Fue el periódico The Guardian, en 2007, uno de los primeros medios de información pública quien dio pábulo a las informaciones que desde hacía tiempo se venían publicando en el sitio www.wikileaks.org (fundado en 2006). Un espacio web dirigido por Julian Assange, conocido hacker que mucho tiempo atrás ya se había enfrentado ante un Tribunal de Justicia por ejercer con eficiencia de pirata informático.
El objetivo de Assange es “saber la Verdad”. La verdad de todas las imposturas que se esconden en las sombras de poder político, económico, financiero…
Wired.com publicó las conversaciones que mantuvieron el soldado norteamericano Bradley Manning y Adrián Lamo (hacker y supuesto amigo de aquél), y en las que el primero reconocía haber sido quien proporcionara a Julian Assange toda la documentación, la ingente documentación de carácter secreto y que afectaba a la seguridad de Estados Unidos y unos cuantos países más.
Manning confesó y, al parecer, Lamo le delató.
El escándalo venía en forma de documentos confidenciales que, a través de Wikileaks.org, fueron publicados de forma masiva. Información a la postre que concernía a la guerra de Irak, a la de Afganistán, a los presos de Guantánamo…
Lo asombroso era que un “simple” soldado tuviera acceso a esa información sensible. Durante unas catorce horas y horas al día, los siete de la semana, veía videos y leía informes de alto secreto. Hasta el propio soldado Manning se lo preguntaba “¿qué harías tú con todos esos datos?” Sobre todo cuando los ojos de Manning se topaban con pruebas flagrantes de las “malas prácticas” militares en las que incurría
con demasiada frecuencia el ejército de los Estados Unidos.
Detalles que estaban escapando de la noticia, de la vista de la opinión pública y de la Historia, ocultos en carpetas con el membrete “Top Secret”.
Bradley Manning nació el 17 de diciembre de 1987. Hijo de militares, se convirtió en un experto informático. Tan experto que pronto se inició en la piratería informática. Fue en Boston, de manos de un amigo, y presumible pareja. En este punto de la historia hay que decir que Bradley Manning es homosexual. Un dato, a priori irrelevante, pero que cobra importancia en el momento en el que su padre tiene conocimiento de las tendencias sexuales de su hijo y le echa de casa.
Manning encuentra una solución para su porvenir ingresando en el ejército. Un sutil detalle del destino que condujo a Bradley Manning a tener acceso a una ingente cantidad de información confidencial.
Fue destinado a Irak, como especialista del Equipo de combate de la 2ª Brigada, 10ª División de Montaña. Tenía 22 años y a su disposición dos portátiles con acceso privilegiado a secretos, uno al Departamento de Estado, el otro al de Defensa.
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El rastro que ha ido dejando Assange en Internet ha desvelado que estuvo inscrito en OkCupid, una página de contactos, bajo el nombre de Harry Harrison. Allí afirmaba que la mujer que buscaba debía ser “una mujer ardiente y juguetona”.
El perfil político no lo perdía ni cuando sacaba a relucir su intención seductora: “Me gustan las mujeres de países que han soportado agitaciones políticas. La cultura occidental parece producir mujeres sin valores e insulsas. Bueno, ¡no solo mujeres!”
El documento definitivo que catapultó a las primeras páginas de todos los medios mundiales a Assange fue el episodio grabado en video -sacado a la luz en abril de 2010-, y en el que se podía contemplar cómo desde un helicóptero Apache del ejército norteamericano eran asesinadas varias personas que poco parecían tener que ver con la insurgencia iraquí.
Entre los muertos se encontraban dos periodistas de la agencia de noticias Reuters.
El video es elocuente, dejando poco espacio a la duda. Desde ese momento Julian Assange es señalado como un peligro para la seguridad mundial por el Pentágono. Ya se sabe que está a punto de destapar más secretos de Estado, relacionados con los conflictos bélicos que libran los norteamericanos lejos de su país.
Y, lo que más inquieta a las autoridades, nadie sabe a ciencia cierta de qué información dispone y qué puede publicar en un futuro inmediato.
Assange y Manning se conocieron de manera “personal”, sin llegarse a ver la cara nunca, en noviembre de 2009. Estuvieron en contacto mediante correo electrónico durante meses, antes de que ambos, sobre todo en lo que respecta a Manning, pudieran tener la seguridad de ser quienes decían ser. La muestra más evidente llegó, así, meses después del primer contacto, en forma de archivo codificado sobre los presos de Guantánamo y algún que otro referente a la guerra de Irak.
Desde que comienzan a filtrarse los documentos Manning oscila en un pensamiento confuso y variable. Unas veces confia en que no le cogerán, creyéndolo fírmemente.
Otras, sin embargo, se muestra resignado pensando que “pasaría el resto de su vida en la cárcel o que le condenarían a muerte”.
El estado de tensión le condujo a golpear a un compañero por lo que fue degradado de soldado especialista a soldado de 1ª. Era el comienzo del fin para Manning.
Luego vinieron las acusaciones por dos supuestos abusos sexuales -de Assange-, cometidos en Suecia y la petición de extradición desde Inglaterra, cuando permaneció “refugiado” en la embajada de Ecuador.
El thriller continúa.
No le falta ningún ingrediente.