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Desde El Mudo Hasta Hollywood, Pasando Por El Cine Hispanoamericano.
Las Grandes Estrellas del Celuloide. Anécdotas Curiosas, El Surgimiento del Cine en Color
La fotografía es la verdad. El cine es la verdad 24 veces por segundo. Jean-Luc Godard.
Antes de que los hermanos Lumiere, allá por 1895 ofrecieran la primera muestra de película animada con su cinematógrafo, el ingenio humano ya había dado luz a una serie de instrumentos que permitían contemplar imágenes en movimiento.
Así, entre otros, se inventó el zoótropo, un aparato que al girar producía la ilusión de que las figuras dibujadas se movían.
O el praxinoscopio, inventado por E. Reynaud en 1879, consistente en una especie de sombrilla donde se alojaban las imágenes, al girar, se creaba también el efecto de movimiento.
Este efecto fue descubierto en 1824 y recibió el nombre de “persistencia retiniana” y es lo que explica el fenómeno cinematográfico.
Si bien esta cualidad ya era conocida por los antiguos egipcios, científicamente quedó registrada como la capacidad de la retina del ojo humano para retener la imagen de un objeto entre la vigésima parte y la mitad de un segundo después de retirarla del campo de visión.
Es decir, el cine se basa en esta ilusión generada por una máquina. La razón la encontramos en que el cerebro humano tiene un umbral de percepción por debajo del cual las imágenes que contempla parecen continuas.
La velocidad de las películas –24 fotogramas por segundo– está por debajo de ese umbral. Además, la persistencia de la visión nos impide ver las líneas divisorias entre los fotogramas.
Muchos fueron los instrumentos utilizados antes del cinematógrafo y muchas las luchas entre inventores para apoderarse del invento definitivo, que causaba una verdadera sensación entre las gentes.
En Nueva York, en 1896, ni productores ni exhibidores hacían caso a las patentes de las máquinas y se aprovechaba cualquier ausencia de copyright para forjar la incipiente industria del celuloide.
Hasta el año 1903 se crearon cientos de breves películas de ficción, aunque ninguna llegó a tener el metraje y las características de “Asalto y robo de un tren”.
Este cortometraje era innovador porque hasta la fecha se rodaban historias sencillas sin una trama ni tensión dramática.
En este caso, durante 6 minutos, el espectador podía contemplar el atraco a un telegrafista, la huída de los malhechores y su persecución a caballo.
Se intercalaban imágenes mostrando lo que sucedía al unísono a los personajes, es decir, se creaba una tensión psicológica.
Para concluir, los últimos fotogramas se reservaban para que uno de los forajidos, dirigiéndose al público, descargara las balas de su pistola sobre el público.
El espectáculo total había comenzado.
“Primera parte del Cortometraje “Asalto y Robo de un Tren”, de 1903.
Innovador porque hasta la fecha se rodaban historias sencillas sin una trama ni tensión dramática.
En este caso el espectador podía contemplar el atraco a un telegrafista, la huída de los malhechores y su persecución a caballo”.
Es también en 1903 cuando los teatros comienzan a transformarse en salas de cine.
En Nueva York, en ese año, existen 10 salas y el precio de una entrada es de 5 centavos, o lo que es lo mismo 1 nickel, de ahí que comenzaran a llamarse “Nickelodeons”.
Y es en este tiempo cuando surgen las primeras productoras de la mano de William Fox o Sam Warner, apellidos aún presentes en el panorama de esta industria que florecía con un gran argumento: convertir la imaginación de los sueños en arte.
Algo que logra D. W. Griffith, al que se le considera el descubridor de algo que aparentemente puede parecer simple: el cine es la conjunción de literatura, fotografía y pintura.
Las Primeras Estrellas del Cine
Fue Griffith quien tras el obligado paso por el teatro como actor y como escritor de argumentos para películas (no existían guiones cinematográficos, pues el cine aún era mudo), pasa a ejercer la moderna labor de Director.
Descubre a Mary Pickford, de 16 años de edad, a la que se puede considerar la iniciadora de lo que más tarde se conocería como “star system”, acompañada por su partenaire, Dougals Fairbanks y a los que luego siguieron Rodolfo Valentino o Greta Garbo.
Hasta entonces los nombres de los actores no aparecían en los créditos de las películas, pero dada la popularidad que estaban ganando entre el público, en los contratos comienza a extenderse una cláusula que indicaba que el nombre y los apellidos debían figurar como la “estrella” del film. Estamos en 1910.
Ocho años después, los dos actores –Pickford y Fairbanks– y el director Griffith se unieron a Charlie Chaplin para crear la United Artist. La primera productora artística de envergadura.
En cuanto a la producción del cine europeo de la época, destacan producciones de F. W. Murnau o deFritz Lang, con “Metrópolis” (1927), que tanto influirían en el cine norteamericano, que comienza a contratar los talentos del viejo continente, de tal forma que impide el desarrollo y el crecimiento de la industria cinematográfica europea. Y que no quedaría ahí, pues todos los talentos sobresalientes cruzaron el charco: Hitchcock, Ernest Lubitsch, y un largo etcétera.
