Entender el Renacimento. Historia del Humanismo
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El Renacimiento supuso una nueva concepción del mundo, una nueva forma de enfrentarse al hecho artístico, un nuevo movimiento cultural, venido de Italia, y que se desarrolló en la Europa de los siglos XV y XVI.
El término Renacimiento proviene de la esencia en la que se envolvía, en el intento por hacer resurgir, por hacer “renacer” el mundo clásico griego y romano…
Italia, aunque dividida en Estados independientes, presentaba una economía próspera. Al hablar del apogeo italiano y del surgimiento del Renacimiento hablamos principalmente de Roma, de Milán y Génova, y sobre todo de Florencia.
El Renacimiento se fundamenta en el hombre, en el individualismo, en la Naturaleza y en la Razón. La cultura orbita en la crítica y en el laicismo. Se desmorona la concepción anterior de la oscura Edad Media en la que Dios es el auténtico centro de atención. Lo divino sobre lo humano. Justo lo contrario es el Renacimiento.
No se puede afirmar que durante la Edad Media se olvidara a los clásicos, no obstante, la inspiración en esta forma de entender el arte y la cultura. Y no es casualidad que sea Italia el país que hace resucitar a esos clásicos, pues es el país que mejor conserva no solo la impronta del mundo romano de manera obvia, sino también es poseedor de los valores griegos, fuente de la que beben aquellos.
Primeras Manifestaciones Renacentistas
Las primeras muestras de que algo nuevo estaba sucediendo las podemos encontrar en el siglo XIV. Dante, Petrarca o Boccaccio anunciaban lo que vendría después. Se ha catalogado a Florencia como el paradigma de la ciudad renacentista. Artistas y comerciantes pueblan la urbe bañada por el Arno, y sobre todos ellos, la familia Médicis, ejemplo de una nueva clase social emergente, la burguesía mercantil, sin la que no hubiera sucedido todo lo que veremos a continuación.
La familia Médicis fundó su banca en 1397, que en el siglo XV alcanza su mayor poder económico con Cosme de Médicis como principal baluarte, y como creador de la Academia de Florencia y como mecenas de artistas y escritores. Si bien, fue su nieto Lorenzo, el que hizo de Florencia, como se le ha denominado, la Atenas del siglo XV.
El Humanismo
La verdadera manifestación del Renacimiento, a nivel intelectual, literario y filosófico se vertebra en el Humanismo. El Humanismo recibe este nombre porque, como antes se apuntaba, porque el “centro del mundo”, el “centro del universo”, es el hombre y la naturaleza.
Estudio intelectual, erudición, criticismo, siempre en busca del conocimiento universal. “El hombre está en el centro de todo lo que acontece. Cuando todo fue creado, y el mundo estaba completo, emergió el hombre y Dios le dijo: “No te he fijado lugar alguno, ni tarea, ni plan; de manera que puedes emprender cualquier empresa y ocupar el lugar que desees (…) Tú serás el único capaz de determinar lo que eres”.* Pico de la Mirandola. 1486 *
La verdadera manifestación del Renacimiento, a nivel intelectual, literario y filosófico se vertebra en el Humanismo.
Tradicionalmente se ha dividido al Humanismo en dos etapas que destacan por las influencias romanas y griegas más marcadas en cada uno de los periódos. Si en la primera etapa, que alcanza el siglo XV, la cultura romana prevalece, en la segunda lo sería la griega.
Si algo impulsó al Humanismo fue el notabilísimo invento de Johannes Gutemberg, la imprenta de tipos móviles, que convirtió al libro en un bien de fácil difusión, y en el que las ideas del humanismo se propagaran ampliamente.
Se ha dividido al Humanismo en dos etapas: romana y griega
Erasmo de Rotterdam
Erasmo de Rotterdam fue el principal ejemplo de humanista.
Nacido en la ciudad holandesa de la que toma el nombre, representa el concepto de erudito y viajero incansable.
Forjada su educación en los autores clásicos, mantiene contacto epistolar con los más importantes pensadores de su tiempo.
En 1517 publica, a instancia de los tutores de Carlos V, el “Intitutio Principis Christiani” donde expone los principios morales y religiosos en los que se debe fundar el reinado del Príncipe. Su obra máxima es “Elogio a la Locura”, escrita en 1509, donde critica a la sociedad en todas sus vertientes, incluso a la Iglesia, de ahí que se le haya visto como un posible antecedente de la Reforma de Lutero.
Sin embargo, Erasmo siempre profesó el cristianismo, en su faceta católica.
