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Desde que el mundo es mundo, el ser humano, e incluso muchas especies del reino animal, sienten una irresistible atracción hacia lo lúdico. El juego es una manera no sólo de entretenerse, sino también de probarse a sí mismo, de intentar superarse, de competir contra otros y superarlos también, es una manera a veces de imponerse, de desafiar, y también a veces se le otorga el poder de tomar decisiones por nosotros mismos (recordemos el tradicional juego de piedra-papel-tijera).
El juego normalmente sigue unas reglas, si bien el juego arbitrario forma parte de nuestras vidas desde que nacemos. Pero efectivamente cuenta con una serie de reglas que hay que seguir, cuando alguien las quebranta, hace trampas, y el juego pierde toda limpieza y su esencia en general. Pero ¿siguiendo las reglas es como se gana? No sólo se trata de ser habilidoso, en todo juego interviene un componente aleatorio, una parte de libre albedrío que no podemos controlar, y que en ocasiones es el componente principal, como sucede en los juegos de azar.
Es precisamente en los juegos de azar donde encontramos más tentativas de hacer trampa, porque interviene el factor dinero, y cuando el juego se emplea no sólo para divertirse sino también con una finalidad lucrativa, se incrementa la necesidad de ganar. Algunos harían todo con tal de ser el ganador, pero ¿quiénes son los que más tratan de hacer trampas? Curiosamente, no aquellos que se encuentran en dificultades financieras o que no tienen recursos, sino todo lo contrario: los millonarios también hacen trampas, y normalmente les sale bien la jugada. Sin que tengan que ser muy sofisticadas sus astucias, en la mayor parte de los casos logran su objetivo a pesar de que los croupiers descubran que están haciendo juego sucio. ¿Por qué se salen con la suya? Sencillamente, porque tienen dinero. Y los directores de los casinos prefieren dejarles hacer trampa puntualmente y perder una cantidad que, aunque no sea precisamente discreta, es sobradamente inferior a lo que perderían si un millonario decide no volver a acudir a su casino. Un cliente satisfecho siempre vuelve.
¿todo el que consigue ser millonario lo consigue haciendo trampas?
Entonces, nos surge la cuestión, inevitablemente, de si todo el que llega a ser millonario lo consigue haciendo trampas. Da que pensar, porque normalmente nos queda muy lejano el poder adquisitivo de esa pequeña porción de la humanidad que tiene tanto dinero que no podemos alcanzar a comprender qué se puede hacer con tanta riqueza. La tendencia de pensamiento es: “si yo no puedo obtenerlo, es que quien lo obtuvo no lo hizo honestamente”. Sin embargo, y hasta que se demuestre lo contrario, sí que algunas de las personas más ricas del planeta parecen haber amasado sus fortunas con trabajo, honestidad, y con la suerte de por medio. Tener una idea como la de Mark Zuckerberg y saber rodearse de un buen equipo puede llegar a ser tan lucrativo como para colocar en esta lista de Forbes a cuatro de ellos.
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ética o la legalidad en entredicho
Pero también se han descubierto muchos casos de multimillonarios que consiguieron su patrimonio a base de estafas, trampas y negocios que rompen completamente con la ética o la legalidad. Este es un tema que se retrató perfectamente en la primera temporada de Clique, una de las series estrella de HBO. Normalmente los millonarios corruptos, de la misma manera que consiguen salir ilesos en el juego, también salen impunes legalmente hablando, si es que se llegan a abrir una investigación al respecto. Es un recurso muy empleado en el cine (la tercera temporada de Daredevil, serie de Marvel emitida en Netflix, nos muestra un Kingpin con un poder temerario a todos los niveles). Son muchas las películas relacionadas con el mundo del casino en que se muestra a tramposos profesionales o a dueños de salas de juego con métodos deshonestos, y es que las ansias de riqueza muy a menudo acaban entrelazándose con la trampa.
Sin embargo, también se está volviendo muy común abusar de la buena imagen de ciertos millonarios famosos para atraer a incautos y estafarlos para que aporten, voluntariamente, su capital a causas benéficas o bien con intención de ganar fácilmente una fortuna. Aquí se dio la vuelta a la tortilla y el nombre de un millonario es el gancho sin que sea él el autor de la trampa o estafa. Uno de los casos que aún está cazando inocentes es el de Amancio Ortega, dueño del Grupo Inditex y multimillonario reconocido, cuya imagen se ha empleado como reclamo para animar a profanos en la materia a invertir en criptomonedas para multiplicar rápida y exponencialmente nuestro capital. Esta estafa ha puesto en la boca del famoso empresario palabras que jamás a dicho, y ha incluido en el bulo a Carlos Slim. Sin embargo, este caso concreto no tendrá final feliz: cuando la trampa viene de personas sin esos contactos que sólo los millonarios consiguen tener en todos los círculos, difícilmente llegarán a salir airosos de la situación. Luego, definitivamente, serán los ricos quienes tengan mayores probabilidades de jugar a hacer trampas, ya que, a fin de cuentas, para ellos, siempre será sólo un juego.
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qué gran verdad. dinero y trampas van unidos porque con el dinero se compran voluntades. el ser humano es víctima de sí mismo.
Abrazos.