La figura del ex-Presidente de Estados Unidos, Hussein Barack Obama, es objeto de estudio desde todos los planos posibles.
La importancia de su cargo y de su país sobre el mundo, y el delicado momento económico que vivimos en este mundo globalizado, ha llevado a los periodistas e investigadores a preguntarse, ya antes de que fuera Presidente, cuál era su base y formación intelectual y literaria. No cabe duda que se trata de algo fundamental si ha de llevar las riendas de la nación más poderosa de la Tierra.
Hacer un repaso por sus lecturas preferidas nos conduce a realizar una interesante travesía.
Cualquier observador podría deducir que la palabra de Abraham Lincolnpodría ser, a tenor del número de veces a las que se refiere, una de sus lecturas preferidas. El mismo observador podría apuntar a John Fitzgerald Kennedy, a propósito de sus discursos y de las influencias reconocidas por uno de sus asesores (conocido por un curioso asunto que trascendió antes de las elecciones presidenciales), otra de las fuentes literarias, además de políticas, del
En aquellos años en que comenzaba a ser un buen orador que ya convencía a sus compañeros de estudio. Pero fue antes cuando encontró la literatura de James Baldwin, Richard Wright, Ralph Ellison o W.E.B. Dubois. En la adolescencia buscaba encontrar su identidad, sobre todo en el aspecto racial, motivado por el clima social apartheid.
Obama ha reconocido que siempre ha recurrido a la literatura para “huir de la burbuja del egocentrismo” o para adquirir discernimiento, así lo escribe en su primer libro “Los Sueños de Mi Padre“.
Obama creció en un mundo que nadaba en la abundancia, un mundo de blancos lejano a la África de la que procedían sus antecesores. Y esa cuestión, como otras de importancia tales como la religión, trascendentales en su vida, le han conducido a contextualizarlas a través de la literatura.
En tiempos universitarios leyó a Nietzsche y a San Agustín, quizá indagando aún más en aspectos espirituales e intelectuales. En los últimos tiempos, sus lecturas nos ponen sobre la pista del sentido de sus decisiones.
Por ejemplo, hace pocos años señalaba a “Team of Rivals” (Tiempo de Rivales), de Doris Kearn Goodwin y que trata sobre la decisión de Abraham Lincoln de incluir a adversarios en su gobierno, como la práctica que está siguiendo a la hora de conformar su equipo de gobierno, que tantos problemas le está provocando.
Pero son otras muchas las lecturas que se apuntan en el perfil literario de Obama como predilectas. De un lado, con el trasfondo de la búsqueda de identidad, como “La Canción de Salomón“, de Toni Morrison; y siguiendo con el tema de la identidad, se cita como lectura del presidente “El Cuaderno Dorado” de Doris Leasing o “El Hombre Invisible” de Ralph Ellison, donde de nuevo vuelve a primer plano el tema de la raza.
En sus momentos de ocio, desconocemos si ahora dispone de muchos, y como figura en Facebook, prefiere leer a Shakespeare o Melville.
Con las palabras adecuadas todo podía cambiar”, dejó dicho hace mucho tiempo Barack Obama. Esperemos que no sean solo palabras adecuadas, sino hechos adecuados para poder emerger de la crisis económica que asola su país, y de forma colateral y directa al resto del mundo.
Artículos Relacionados: