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En una ya usual tarde (nada) invernal de enero, Luis Antonio de Villena nos deleito el pasado viernes día 12 con una entrañable, didáctica y sabrosa charla en la madrileña librería Rafael Alberti, algo a lo que ya nos tiene bien acostumbrados.
Más allá de hablarnos de esa parte de sus memorias que se desgrana en ‘Dorados Días de Sol y Noche’, junto con la académica Soledad Puértolas, Villena, nos habló de la vida, de su vida, de cómo era este país, que a pesar de todo sigue llamándose España, en aquellos convulsos años que se extienden desde 1974 a 1996; datos trufados por jugosas anécdotas personales que detallaré más adelante.
Sin duda, aquellos años en que comienza este segundo volumen de la biografía de Villena fueron agitados. Estábamos comenzando la década de los setenta, y la mácula sustancial, aunque aún poco visible, de una situación política cambiante, de transición hacia una España democrática; marcaba el devenir de los acontecimientos en todos los ámbitos de la cotidianidad.
Curiosamente, imbuidos en un paisaje extraño, al menos para ellos que como afirmaron en la charla, no parecía que todo aquello estuviera sucediendo realmente. Es sencillo imaginar que sus preocupaciones y sus inquietudes fueron muy disimilares a las de muchas otras personas que militaban contra el franquismo desde distintas barricadas, aquellos que lo hacían desde asambleas clandestinas o por parroquias de barrio, por extraño que esto último pueda parecer. (Barrios como en el que me crié yo, aunque en esos tiempos apenas tuviera 6 ó 7 años y lo que sé lo recuerdo de forma vaga confundido también por lo que escuché a mis mayores bastante tiempo después sobre esa época).
Pero parece, como es normal, que había diferentes perspectivas de cómo era la vida en el Madrid de hace cuatro décadas, cuando como se dice en ‘Dorados Días de Sol y Noche’ la palabra ‘señorito’ contaba con una muy diferente connotación a la que el paso del tiempo ha dotado. El centro de Madrid y su periferia, como siempre y como en cualquier capital de la Europa occidental, desequilibrando las realidades; aunque la mayor parte sin dejar de combatir el tardo franquismo que se antojaba inmortal para (casi) todos.
Encuentros literarios y jugosas anécdotas de Luis Antonio de Villena
Centrándome en el tema que me traía hasta aquí, la charla del pasado viernes, me ha llevado a formularme bastantes reflexiones. En primer lugar, el hecho de que se produzcan estos encuentros y que la afluencia de lectores, sino abrumadora, sí abultada, aún deja margen a la esperanza. ¡Todavía hay lectores! Hay clásicos latiguillos que nos acompañan desde que existe la memoria: la crisis (eterna) del teatro; ya no se lee como antes…; y nuevos latiguillos como que se escribe más que se lee, algo que debe ser cierto 😀
En cualquier caso, este tipo de actos públicos que acercan al autor -su vida y su obra- al lector, son un regalo difícil de cuantificar. Máxime cuando se ofrece la oportunidad de escuchar los detalles, más allá de abstracciones.
Anécdotas
Y, Luis Antonio de Villena nos contó numerosos detalles y anécdotas de aquél tiempo de su juventud, cuando la NOCHE se imponía al día, en un Madrid pudiente, al menos en su círculo más próximo. Y, cómo, en ciertos momentos o no era tan pudiente o el sentido común aconsejaba moderar los gastos. Fue ahí cuando Villena nos contó cómo su madre le preguntó en cierta ocasión qué se le ocurría que pudiera hacer para ahorrar dinero; a lo que contestó que podrían dejar de comprar espuma de afeitar, que se afeitaría con la espuma que le proporcionase el jabón de manos. La sorpresa de su madre fue mayúscula y solo se le ocurrió preguntar si acaso era tan cara la espuma de afeitar… Así las cosas, Luis Antonio de Villena sigue afeitándose utilizando el jabón de manos.
Villena profundizó en cómo se desarrolló su vida familiar contando detalles curiosos que han marcado su personalidad. Por ejemplo, la ausencia de otras figuras infantiles, e incluso masculinas como primos o hermanos; o el hecho de estar rodeado de mujeres, la tía, la abuela, la madre. Como en ocasiones se ha tildado de misógino al poeta, éste no puede por menos que sucumbir asombrado ante tan injusta acusación.
Lo que une el fútbol no lo separa ni el desamor
También nos habló de la relación de sus padres que, separados, no oficialmente porque el Franquismo no podía consentir el divorcio, vivían vidas separadas. No obstante, como socios del Real Madrid, con asientos emparejados, seguían viéndose cada domingo de partido en Chamartín… para hablar de fútbol. Lo que une el fútbol no lo separa ni el desamor, podríamos decir.
Las anécdotas se sucedieron en una espiral encadenada por ese hábito conversador de Villena. Del resto de historias que contó, me quedo con la que refirió cuando Pedro J. Ramirez le propuso ser responsable del área cultural del periódico EL MUNDO cuando era su director. Algo que Luis Antonio de Villena rechazó por su ‘costumbre’ de no madrugar. El rechazo lo presuponía Pedro J., advertido por el periodista Manuel Hidalgo, sin embargo, ‘no se resistió a intentarlo’, aunque fuera misión infructuosa.
Memorias
En los últimos tiempos, me he aficionado a la lectura de memorias. No sé si será por la edad, la mía, que ya vislumbra las 50 primaveras en apenas cuatro años, aunque mi espíritu (si acaso esa cosa existe) se sienta más cercano a la treintena, década que voló como un soplo, tal cual pasa la existencia de los días que me parecen horas.
Quizá sea por eso, por lo que encuentro una luz iluminadora al conocer los aspectos más íntimos de personalidades a las que admiro por su trabajo y por su forma de entender este extraño planeta y, con mucho, la propia VIDA.
Hace pocas semanas concluí las memorias de Morrissey, ‘Autobiografía’. Otro irredento admirador de Óscar Wilde. No encontré en sus páginas lo que esperaba: la fórmula en que su genio creador pergeña las inolvidables letras de sus canciones desde el punto de vista poético y vital. Sí encontré bastantes ajustes de cuentas y constantes miradas de su ego para calibrar la medida y el alcance de su éxito.
Sin embargo, apenas leídas las primeras páginas de Dorados Días de Sol y Noche de Luis Antonio de Villena, y ojeadas con curiosidad algunas del interior, compruebo que me estoy encontrando la VIDA en primera persona, contada sin ambages y acercándome la realidad de una memoria concreta. La plenitud acompañada de amistad y de amor, de literatura, de escritores… bajo la eterna búsqueda de la belleza con la exquisitez del mejor diletante wildeano. Todo un territorio por descubrir y que leeré con delectación.
Más información sobre Dorados Días de Sol y Noche, publicado por la Editorial Pre-textos
Ldo en Ciencias Políticas y Sociología, es Fundador y director de Actually Notes.
Ha escrito -y escribe- en diversos medios tradicionales y digitales.