Podríamos decir que en el Viejo Oeste también se tatuaban, pero en este caso no nos referimos al Viejo Oeste del siglo XIX, cuando los buscadores de oro viajaban de Costa a Costa tras apreciado botín, nos referimos a un Oeste aún más ‘viejo’, tanto como que debemos remontarnos a 2000 años para encontrar el más remoto vestigio, hasta el momento, hallado.
Publicado en el Journal of Archaeological Science, por parte del principal investigador de este estudio, el antropólogo de la Universidad del Estado de Washington, Andrew Gillreath-Brown descubrió una peculiar herramienta, localizada en Utah, que llamó poderosamente su atención: “La tinción de residuos de los pigmentos de tatuaje en la punta fue lo que inmediatamente despertó mi interés como un posible utensilio destinado al tatuaje“.
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La herramienta cuenta con un asa de zumaza de madera de tres pulgadas y media que atada con hojas de yuca. La aguja consiste en dos espinas de cactus teñidas de negro en sus puntas.
Hasta la fecha, la evidencia histórica más antigua sobre la práctica del tatuaje en esta región se había fechado entre los años 1100 y 1280 después de Cristo, el hallazgo de este instrumento, alrededor de mil años más antiguo, es un descubrimiento destacado e inesperado.
Hay que decir que esta herramienta había sido descubierta hace más de 40 años y esperaba que alguien la ‘rescatara’ del olvido en el que permanecía guardada en una caja junto a otros materiales arqueológicos.
Es posible que la afición de Andrew Gillreatt-Brown al tatuaje (luce varios en su cuerpo), incitaran su propio pensamiento e imaginación. El arqueólogo exploró las puntas de la pieza, como podemos ver en las imágenes, con un microscopio electrónico, con fluorescencia de rayos X y espectroscopia de rayos de energía dispersiva, e incluso realizó varios tatuajes de prueba utilizando un trozo de piel de cerdo.
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