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Los hemos visto sobre las excelsas cabezas de escritores, generales y filósofos griegos y latinos de la antigüedad… Sobre la insigne cabeza de Julio César, también lucía una corona de laureal, aunque se dice que una de las razones por las que la llevaba, era para disuadir de la vista su calvicie. Pero, ¿qué ha significado en la Historia el uso de las coronas de laureles?
dormirse en los laureles
Mucho tiene que ver el popular dicho: “dormirse en los laureles” que, como todos sabemos, significa que alguien se relaja después de un triunfo o de hacer algo realmente bien. Y, por aquí, tenemos la explicación.
¿De dónde procede y qué significa la corona de laureles?
Una corona de laurel es una corona circular hecha de ramas entrelazadas por hojas del laurel (Laurus nobilis). Se trata de un árbol de hoja perenne cuyas hojas desprenden un olor agradable y que suele alcanzar 10 metros de altura.
Los antiguos egipcios también llevaban un tipo de corona como tocado, aunque la suya estaba hecha de flores y recibía el nombre de guirnalda. En Grecia, y particularmente en Roma, los emperadores llevaban coronas de laurel, que se entregaban a los valerosos soldados para simbolizar sus gestas y como símbolo honorífico.
De hecho, el “laurel” y las “flores”, en concreto la “rosa” tenían dos significados de dos maneras diferentes: literal y simbólica. El laurel florece de forma “temprana”, mientras que la flor se marchita más rápido que la rosa. Desde ese punto de vista: el laurel representa la victoria como algo duradero, mientras que las flores, en particular las rosas, representan el respeto por los muertos, en forma de ofrenda, algo que se viene haciendo desde la antigüedad. Y que conservamos en la actualidad, por supuesto.
En la actualidad
En los Juegos Olímpicos que se celebraron en 2004 en Atenas, Grecia entregó coronas de laurel a los ganadores, para recordar ese pasado glorioso.
En algunos países, la corona de laurel se sigue utilizando como premio y como símbolo de excelencia entre los alumnos cuando concluyen sus estudios universitarios. La corona se entrega a los jóvenes en la ceremonia de graduación.
La palabra “laureado” que podemos leer en muchos casos asociados a la brillantez de un novelista, cineasta o poeta, por poner tres ejemplos, se refiere a la corona de laurel.
La corona laurel de Napoleón
Cuando el artista Jacques-Louis David recibió el encargo de reflejar en el lienzo la “coronación de Napoleón como emperador”, pintó ‘La consagración’. Uno de los elementos fundamentales del cuadro es la corona que luce el “emperador de media Europa”. Por supuesto, se eligió el laurel, al más puro clasicismo representado por los antiguos triunfadores, como Julio César, pero se necesitaba algo más sofisticado y deslumbrante.
Así pues, qué mejor que una corona de oro que imitase las hojas de laureles sobre su cabeza. Algo más propio para Bonaparte.
Pero la corona de laurel no solo estaba representada sobre el lienzo. Existió en realidad. Se le encargó al orfebre (oficial) Martin Guillaume Biennais, que hizo una corona enlazando 44 grandes hojas y doce de un tamaño menor. A Napoleón le gustó, pero se quejó del excesivo peso. Así que el maestro Biennais, arrebató seis hojas, que entregó una a cada una de sus hijas. Lo que son las cosas, una de esas hojas fue subastada en Fontainebleau, por un valor de 589 mil dólares, según informó la casa de subastas Osenat, que se encargó de la operación.
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