Contenidos
Chaïm Soutine (1893-1943), en realidad Jaím Solomónovich Sutín, nació en Minsk, Biolurrusia.
Tras vencer la resistencia de su familia y comunidad (judía ortodoxa), se matricula en un curso de diseño en su ciudad natal, para después, pasar a la Escuela de Bellas Artes de Vilna.
Te va a interesar:
La Colmena. La Ruche de Montparnasse
En 1914 Chaïm Soutine se instala en París, residiendo en La Ruche de Montparnasse (La Colmena), lugar elegido por los jóvenes artistas enamorados de una vida tan artística como las obras que pergeñan.
En La Ruche se alquilan pequeños talleres a los que llaman “ataúdes” por su escaso y limitado tamaño. Pagan pequeñas rentas de alquiler, pero el edificio además sirve como sala de exposiciones y para darse a conocer. Allí se dan cita escritores, pintores, escultores…
Allí residen artistas como Modigliani, Diego Rivera y Marevna, que en aquel tiempo eran amantes, Fernand Léger o Marc Chagall…
Soutine, que vive en la pobreza en esos primeros años parisinos, recibe el apoyo de Modigliani o Zborowski. Tras realizar dos centenares de pinturas, perfeccionando su estilo comienza a definir su estilo, lo que también se traduce en un vida económica más próspera.
Cómo pintó Soutine El Botones
Óleo sobre lienzo. 1925-26 (98×80) Museo Nacional de Arte Moderno de París. Centro Pompidou. París. Francia.
Chaïm Soutine realizó diferentes retratos centrados en trabajadores del más bajo nivel social: camareras, porteros de hotel, botones… en los que se muestra la dureza de su existencia.
Delgado, muy delgado, casi escuálido, su rostro le hace parecer más mayor por su expresión consumida y su mirada lánguida. La angulosidad de la figura provoca una fuerte inquietud.
La postura del botones
El Botones se nos aparece con una actitud despreocupada: las piernas abiertas y las manos apoyadas dan idea de desafío. Se ha dicho que es la imagen llamativa de alguien a quien nadie presta atención, aún viéndole.
La cabeza parece ajena al cuerpo, como si flotara. El rostro, con la mirada apartada pero consciente de sus pensamientos, junto con los labios arrugados, nos ofrecen una expresión confusa, entre la insolencia y la servidumbre debida.
Chaïm Soutine manejaba el cromatismo con cautela. Las pincelas energéticas de ‘El Botones‘ junto al fondo negro y el rojo del uniforme, además de las motas blancas, añaden textura y tonalidad a la obra.
El conjunto ofrece movimiento y nos lleva a imaginar ese momento de tregua para un trabajador castigado por el esfuerzo, y un presumible salario precario.
Pincelas circulares
Todos los motivos apuntados hasta ahora daba a ‘El Botones’ el carácter de obra maestra, a lo que hay que sumar el movimiento creado con la destreza del pincel. Pinceladas circulares, expresivas, que le han comparado con Vincent van Gogh, algo de lo que huía Chaïm Soutine, pero que en el caso de ‘El Botones‘, con sus rasgos contradireccionales, transmiten la emoción de la historia que quiere contar.
Soutine, la fama tiempo después
Soutine fue un gran amigo de Modiglani, para el que llegó a posar en alguno de sus retratos.
En el año 2013 El pequeño pastelero de Soutine se vendió por 18 millones de dólares .
Aquí lo tienen, para disfrutarlo algo más económico y (casi) por lo mismo que percibió Soutine…
Se trataba de una subasta en la que también se subastaron cuadros de Joan Miró, del que se vendió “Peinture” y “Personaje oscuro frente al sol” por 10,9 millones y 4,1 millones, respectivamente; y de Pablo Ruiz Picasso: “Mandoline et portée de musique“, que alcanzó un precio de 9,1 millones de dólares o “Mujer sentada con vestido rojo sobre fondo azul” que llegó hasta los 8,5 millones.
Quizá el mundo esté loco, sobre todo el mundo del ARTE.