¿Por qué se produjo el Motín de Esquilache?

Leopoldo de Gregorio, Squilache, marqués de Esquilache, napolitano en Madrid, en el gobierno del rey Carlos III como Secretario de Estado, logró -sin proponérselo- generar un violento motín que impulsó al levantamiento popular.
En resumen, Esquilache en realidad fue el impulsor de infinidad de medidas que mejoraron la vida de los españoles, y en concreto de los madrileños. Medidas que sirvieron para la modernización de la ciudad (entre otras puso en marcha un sistema de alumbrado nocturno de las calles, mandó edificar la Casa de Postas y la Aduana y creó la lotería o, con mayor carácter social, el montepío de viudas y huérfanos de militares).

Sin embargo, todo ello careció de importancia cuando retomó un proyecto dirigido a concitar mayor seguridad en las calles y que había quedado sin cumplir en tiempos de Fernando VI. La propuesta consistía en cambiar los hábitos en el vestir de los súbditos, unos hábitos que venían reconociéndose, al parecer de manera errónea, como “traje español” sin ser esa su procedencia, que se cita como de origen flamenco.

Motín de Esquilache


Largas capas y sombreros de ala ancha

El estilo consistía en largas capas y sombreros de ala ancha. Se suponía que esa forma de vestimenta facilitaba que los malhechores ocultaran sus intenciones, tanto el rostro con el sombrero, como cualquier arma bajo las amplias telas que cubrían sus cuerpos.

Se proponía, por parte del marqués de Esquilache, recortar la tela e imponer el uso de sombreros de tres picos, también conocidos como tricornios. Este hecho no es el único que los libros de Historia han recogido de forma reiterada. Se apunta también a un punto de vista estético: se veía con cierto agrado el equiparar la forma de vestir española a la europea.

¿Cómo se produjo el Motín de Esquilache?
La Crisis Económica.

Así las cosas, y aunque la Historia ha recogido esta situación, la obligación de que nadie vistiera de la forma en que acostumbraba la amplia mayoría, en realidad hay que observar cuál era la situación social en aquellos momentos y porqué se organizó un extraordinario movimiento reivindicativo en las calles en contra de la medida que dictaba Esquilache, se entiende que con la aquiescencia del rey.

Y es que años antes ya se había comenzado a sentir el malestar en el pueblo, sobre todo ante las constantes subidas de precio de productos de primera necesidad como el pan, el aceite, el carbón o el tocino.

La mala situación económica se agudizó cuando en 1766 la mala cosecha provocó un alza en los precios. Alza que minoraba el poder adquisitivo de los ciudadanos como se puede entender. Es decir, se venía viviendo una crisis económica en toda regla.

El Motín de Esquilache.

Leopoldo de Gregorio, Squilache, marqués de Esquilache

Motín de Esquilache y los jesuitas.
El enfrentamiento entre iglesia y corona

Con un clima social de tensión, el marqués de Esquilache dictó un bando en el que se imponía una multa de 6 ducados y doce días de cárcel a quien incumpliera por primera vez el mandato, y 12 ducados y 24 días de cárcel a quien fuera reincidente. El bando colgado por las esquinas de la ciudad fue arrancado con la misma saña que indignación.

El pueblo no parecía ver con buenos ojos que un ministro italiano impusiera la forma de vestir, como si la espita se abriera dejando entrar toda la corriente de malestar en el pueblo, en las clases más desfavorecidas. También se habla del soterrado enfrentamiento que se venía sosteniendo entre iglesia y corona, personificado en Esquilache y en la Compañía de Jesús.

De hecho, el marqués era el encargado de las relaciones con Roma y no veía con buenos ojos las aspiraciones en la influencia sobre el poder político por parte de los religiosos. Se dice que fueron los jesuítas los que propiciaron que el pueblo se alzara contra la medida que reflejaba el bando, y por ende contra el rey, a quién se pedían explicaciones y que tomara medidas para acabar con las pretensiones reales en lo que a vestimenta concernía; pero también se aprovechaba la circunstancia para pedir medidas que mejoraran la situación económica.

Pero si además de una mala situación económica y de imponer los usos y costumbres, quien ejercía el poder, abusaba del mismo, nos encontramos con una situación más complicada, si cabe.

El conde de Fernán Nuñez dejó escrito que los alguaciles, encargados de velar por el orden y el cumplimiento de las leyes, abusaban de su poder cortando las capas en medio de la calle a las buenas gentes, imponiendo multas con entusiasmo y muy probablemente quedándose el dinero.

La situación hastió de tal forma al pueblo que reaccionó de forma contundente.

Comienza el Motín

Todo comenzó el domingo de Ramos de 1766. Quizá con un halo de leyenda, la historia cuenta que dos embozados, es decir, dos personas vestidas al “modo español” con amplias capas y con el rostro escondido bajo el ala de sus sombreros caminaban por la madrileña plaza de Antón Martín. El simple hecho de vestir de esa forma se entiende que llevaba una intención provocadora.

