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Si el gran Bertold Brecht viviera no sólo estaría en contra de las telenovelas sino de casi todo el cine que se hace en la actualidad, sobre todo del que se hace en Hollywood.
Algunos estudiosos de Brecht me dirán que no, que no es tan así, que no está bien entendida su teoría del distanciamiento, que no hay duda de que no soy un experto, que ¡qué se cree este neófito!… y argumentarán improperios legítimos e ilegítimos hacia mi persona.
Bueno, por suerte, la gente no se mata en la actualidad por un escrito, cualquiera sea éste, por lo menos en occidente, así que puedo dormir tranquilo.
Bertold Brecht y su teoría del distanciamiento
El dramaturgo alemán creó un teatro distinto. Y no sólo creó una teoría nueva, sino que la puso en ejecución en sus representaciones. Es arduo el análisis de su teatro y de su desarrollo teórico, pero me interesa hablar del distanciamiento (“Verfremdungseffekt” en su idioma original), pilar fundamental de su teoría.
El distanciamiento se basa en un hecho fundamental: la búsqueda, en cualquier representación, de que el espectador no se identifique emocionalmente con la trama de un argumento ni con sus personajes.
El planteamiento está apoyado, en parte, en el materialismo dialéctico de Marx, y busca que “el pueblo” pueda pensar las causas y orígenes de sus problemas. Las obras teatrales tenían que ser representadas de forma que hubiera siempre tiempo y lugar para pensar, para razonar y sacar conclusiones al respecto. No luego, sino durante la representación. Lo bueno del gran Brecht fue que “inventó” una forma de hacer teatro acorde a esta teoría.
¿Bertold Brecht en contra del cine, la televisión, y un largo etcétera?
El éxito de gran parte de los programas televisivos, de mucho de lo que se ve en cine y de muchas de las representaciones que vemos, se basan en la teoría opuesta a la de Brecht, es decir: cuanto más se identifique el espectador con la trama y los personajes ¡mucho mejor!
Quizá en la actualidad ya no nos interese pensar tanto, sino vivir la vida de otros. Es eso lo que genera el éxito de cualquier serie o de cualquier telenovela donde la identificación del espectador con los personajes es condición sine qua non. Claro que el materialismo dialéctico ya no está de moda. Ni hay “un pueblo” que necesite pensar.
Brecht habría rechazado este cine, esta televisión, se habría refugiado en el teatro, pero su teatro no hubiera sido popular, sino un teatro de vanguardia o experimental, como en parte lo fue en su momento… aunque quién sabe…
Sí sabemos que la mayoría de los guionistas en la actualidad no leen a Bertold, que la estética de la mayoría de las películas que vemos hacen un relato especialmente pensado para que nos identifiquemos con él, que los relatos audiovisuales (cualquiera sea su denominación) que utilizan otro lenguaje son, de alguna forma, marginales.
Como al mercado lo rige la mayoría (y aunque el mercado también influencia a la mayoría para que vea tal o cual cosa), parece ser que la mayoría no desea detenerse a pensar mientras se está proyectando una película o una telenovela. -¿Y quién te crees tú- dice otro desde arriba de una tribuna- para acusarnos de insensatos?
Al fin y al cabo vamos al cine para distraernos. Si queremos pensar lo hacemos después en nuestras casas o en el restaurante y si nos es necesario. No vaya a ser que interrumpas la película para explicarnos por qué el protagonista es un inmoral, por qué la mujerzuela es buena, etc, etc…
Es cierto, yo soy parte de esa masa que se mete dentro de la pantalla y desaparece allí, y no hay casi nada más maravilloso que eso.
¿Bertold Brecht a la basura?
Quizá sea una especie de utópico o moralista (Brecht lo era un poco), pero a veces me pregunto: ¿Qué sería de nosotros sin la “magia del cine” o de cualquier otro medio audio visual seduciéndonos con sus colores y sus fragancias a héroes y villanos? ¿Qué vida tendríamos sin una pantalla que intente reflejar nuestras vidas reales o las vidas que quisiéramos vivir en otras vidas imaginarias?
Hay un capítulo de los Simpson en el que la televisión se apaga y los chicos de todo Springfield, al no poder ver su serie favorita, salen a jugar, se encuentran y son felices.
Si pudiéramos aplicar la teoría del distanciamiento a nuestras vidas, quizá podríamos aplicarla también a la creación de guiones, videos, películas, novelas, etc.
Posiblemente me esté yendo por el laberinto de las palabras. Es mejor tirar a Bertold Brecht a la basura y dedicarnos a ver la serie Lost desde el capítulo uno, al ciento no sé cuánto. Sentados en el sillón, imaginándonos en una isla verde, asustándonos con ese monstruo de humo.
Brecht esperará en la basura hasta que a algún loco se le ocurra sacarlo de allí y ponerlo de moda. Cuando esto suceda recordaremos la vieja época dorada en que veíamos películas para distraernos.
El Teatro de Bertold Brecht
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