudios disfrazado, para no causar pequeños estragos entre el personal.
El resto de actores que han interpretado a Michael Myers, como pasara con la mayoría de los que se pusieron la máscara de hockey de Jason, fueron especialistas. Actores que sustituyen a los protagonistas y estrellas de éxito en las escenas de riesgo.
El padre de Karloff, diplomático de carrera, hizo que la familia viajara por muchos lugares. Desde que tuvo recuerdo, a Karloff siempre le atrajo la vida del actor. Cuando la familia recaló en Canadá, proveniente de la India, encontró trabajo en una granja, aunque sus aspiraciones siempre le empujaron a trabajar en el teatro.
Tras los engaños, los primeros trabajos como actor teatral, se van intercalando con el trabajo que encuentra hasta que en 1917 decide marchar a Los Ángeles. En un primer momento no encuentra otra cosa que papeles secundarios. Sin sobresalir en los escenarios, consiguió estar presente en unas cuarenta películas hasta que llegó su gran papel.
Después de que Bela Lugosi (Drácula) rechazara interpretar al monstruo, el director James Whale dio con el que sería su Frankenstein mientras almorzaba en el restaurante de los estudios Universal. Allí, en una mesa cercana, estaba el ya cuarentón actor desconocido. Whale era lo suficientemente conocido como para que Karloff se levantara de su silla y se acercara a él al sentirse observado y señalado.
El director le pidió que se sentara y le dijo “Tu cara tiene enormes posibilidades”. Le propuso que hiciera una prueba para la película, a lo que Karloff, que todavía se hacía llamar William Henry Pratt, accedió. “por primera vez he conseguido un empleo largo como para comprar ropa nueva… ¿tan solo para esconder esta recién encontrada belleza bajo un maquillaje monstruoso?”.
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Richard Broker, intentando mejorar la interpretación del criminal, le preguntó al director, Steve Miner, por las motivaciones que tenía Jason para asesinar. El director contestó que era mejor que no se planteara qué motivaciones tendría para una u otra escena, porque Jason no tiene motivaciones“.
Otros Actores Enmascarados
Aunque la máscara era un castigo, o una precaución, no cabe duda que la imagen de Hannibal Lecter con esta máscara es ya un hito del cine
Jigsaw, otro enmascarado. En esta ocasión, solo para ocultar el rostro, porque “Él no mata a nadie”.
El ‘penúltimo’ éxito enmascarado. En este caso es el rostro de un niño, pero también es deforme, ¿dónde hemos visto eso? Todo parece inventado hace algún tiempo, ¿no creen? Aunque seguimos pasando miedo…
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Para saber más:
“El Cine Fantástico y sus Mitologías”, Gérard Lenne. Editorial Anagrama.
“Monstruos Sagrados”, Doug Bradley. Nuer Editores.