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Hay temporadas a lo largo del año que parece que el amor está en el aire. Los días que giran en torno a San Valentín y la primavera que se acerca ciertamente son temporadas que invitan a ello. Pero debemos recordar que el amor no siempre acaba bien, pese a lo que intentan constantemente hacernos creer las películas de Disney y muchas comedias hollywoodenses.
La Historia, como maestra de vida, nos lo ha enseñado en numerosas ocasiones.
Todos conocemos historias de amantes que no terminan precisamente en un “felices para siempre”, como la historia de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, la de Abelardo y Eloísa o la de Cleopatra y Marco Antonio, pero hay muchas otras que no son tan conocidas pese a ser igualmente interesantes. ¿Quieres conocer algunas? ¡Pues sigue adelante!
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El joven amor imposible de Miguel Ángel
El grandísimo artista renacentista Miguel Ángel Buonarotti (1475-1564) ha pasado a la historia principalmente por su habilidad como pintor, escultor y arquitecto. Pero, lo que poca gente recuerda es que también fue un ávido escritor y un hábil poeta, dejándonos para la posteridad más de 300 poemas y diversos escritos donde reflejaba sus
Fue en una carta donde el genial artista plasmó la profunda pasión que le había despertado un joven noble italiano, llamado Tommaso Dei Cavalieri, cuando le conoció: “El cielo hizo bien impidiendo la plena comprensión de vuestra belleza…Si a mi edad no me consumo aún del todo es porque el encuentro con vos, señor, fue muy breve”.
Se habían conocido en 1532, cuando Miguel Ángel superaba la cincuentena y Tomasso era un muchacho que rondaba la veintena. El joven Tomasso era el epítome de la belleza masculina de ideal clásico que tanto admiraba el artista renacentista y esta laureada hermosura, unida a su gracia, su dotado intelecto y su gusto por el arte, enamoraron a un Miguel Ángel que ya había dejado atrás su juventud.
Se convirtieron en amigos y Miguel Ángel se dedicó a admirar a su joven amado desde la distancia. Le convirtió a su “musa” y se sabe que algunas de sus obras estuvieron inspiradas por él, como sus famosos dibujos “El Sueño” y “El rapto de Ganímedes”. También le dedicó numerosos poemas de excepcional belleza donde Miguel Ángel describe constantemente lo enamorado que está de Tomasso y cómo considera que él es el epítome de todas las virtudes de la Creación.
No se sabe con seguridad hasta qué punto Tomasso llegó a corresponderle; algunos defienden que mantuvieron una relación carnal, mientras que la mayoría consideran que, por parte del joven, solo se trató de una amistad platónica repleta admiración pues, en sus cartas, Tomasso suele hablar siempre tan solo de una profundísima amistad y afecto. Tomasso llegó a casarse y a tener hijos, mientras Miguel Ángel le admiraba desde la distancia, manteniendo sin fisuras una amistad fiel que duró décadas.
No le dejó de admirar hasta su muerte, treinta años después de conocerlo y Tomasso fue una de las pocas personas que fueron llamadas para que acudieran al lecho mortuorio del artista en sus últimos momentos, a donde acudió presto, prestando el consuelo en sus últimos momentos a aquel hombre que solo pudo llevar a la realidad el amor que sentía por él en su divino arte.
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