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Fue un hecho, 300 tuvo una resonancia tremenda en su estreno en 2006. El mito y la realidad de la batalla de las Termópilas tienen la cualidad de cautivar y atraer el interés inmediatamente.
Además, la originalidad de la película radicó, y radica, no en ceñirse a las crónicas de la época sino en basarse en un cómic de acción creado por Frank Miller y su mujer Lynn Varley.
Tenemos así un cómic rodado, casi viñeta a viñeta, que visualmente resulta rompedor y original, con una estética de claroscuros solo alterada por el rojo vivo de la sangre.
Muchos espectadores lo entendieron, pero no todos, en 300 prevalece la espectacularidad sobre la historicidad de los hechos, aspecto que al parecer se acentúa en la segunda parte hasta cotas realmente sorprendentes. Por eso mismo, no conviene perder de vista los hechos.
¿Qué hechos son ciertos en la batalla de las Termópilas?
Pero ¿Qué hechos son ciertos en la batalla de las Termópilas? Gran parte de lo que conocemos de la batalla de las Termópilas se lo debemos al historiador griego Heródoto, con sus peculiares métodos y entretenidas narraciones. Aunque sabemos que la realidad puede, y suele, superar a la ficción, en el relato de los hechos se entremezclan indisolubles el mito y realidad.
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Frases rimbombantes, acciones heroicas, luchas sin fin… quién sabe si el rey de los espartanos –Leónidas–, al enterarse del colosal tamaño del ejército persa, al saber que sus flechas eran capaces de tapar el sol, respondió con la archisabida frase de “Todavía mejor, entonces lucharemos en la sombra“.
Teniendo en cuenta el carácter espartano de aquéllos siglos, es bastante posible. En cualquier caso, cinematográficamente funciona fabulosamente y, por eso, tanto el cómic como la película siguen tangencialmente el esquema planteado por Heródoto.
La batalla de las Termópilas, la Historia
Corrían los primeros años del siglo V antes de Cristo, Oriente y Occidente se enfrentaban como ya lo habían hecho antes y lo harían después.
En ese momento histórico los pueblos contendientes eran básicamente dos. De un lado los griegos, divididos en polis o ciudades-estado que ya habían resistido la invasión persa en la Primera Guerra Médica (492-490 a. C.). Del otro lado, el fastuoso Imperio Persa que se había extendido desde el actual Irán hasta más allá de Asia menor, por el oeste, y hasta casi la India, por el este.
El Imperio también llamado aqueménida tardó en tejer un poderoso ejército de cerca de 300 mil hombres con los que resarcirse de la derrota Maratón, diez años antes. Por mar y por tierra avanzaron por la costa mediterránea, el norte de la actual Grecia, hasta que en el verano del año de 480 a. C. se toparon con los griegos en el paso de las Termópilas. Lugar estrecho entre el mar y la montaña.
En ese momento, un inoportuno chivatazo permitió a parte del ejército persa atacar la retaguardia griega. Debido a ello, el rey de Esparta Leónidas hubo de quedarse solo con sus 300 espartanos (también había soldados de otras polis griegas) resistiendo la enorme superioridad persa durante tres días.
Fueron aniquilados si bien consiguieron retrasar el avance persa durante 7 días en total. Después vendría la conquista de Atenas, la victoria naval de los griegos en Salamina y la decisiva batalla de Platea, la que obligó a Jerjes a recular hacia Asia Menor.
Con el transcurso de los años y de los siglos las Termópilas irían imponiéndose como un mito de la civilización occidental. Historiadores antiguos como Heródoto o poetas contemporáneos como Kavafis dan fe del hecho.
Otra curiosidad de ese lugar, casi irreconocible hoy día por cierto, lo hallamos en que, casi 300 años después de la primera batalla, se desarrolló una nueva en la que los romanos aplastaron al ejército seléucida de Antíoco, uno de los sucesores del gran Alejandro Magno.
De vuelta al cine ¿Qué nos ofrece El origen de un imperio?
Siguiendo el mismo estilo de 300, y también siguiendo de nuevo un cómic (o novela gráfica) de Frank Miller llamado Xerxes, la acción se centra en los prolegómenos de la batalla de Maratón que, como señalábamos anteriormente, dio al traste con la invasión persa y marcó el final de la Primera Guerra Médica.
El director Noam Murro, junto al guionista y productor Zack Snyder (que dirigió la primera), narra la lucha entre griegos y persas de un modo menos lineal que en la primera parte, con varias tramas, con batallas por tierra y, sobre todo, por mar.
El cartel de la precuela, con Temístocles y una ola de sangre al fondo, sirve de breve compendio de lo que nos espera.
El nuevo protagonista es el mencionado general ateniense, cuya misión es la de unir a los griegos para resistir la invasión persa mientras Leónidas, por su parte, lucha con sus espartanos en la costa. Tampoco falta la presencia de Jerjes, caracterizado (o caricaturizado) de nuevo cual si fuera una drag queen.
Más variada y grandilocuente (aún) que su predecesora, los espectadores encontrarán en El origen de un imperio épica, espectacularidad, valentía y, sobre todo, mucha acción, pero no historia, podemos asegurar sin equivocarnos que cualquier parecido con la realidad será pura coincidencia.
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