Cuando unos soldados salen a su encuentro, uno de ellos dando un silbido llama a un grupo armado que hace frente a los soldados. A la vez, uno de los embozados esgrime su espada. Ante esa situación, la huída  fue la única solución ante el enfurecido grupo que a continuación puso rumbo al cercano cuartel llamado de los Inválidos, donde tomaron sables y fusiles.

Curiosamente, a continuación, y sin twitters o Facebook de por medio, se cifra en unas dos mil personas las que camino por la calle de Atocha, pretenden llegar a la plaza Mayor. Los improperios contra Esquilache son la consigna que la maraña vociferante esgrime, pero también en su pensamiento está la penuria de una economía cada vez más pobre.

En ese periplo, la masa se topa con un personaje conocido, el marques de Medinaceli. El sabio pueblo le indicó cuáles eran sus reivindicaciones, para que se las expusiera al rey, y por su puesto para que se tomaran en consideración

Se piensa en la corte que los incidentes no van a pasar a mayores. Pero se equivocan. La masa, enfervorecida, comienza a destrozar el escaso mobiliario urbano existente, esos faroles que daban luz en la noche, y que eran toda una novedad para la época. Curiosa concomitancia con los sucesos que podemos ver en nuestra actualidad cuando algunos movimientos antisistema, por citar un ejemplo, la emprenden con la destrucción de lo que se encuentra en su alcance, bien público y bien privado.

Los amotinados dirigieron sus pasos hacia la residencia de Esquilache, donde dieron muerte, acuchillándolo, a un sirviente del marqués. A partir de aquí, la revuelta parece que se concentra contra todo lo que tiene que ver con lo italiano, también es acosada y atacada la residencia de Grimaldi y Sabatini.

La tensión se extendió durante todo el día. Tras la marcha de un numeroso grupo de ciudadanos para pedir cuentas al rey en palacio, y tras salir un emisario de Carlos III a calmar los ánimos exaltados, Carlos III parece tomar conciencia de la gravedad de la situación y decide abandonar el centro de Madrid para buscar cobijo en Aranjuez. Antes, había decidido dar la razón al pueblo y consentir, en consecuencia, sus proposiones.

Curiosamente, había sido un sacerdote quien se había erigido como portavoz de la muchedumbre que rodeaba el palacio. Y el sacerdote fue quien relató las peticiones populares. La primera exigencia tenía que ver con Esquilache.

El pueblo quería que se fuese de España y pedía que los ministros fuesen españoles. Tampoco era del agrado -por violenta- la guardia valona que daba protección al rey. A partir de aquí, las exigencias del pueblo van encaminadas a que bajen los precios de los alimentos y a que el rey se comprometa de palabra ante ellos.

Consecuencias del Motín para la política española

Como apuntábamos, el rey se marchó a Aranjuez, lo que se consideró por las gentes más exaltadas como una especie de traición en ciernes. El rey había accedido a sus demandas tratando de evitar que enardecieran y se formara el caos.

Sin embargo, la intención del rey era evitar el desorden y tomó la decisión que se pretendía. Accedió al chantaje de la fuerza ante la fuerza del bando de Esquilache. Esquilache, finalmente, sirvió de bálsamo ante la situación de crisis, años después acabó como embajador en Venecia. Conservó la confianza de Carlos III.

¿Cómo se resolvió la cuestión de la capa?

Es también curioso cómo finalmente desde el poder supieron acabar con esa forma de vestir que tan española se creía. Lo consiguió el conde de Aranda y lo hizo el mismo año, sobre el mes de octubre.

No utilizó ni bandos ni decretos. Se sirvió de los gremios para convencerlos de las bondades de la indumentaria que pretendía imponer Esquilache. Reunido con los representantes de los 53 gremios menores expuso, con buen criterio, las ventajas que para todos tendría, sobre todo para preservar la seguridad en la noche.

El golpe de gracia lo dio el conde de Aranda cuando impuso que los verdugos vistieran capa larga y sombrero de ala. Nadie quería tener el aspecto de un verdugo. Pronto, ese atuendo pasó de moda.

Tags: Motín de Esquilache, causas, breve resumen

Esquilache (presentación)

¿Qué provocó el motín de Esquilache? 15M versión siglo XVIII

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José Carlos Bermejo
José Carlos Bermejo. Madrid, noviembre 1971. Escritor. Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, ha colaborado en diferentes medios de comunicación, tradicionales y digitales y trabajado como técnico y responsable de comunicación para más de un ayuntamiento español. Es autor de las novelas WILDE ENCADENADO (prólogo Luis Antonio de Villena), y del thriller Li es un INFINITO de secretos. También de los libros de relatos Retazos de un mundo IMperfecto y Retazos de un mundo INcoherente, ambos traducidos al inglés, al portugués y al italiano. + info: www.josecarlosbermejo.com redaccion@actuallynotes.com

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