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Historia de la Aspirina
La corteza de sauce blanco (Salix alba) en concreto fue utilizada por chinos, egipcios, griegos y romanos como tratamiento contra el dolor y contra la fiebre.
Ya en el siglo V a.C. Hipócrates, padre de la Medicina, trató los dolores con un brevaje de sauce y hay constancia de este mismo uso en los escritos de otros clásicos famosos como Plinio el Viejo o Dioscórides.
Y es que, desde el principio de la humanidad, el hombre ha intentado buscar cura para su dolor físico. Al principio, la naturaleza fue la fuente de remedios mediante raíces, cortezas y hojas de diversas plantas.
A partir de la adormidera, el sauce, el cáñamo o la mandrágora se conseguían los efectos medicinales buscados.
En la Edad Media, el gremio de los canasteros hizo legislar el uso de la corteza de sauce debido al empleo masivo de los sauces por la incipiente industria de la cestería.
Este hecho obligó a la clase médica a recurrir a otras sustancias con efecto analgésico como el opio.
De esta forma la corteza de sauce quedó en el olvido hasta el siglo XVIII en el cual los remedios naturales fueron abriendo paso a las investigaciones científicas y éstas dieron sus frutos proporcionando soluciones químicas específicas.
En 1763 Edward Stone presentó un informe en la Real Sociedad de Medicina Inglesa referente a las propiedades terapéuticas de la corteza de sauce blanco.
Había suministrado la sustancia a 50 pacientes con fiebre obteniendo un éxito rotundo, lo que avivó el interés de los investigadores por identificar la sustancia curativa.
En 1828 Johann A. Buchner logró aislar una sustancia amarillenta en forma de cristales de sabor muy amargo que llamó salicina. Era el principio activo de la corteza de Salix alba que también se encontraba en otras plantas como la Spiraea ulmaria, fue ésta la que posteriormente inspiró el nombre de aspirina.
Para prevenir la posible escasez de esta sustancia, se vio la necesidad de sintetizarla.
El francés Charles Gerhardt hizo un primer intento de acetilación de la salicina cuando buscaba una alternativa al ácido salicílico que presentaba algunos inconvenientes, como un excesivo sabor amargo e irritaciones en el sistema digestivo tras su ingestión.
Sin embargo la solución obtenida presentaba demasiados efectos secundarios e impurezas y el método resultaba muy complicado.
Esta fue la razón por la cual sus experimentos fueron relegados en el olvido aun habiendo sido recogidos en la literatura científica de su tiempo.
Félix Hoffmann desarrolla un nuevo método para crear aspirina
Hubo que esperar hasta 1897 para que un jóven químico llamado Félix Hoffmann retomara estos estudios.
Fue en el seno de la compañía Bayer, dedicada en aquellos tiempos a la fabricación de tintes y de algunos fármacos, donde Hoffmann desarrolló un nuevo método para obtener ácido acetilsalicílico espoleado por un interés personal ya que su padre padecía de reumatismo crónico tratado con ácido salicílico.
Los trabajos de Hoffmann tomaron como referencia los experimentos de Gerhardt, se centraron en modificarlos y perfeccionarlos y permitieron obtener un producto más estable y puro químicamente que el de su antecesor.
El producto obtenido era un polvo blanco que, transformado luego en comprimido, fue comercializado como aspirina a partir del año 1899.
¿De dónde procede el nombre aspirina?
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El nombre comercial de aspirina viene del vocablo “Spiraea”, que en Botánica designa una familia de plantas, la letra “a” inicial indica el proceso de acetilación al que se somete al ácido salicílico para convertirlo en ácido acetilsalicílico y la sílaba “in” era una terminación que solía añadirse a los medicamentos en aquella época.
Las excelentes propiedades analgésicas y antipiréticas de este producto sumadas a su bajo coste permitieron su uso generalizado en todo el mundo y si es cierto que los conflictos bélicos de la primera mitad del siglo XX hicieron mella en la comercialización del producto, enseguida las presiones comerciales sucedieron a las políticas restableciendo el orden inicial.
Hasta la segunda mitad del siglo XX no se empezó a conocer su utilidad en el tratamiento de un amplio rango de patologías.
Síntesis de la Aspirina
En el año 1971 el farmacólogo británico John Vane describió con detalle el efecto inhibidor de la aspirina sobre ciertas sustancias llamadas prostaglandinas que se encuentran en nuestro organismo.
Vane demostró que las prostaglandinas intervienen en el control de la inflamación, contracción muscular y temperatura, lo que explicaba la acción del fármaco.
Casi simultáneamente, dos investigadores, Smith y Willis, revelaban que la aspirina es capaz de impedir que las plaquetas que circulan por el torrente sanguíneo se agrupen formando coágulos y trombos, lo que la proyectaba como medicamento con importantes aplicaciones en patologías cardiovasculares.
En 1985 el Servicio de Salud norteamericano anunció que los pacientes que habían sufrido algún ataque al corazón veían reducido a una quinta parte el riesgo de sufrir un segundo ataque si consumían aspirina, además de disminuir el riesgo de angina de pecho.
Estos descubrimientos estimularon la investigación permitiendo añadir nuevas e insospechadas aplicaciones a este fármaco.
Así en 2001 se publicó un estudio que desvela la eficacia de la aspirina para prevenir la embolia cerebral y el “síndrome de la clase turista” en los viajes de avión.
También se han iniciado investigaciones para confirmar su utilidad en transplantes para evitar el rechazo de órganos y para la prevención del cáncer de colon, estómago, mama y próstata.
Hay trabajos que revelan los posibles beneficios sobre los enfermos de Alzheimer y su capacidad para prevenir la ceguera en diabéticos. En ginecología podría prevenir algún tipo de aborto y se investiga su posible interés para el tratamiento de la infertilidad femenina.
Actualmente se realizan más de tres mil investigaciones anuales sobre este producto cuya historia aún no se ha acabado de escribir.
Este medicamento, la aspirina, forma parte del Libro Guinnes de los Records desde 1952. Viajó a la Luna en 1969, proporcionó un Premio Nóbel a John Vane en 1982 y forma parte de nuestro acervo cultural hasta el punto de aparecer en cientos de obras literarias, cómics, películas sellos de correos y canciones.
En 1930, Ortega escribió que “la vida del hombre medio es hoy más fácil, cómoda y segura que la del más poderoso en otro tiempo. ¿Qué importa no ser más rico que otros si el mundo lo es y proporciona magníficos caminos, ferrocarriles, telégrafos, hoteles, seguridad corporal y aspirina?”.
Hoy vemos las profundas transformaciones que han sufrido desde entonces los factores que mencionaba el famoso filósofo y escritor, pero la aspirina continúa siendo el medicamento por excelencia.