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Desde que el inigualable Charles Chaplin se pusiera los guantes de boxeo en “Luces de ciudad,” en un combate cómicamente memorable, han sido muchas y buenas las películas que han versado sobre el contradictorio deporte del boxeo.
Conviene recordar que ya en 1926 Buster Keaton había rodado “El boxeador”. Y es que el boxeo protagoniza directa o tangencialmente muchos de los mejores exponentes de la historia del cine.
En especial, debido a la relación del deporte con los sectores más depauperados de la sociedad desde el siglo XIX.
El boxeo es la forma más caballerosa (civilizada incluso) de pelear pero, ante todo, es una disciplina despiadada, que por ello ha gozado históricamente de gran predicamento, en especial entre las clases populares.
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No asombra, pues, que haya sido un perfecto compañe- ro de viaje del desamparo material y afectivo de algunos de los personajes que han protagonizado un pu- ñado de excelentes películas.
Rocco y sus Hermanos, boxeo más que familiar
Obras mayores como “Rocco y sus Hermanos” de Visconti, que en su grandeza trasciende al boxeo en la relación de la historia de una familia pobre.
En ella se ofrecen momentos tremendos, amargos y brutales, que apenas permiten surgir la bondad humana o la ternura que se desprende de alguno de los personajes, como el protagonista Rocco.
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A modo de colofón de esta trágica obra maestra se concluye con una leccion moral sobre la culpa.
Toro Salvaje
En otra gran obra como Toro Salvaje, de Scorsese, se cuenta la historia real de Jack la Mota. Aquí, el boxeo es una válvula de escape no a la penuria económica sino a un carácter violento, insufrible y acomplejado hasta lo enfermizo.
En Toro Salvaje también se expone con acierto y sin excesos la presión ejercida desde grupos mafiosos para amañar combates, una de las lacras más históricamente demostradas del boxeo.
La película supuso además el único Oscar al mejor otorgado al gran Robert de Niro.
Volviendo al tema que nos ocupa, aparece una vez más el boxeo como refuerzo de situaciones extremas y de necesidad, sociales, económicas o emocionales.
El Campeón, Fat City, Más dura será la caida y Cuerpo y Alma
Entre las mejores obras no se puede dejar de citar a “El campeón”, “Fat city”, “Más dura será la caída” y “Cuerpo y alma”.
Rocky, el boxeo en el cine
Dentro del género, es imposible omitir la popularísima saga de Rocky, que encarna Silvester Stallone y de las solo las dos primeras películas de la saga merecen la pena, y tal vez también la última por sus evocaciones de la primigenia Rocky.
Estrenada en 1976, se convirtió en una auténtica obra de culto que consiguió emocionar a toda una generación.
Relata, cual epopeya contemporánea, la historia de un simple matón de barrio, boxeador aficionado, con la oportunidad de enfrentarse con el campeón de los pesos pesados.
La película está narrada con sencillez, dejando para la posteridad varias escenas memorables como aquella de su entrenamiento matutino. El drama culmina en el ring de boxeo, a lo largo de doce asaltos que se han convertido en míticos.
La música es otro de sus fuertes, acentuando en el imaginario colectivo a Rocky como la personificación del afán de superación.
En cuanto a la ambientación boxística hay que reconocer que la verosimilitud cede su lugar a la emoción, por cuanto las defensas de los púgiles son prácticamente inexistentes, algo que en un combate real equivaldría a un suicidio.
Cinderella man, Ali, The Fighter y Million Dollar Baby
De las más recientes destacan “Cinderella man” y “Ali”, también “Million Dollar Baby”.
Son películas apreciables que adolecen de la chispa y originalidad que caracterizó a este subgénero en los años setenta y ochenta. De las más recientes merece la pena “The Fighter”, aún a pesar de haber pasado bastante desapercibida.
Es una cinta de calidad que, sin llegar a ofrecer un argumento novedoso, nos cuenta una historia de superación y de legitimación de la vida a través del deporte, o más bien del éxito en el deporte.
Uno de sus grandes aciertos es que la historia no cae en los tópicos, y resulta meritorio la estupenda y acertada caracterización de los personajes, así como en lo referido a la escenificación y desarrollo de los combates.
Como tantas otras está basada en hechos reales, cuenta la historia de Dicky Eklund (Christian Bale), un ex-boxeador de cierto no bre, adicto al crack, que entrena a su hermanastro menor, el ‘irlandés’ Micky Ward (Mark Whalberg).
Ambos hermanos están bajo la protección y dirección de la posesiva madre, casada varias veces y rodeada de siete hijas ya adultas que actúan a modo de corte redondean- do el matriarcado.
Los personajes, incluidos el marido y el ex-marido son los personajes prototípicos que rodean a un boxeador profesional, aunque hay matices diferentes e interesantes: como el cariño preeminente de la madre por su hijo mayor Dicky, obviando torpemente su adicción a las drogas; y la aparición de la novia de Micky, que inten- tará separarle de su familia…
En este contexto, se estrena un documental sobre Dicky que narra su caída en el mundo de las drogas, momento trágico y genial que coincide con su ingreso en prisión y que rompe la unidad familiar.
Así pues, tenemos en “The Fighter” la novedad de la familia como problema para pasar a ser parte de la solución gracias a la re- dención de Dicky y a la madurez de Micky Ward, que se enfrentará por el título.
Como en toda buena película, tanto la historia como los personajes se alejan de los artificios para centrarse en los sentimientos humanos, con verosimilitud.
Así, a pesar de la creciente impopularidad del boxeo que marcan los tiempos, ningún amante del séptimo arte despreciará un buen drama boxístico.
Merecen, y mucho, la pena…