Ciencia y Renacimiento
Igual que ocurre con la política, como después veremos, la Ciencia se vio imbuida por el espíritu de la experiencia personal y la razón, anteponiéndose a “la autoridad del maestro”, “magister dixit”. Leonardo Da Vinci representa en este punto un paradigma, una figura sobresaliente.
Estudioso, investigador de múltiples disciplinas, asume el reto de saber y aprender en todos los ámbitos del conocimiento.
Pero, sin duda, Nicolás Copérnico(Polonia, 1473) es el hombre de Ciencia del Renacimiento. Con su teoría del heliocentrismo, rompió con la equívoca idea de que los planetas, los astros, giraban en torno a la Tierra, centro del Universo. La teoría copernicana dice que es el Sol el centro sobre el que orbitan los planetas.
Pero el Renacimiento también es el tiempo en el que el español Miguel Servet demuestra la circulación pulmonar de la sangre; o el momento en el que Paracelso funda la escuela de los yatroquímicos, a quien se considera iniciador de la química moderna. En medicina destacan los avances en anatomía, Andrés Vesalio, asienta las bases de la moderna anatomía en su obra “De humani corporis fabrica” desde la Univer
sidad de Padua.
Política y Renacimiento
Tomás Moro y Nicolás Maquiavelo representan en el campo del pensamiento político los grandes teóricos del Renacimiento. Siendo coetáneos en el tiempo, y aún teniendo una misma formación académica, forjan dos teorías divergentes.
Nicolás Maquiavelo
Maquiavelo, florentino de nacimiento, trabaja en una cancillería de la República de Florencia.
Trabaja y participa de forma activa en la política, siendo sus escritos más importantes: “Discursos sobre la primera década de Tito Livio” y “El Príncipe“, escrita esta última en el año 1513.
Maquiavelo, en clara antítesis frente a Erasmo de Rotterdam, pretende ser práctico y narra en el libro cuáles deberían ser las armas, las estrategias y formas en las que se debe gobernar.
Fortuna y Virtud deben ser los principios sobre los que se base el buen Príncipe. Que a su vez, debe hacerse temer, nunca odiar.
Debe olvidar los escrúpulos y no estar sujeto a la moral. “El fin justifica los medios“.
Los medios no importan cuando la razón de Estado se antepone a cualquier cosa. Maquiavelo fue condenado por todos, salvo por los muchos Príncipes que fijaron ese ideario entre sus forma de gobernar.
Tomás Moro
Tomás Moro publicó su “Utopía” pocos años después de que Maquiavelo publicara “El Príncipe”. Si para este la realidad es el punto de partida, para Tomás Moro, es la imaginación, pero la imaginación desde un punto de vista platónico, ideal.
Piensa en el Estado como una isla en la que todos los súbditos son felices porque carecen de codicia. El gobierno es elegido por todos y es el encargado de que se distribuyan los bienes de forma equitativa. Tomás Moro fue condenado a muerte por sus desencuentros con los planes de Enrique VIII, quien quería romper con la iglesia de Roma y acaparar el poder de forma absoluta.
Esta oposición le conduce encarcelado en la Torre de Londres, y a ser condenado a muerte, decapitado, en 1535. Una víctima más del rey Enrique.
Literatura y Renacimiento
De igual forma que en la política, en la literatura una de las obras que han sido consideradas como ejemplos del Renacimiento tienen que ver con la descripción de las formas en la Historia que les tocó vivir, en este caso, con la descripción de cómo debía ser el caballero del Renacimiento.
Fue Baltasar de Castiglione quien se encargó de dar cuerpo a esta obra, autor que pasa por ser uno de los paradigmas de esta larga corriente.
De nuevo, Italia, es el centro del talento, en este caso, literario. En la poesía destaca Ludovico Ariosto, con su obra “Orlando Furioso” dedica a Carlomagno y Torcuato Tasso que rememora la Primera Cruzada en “Jerusalén liberada”. En Portugal, Luis de Camoens, recuerda los descubrimientos geográficos en “Os Lusiadas”; en Francia sobresale Pierre de Ronsard, encabezando el grupo “Pléyade”, quien escribió “Odas e himnos”.
Finalmente, en España destaca el marqués de Santillana, Juan de Mena o Jorge Manrique. En el siglo XVI nace el siglo de Oro español.
Juan Boscán, Garcilaso de la Vega enlazan los pasos de Petrarca, con sus sonetos, odas y églogas. En el siglo XVI surge un género desconocido hasta entonces. Es la novela picaresca encarnada por el “Lazarillo de Tormes”, cuyo autor ha quedado, para siempre, en el anonimato.
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