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Alberto II, el rey imprevisto
Alberto II de Bélgica anunció su abdicación en favor de su hijo Felipe.
Este monarca, que comenzó su reinado en el año 1993, no estaba destinado al trono en el momento de su nacimiento; de hecho, lo más probable es que no llegara a reinar: en primer lugar, porque no nació como hijo de rey, sino de su hermano, bajo la perspectiva de que su tío Balduino llegase a tener hijos que le adelantaran en la línea de sucesión al trono y, en segundo lugar, por los cruentos efectos que tuvo la II Guerra Mundial en su país, que dejaba la monarquía del país con un destino incierto.
Alberto II , el segundo hijo del rey Felipe III de Bélgica
Alberto fue el segundo hijo del rey Felipe III de Bélgica y la reina Astrid de Suecia, que moriría poco después de su nacimiento en un accidente de coche. Nacido en 1934, Alberto tenía un hermano mayor, Balduino, que era el heredero al trono de su padre.
Sin embargo, cuando apenas tenía cinco años, el joven príncipe vio cómo la corona belga comenzaba a tambalearse; con la llegada de Hitler al poder en Alemania y su conquista de Polonia, se antojaba que Bélgica podía ser uno de sus siguientes objetivos.
Francia y Reino Unido ofrecieron ayuda para su defensa, pero el rey Leopoldo la rechazó para mantener la neutralidad de su país en la guerra ya declarada. Pensaba que su país estaba bien preparado para enfrentarse a cualquier ataque, dadas las reformas que habían hecho durante la década de los 30 en cuestiones militares.
Hitler se encargó muy pronto de sacarle de su error; sus tropas invadieron Alemania el 10 de mayo de 1940 sin apenas resistencia.
Leopoldo III envió a sus hijos al exilio, primero a Francia y luego a España y, a diferencia de la mayoría de su gobierno, que huyó, se quedó en Bélgica para hacer frente a los invasores, indicando públicamente que aceptaría el mismo destino que sus tropas, fuese cual fuese.
La rendición de Leopoldo III ante Hitler
Ante el ataque alemán, el rey se rindió, un acto que fue considerado por muchos (incluidos los miembros del gobierno belga en el exilio) como un acto de alta traición .
Pese a esto, Leopoldo se negó a colaborar con los nazis y se convirtió de facto en un preso de éstos dentro de su propio país, mientras continuaban sus discrepancias con el gobierno en el exilio.
Mientras tanto, sus hijos, incluido el príncipe Alberto, se vieron obligados a volver a Bélgica tras la llegada de los nazis en el mismo año de 1940.
Allí continuaron sus estudios bajo una estricta vigilancia del régimen alemán, hasta que la aproximación de las tropas aliadas convencieron a los nazis de que era demasiado peligroso mantener a la familia real en la región, principalmente cuando el rey estaba en su contra.
Así, en 1944, cuando Alberto tenía solo diez años, Himmler ordenó la deportación de la familia real a Alemania, bajo la estricta vigilancia de la SS.
Fueron llevados a un fuerte en Hirschstein, en Sajonia, y luego fueron trasladados a Strobl, en Austria, donde fueron liberados por las tropas americanas el 7 de mayo de 1945.
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Sin embargo, la familia no volvió directamente a Bélgica tras su liberación.
La situación política posterior a la invasión nazi era tremendamente difícil.
El rey Leopoldo había mantenido una mala relación con el gobierno en el exilio, que no le reconocía ya como rey y que había negociado los términos de la liberación con los aliados por separado, mientras la revuelta población veía con malos ojos el periodo de prisión de su rey a manos nazis y su fama estaba empañada por los rumores de colaboracionismo. Por ello, la familia real se mudó a Suiza.
Leopoldo III, exonerado
En 1946 un tribunal exoneró al rey Leopoldo de cualquier tipo de crimen o traición de guerra y, en los años posteriores, se produjo un referéndum para preguntar a la población si el rey debía volver o no.
El 57% de los habitantes del país votaron a favor, por lo que el rey volvió a Bélgica en el año 1950 junto con sus dos hijos, Balduino y Alberto.
Sin embargo, el país los recibió con graves protestas y huelgas, sobre todo en las regiones donde la mayoría de la población había votado en contra de su regreso por lo que, temiendo una división total y profunda del país, el rey Leopoldo decidió que abdicar en su hijo Balduino sería la única forma de preservar la paz interna y la monarquía en Bélgica al mismo tiempo, mientras el gobierno belga le presionaba para tomar esa misma decisión.
Baulduino, rey
Balduino se convirtió en rey el 17 de julio de 1951, cuando solo tenía 20 años, convirtiendo al joven Alberto en su heredero.
Sin embargo, Balduino era joven y se consideraba que pronto tendría herederos propios que ocuparían el lugar que hasta entonces había tenido Alberto.
Sin embargo, Balduino no tuvo ningún hijo de su matrimonio con la aristócrata española Fabiola de Mora, con la que se había casado en 1960 y, a medida que pasaban los años, la imagen de Alberto como futuro heredero de su hermano se hizo cada vez más y más real.
Alberto se había casado en 1958 con la noble Italiana Paola Ruffo di Calabria y tenía tres hijos con ella: Felipe, que se convertirá este mismo año en rey de Bélgica, Astrid y Laurent, que aseguraban la sucesión al trono a través de su persona.
Sin embargo, durante mucho tiempo se habló de que Balduino pensaba nombrar como heredero no a su hermano, sino a su sobrino Felipe, mucho más popular que su polémico padre, salpicado de escándalos, principalmente de índole sentimental.
Sin embargo, la repentina muerte de Balduino en 1993 mientras estaba en España sin nombrar sucesor directo hizo que su hermano ascendiera al trono ese mismo año.
Veinte años ha durado el reinado de Alberto II como rey constitucional de un país con marcadas diferencias regionales y conflictos de tipo interno.
Se va rodeado de escándalos, algunos de tipo financiero (como la criticada Fundación de la reina Fabiola, la viuda de su hermano) y otros sentimentales (recientemente, la artista Delphine Boël le ha llevado a los tribunales defendiendo que él es su padre, tras haber reconocido el rey haber tenido una aventura con su madre y se han publicado varios libros, en los que se acusa a los reyes de un comportamiento disoluto y al príncipe Felipe de haber mantenido relaciones homosexuales antes de su matrimonio con la princesa Matilde).
Deja a la monarquía holandesa con unos índices de popularidad muy bajos y el destino de la misma quedará, a partir del próximo día 21 de julio, en manos de su hijo, que reinará con el nombre de Felipe I.