Cine Mudo Latinoamericano
Si bien no existió una industria cinematográfica como tal hasta los años cuarenta, el cine penetró en todo el continente americano desde sus inicios. México fue el país que con más interés explotó comercialmente el nuevo y espectacular invento.
La primera película del cine mexicano fue “Riña de Hombres en el Zócalo”, que data del año 1897. A partir de ahí, la producción se centra en noticiarios que tratan el tema de la Revolución e Independencia Mexicana.
Uno de los ejemplos es el film “La Insurrección en México” facturada en 1911, aunque pocos años después, en 1917, Venustiano Carranza limita la producción y exhibición de los documentales que trataran sobre los aspectos revolucionarios.
Llega el Cine Sonoro
El primer sistema que compaginaba voz e imagen, de forma eficiente, surge de la mano de la productora Warner Brothers en 1926.
Un año después el público ya puede contemplar la primera película del cine sonoro, “The Jazz Singer”, interpretada por Al Jolson.
La publicidad del film utilizaba una frase que se incluía en la película y que era del todo elocuente: “Aún no has oído nada”.
Color en la Pantalla. El cine en color
Aunque desde casi el comienzo se había intentado poner color a las imágenes, no se logra con los efectos deseados hasta 1933. Dos años después surgía la primera cinta “La Feria de las Vanidades”, que usaba un sistema basado en tres colores.
A partir de ese momento, el blanco y negro quedaría a disposición del director para contar historias que impactaran, o para las producciones de bajo presupuesto.
La censura en el cine
La propia industria cinematográfica norteamericana ha sido quien ha ido regulando la censura sobre el producto que ofrecía al espectador.
En 1922 se creaba la Motion Picture Association America, a raiz de ciertos escándalos que implicaban la vida privada de los actores del cine mudo.
Los grandes estudios de Hollywood crearon en 1930 unas reglas de conducta que serán conocidas como Código Hays, creado por el político republicano Will H. Hays.
El código impedía que en las películas se trataran temas como el tráfico de drogas, el aborto, la homosexualidad, las relaciones entre personas de distintas razas o las perversiones sexuales, entre otras cosas. Durante la vigencia del código no se llegó a prohibir ninguna película, no obstante sí que se cambiaron argumentos o se cortaron escenas.
La oficina Hays fue menos permisiva con las películas independientes o con las que provenían del extranjero, obligadas en muchos casos a ser exhibidas fuera del circuito comercial convencional, quedando relegadas a pequeñas salas.
El código Hays marcó la producción cinematográfica hasta el año 1966.
Hollywood, la “fábrica de sueños”
El escritor soviético Ilya Ehrenburg definió Hollywood como la “fábrica de sueños” en la década de los años veinte del siglo pasado y aunque a lo largo de todos estos años han cambiado unas cuantas cosas, la fábrica sigue facturando visiones de ensueño a la medida del tiempo.
Hollywood era –y es– una colina que se “descubre” para que la industria comenzara a establecerse en un lugar idóneo, próximo a L. A., con un excelente clima y con muchas horas de sol. Los esfuerzos publicitarios se ven recompensados muy pronto porque el elevado número de producciones muestran una enorme calidad que contenta al público.
Las décadas de los años 30 y 40 son fundamentales en la Historia del Cine, tal y como lo conocemos, pues se gesta una nueva forma de hacer, están en su apogeo todos los géneros posibles (western, comedias, cine fantástico…)
Surgen los grandes festivales internacionales (Cannes, Venecia). En 1939 optaban al Oscar a la mejor película 10 filmes (no como en la actualidad que son 5), entre otras estaba “Gone With the Wind”, “Ninotchka”, “El Mago de Oz”, “Good Bye, Mr. Chips” y aunque la vencedora fue la película interpretada por Clark Gable, el resto de títulos, incluidos en cualquier antología del Cine, da una idea del alto nivel de producción de esa época. Donde actores y actrices eran las estrellas indiscutibles, cuidadas con mimo por los grandes estudios.
El slogan “las películas son mejores que nunca” (Movies are better than ever”) utilizado por los estudios en los años 50 no respondía totalmente a la realidad, pues se considera que en esta década muere el “Hollywood clásico”.
Se constata que la estructura que sostiene la industria, basado en el “star system” y en el sistema de estudios, entra en crisis. La televisión es en parte uno de los grandes responsables. Fue entonces cuando se hicieron vanos intentos por mantener al público sobre sus butacas, como las películas en Tres Dimensiones que no duraron ni dos temporadas.
Mientras, directores europeos, comenzaban a desarrollar lo que se ha venido en llamar “cine de autor”. Buñuel, Jean-Luc Godard, Luchino Visconti o Fellini.
La evolución natural de las cosas ha traído una mezcolanza de todo lo que tras el tiempo se ha ido construyendo alrededor del cine: las estrellas de la pantalla, el sonido, la luz y el color. La técnica y los efectos especiales siguen al servicio del espectáculo, incluso más que nunca, aunque “nunca” no es una palabra que se use normalmente en el cine, como tampoco lo son las circunstanciales y fatídicas palabras: The End.
Para saber más:
“El Cine Fantástico y sus Mitologías”, Gérard Lenne. Editorial Anagrama.
“Monstruos Sagrados”, Doug Bradley. Nuer Editores.
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