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HISTORIAS DE LIBROS. El porqué de la escritura

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El porqué de la escritura

Se piensa que la escritura surgió por motivos o necesidades contables, para que hubiese una constatación y quedase registrado lo que se debía pagar. Así al menos parece que es como nació la comunicación escrita, si se tienen en cuenta los hallazgos de la civilización sumeria, considerados los más antiguos.

Los sumerios formaron una civilización que habitó en Mesopotamia, lo que hoy es Irak (y parte de Irán y Siria) hace unos 6.000 años.

Los sumerios hablaban una lengua que no guarda relación con ninguna otra lengua del mundo y dejaron los primeros vestigios escritos, de esta forma de comunicación, sobre láminas de arcilla que cabían en una mano.

Estas tablillas se guardaban en cajas o bolsas de cuero.



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Y, aunque no se conserven libros encuadernados como los que hoy conocemos, sí que se conservan imágenes de esta civilización donde se puede ver algo semejante a un libro.

La escritura se aplicó después para manejar la comunicación.

Se enviaban cartas, se daban órdenes o se redactan documentos legales que fueran la garantía de las relaciones comerciales.

El Índice De Los Libros Prohibidos, Un Error Reconocido Por La Iglesia

Siempre han existido edictos que han prohibido la lectura de ciertas obras literarias, sobre todo en la Edad Media europea, cuando la Iglesia católica dictaba decretos contra obras que consideraba peligrosas para la “moral y fe cristianas”.

El Índice de libros prohibidos fue un catálogo, una recopilación, de los libros que iban en contra de la fe y que se recomendaba no fuera lectura por conducirse de forma contraria al mandamiento divino.

La existencia de este catálogo se extendió desde el año 1559 de forma oficial, existiendo desde siempre de forma oficiosa, hasta 1966, año en el que se dictó la orden de no volverlo a editar nunca más y reconociendo el error de su existencia.

La primera biblioteca del mundo

La Primera Biblioteca de la que se tenga noticia, fue hallada en unas excavaciones arqueológicas a finales de los años setenta del pasado siglo.

Se localiza en lo que fue la ciudad de Ebla, un lugar que gozó del esplendor de la civilización sumeria, recordemos, donde hoy se haya Irak.

Allí se encontraron multitud de tablillas de arcilla, como las antes descritas.

Al parecer este pueblo no presentaba como rasgo característico el belicismo, pues entre toda la documentación hallada –unas 17.000 tablillas– sólo hay un manual militar.

La biblioteca de Ebla, como la civilización sumeria, fue destruida en el año 1600 antes de Cristo. Baste de triste consuelo saber que, cuando no era una civilización la que derrotaba a otra civilización -como más tarde veremos- destruyendo así su cultura, era la naturaleza con sus desastres, la que derribaba bibliotecas, monumentos o templos donde se guardaba el conocimiento adquirido a veces durante milenios.

A partir del Concilio Vaticano Segundo, celebrado por el Papa Juan XXIII en 1959, la Iglesia católica suprime tanto el Índice de libros prohibidos como las penas de excomunión que se reservaban para los trasgresores.

El arte de la escritura Azteca y Maya

Sol Azteca, Egipcio y Chino

La mayor parte de las civilizaciones, en su forma de comunicación escrita, basaron sus mensajes en la redacción de símbolos.

Símbolos que tienen más que ver con la idea de la representación de un objeto, que con un sonido.

Llama la atención la semejanza con que tanto egipcios, chinos como aztecas dieron a los mismos objetos, como la palabra “sol”, donde se dan rasgos muy similares.

Llama asimismo la atención que el contenido de las primeras tablillas de todas las civilizaciones llegaran con el tiempo a convertirse en las primeras escrituras.

Tanto las mesopotámicas, como las primeras inscripciones chinas en huesos de animales, o como los códices aztecas. En términos generales, se puede decir que la escritura surge solo entre los pueblos urbanos y tiene como objeto, también en todas las civilizaciones, no la creación de obras literarias o poéticas, sino como un medio del que valerse para registrar la contabilidad de sus economías, difundir leyes y, como mucho, mantener vivo el recuerdo de los fallecidos, con inscripciones en sus tumbas.

Al principio, el alfabeto maya siguió un sistema jeroglífico que era tallado sobre los monumentos, aunque más tarde realizaron escritura sobre papel de amate (corteza del árbol) y sobre pergaminos utilizando la piel de animales.

En lo que se conoce como época precolombina, los aztecas fabricaron sus libros en papel, utilizando fibras vegetales también procedentes del amate y el maguey, en lienzos de algodón o sobre las pieles secas de animales como el jaguar.

Las tapas de los libros, que se forraban de piel, se cubrían con tapas de madera.

El aspecto de los libros que se fabricaron a un lado y a otro del Atlántico apenas diferían, salvo que los libros aztecas solían alcanzar grandes dimensiones (hasta 14 metros), de los que se conservan pocos ejemplares dada la estulticia destructiva del conquistador español.

La evolución natural de la escritura azteca derivó en el registro de todos los aspectos de la vida, como su ciencia, culto de tipo religioso, la historia o la geografía.

Imprenta. Tipo mecánico móvil

Como ya hemos visto en Actually Notes, en 1445 Johannes Gutemberg  inventó la imprenta. Una vez superada la arcilla y el pergamino como soporte de la escritura, ya no había que trabajar cada libro de forma individual, se ganaba tiempo y dinero. La primera obra que eligió Gutemberg para probar su invención con óptimos resultados fue la Biblia.

Durante 400 años, la imprenta de tipo mecánico móvil, se mantuvo sin ninguna variación importante. Hasta que en 1811 dos inventores alemanes crearon la prensa de vapor, que utilizando el mismo sistema que el utilizado por la industria textil, lograba producir 1.000 ejemplares en serie, cuando antes apenas se llegaba a los 300. La primera prensa de vapor la montó el hijo del fundador de “Times”, en 1814 Alfabeto Braille

A partir de ese momento los libros comienzan a invadir el paisaje con grandes tiradas de periódicos que, como algo novedoso, gana pronto su espacio en la sociedad sirviendo como medio de información y entretenimiento.

La maquinaria que se emplea para que la palabra escrita se materialice es altamente costosa. Es probable que este hecho condujera a que sea en este momento, en el siglo XIX, cuando se imponga la necesidad de crear otras vías de financiación para los semanarios, como los anuncios publicitarios. Se necesitan ingresos fuertes para mantener una industria que requiere de muchos medios materiales.

La imprenta se extendió muy rápidamente por el mundo.

Llegó a México en 1539, a Perú en 1584, aunque a Argentina no llegó hasta en el año 1700, año en el que se instala la primera imprenta en Buenos Aires. Puntos en relieve.

Alfabeto Braille

En 1928, Louis Braille, como también vimos en un artículo anterior, un profesor francés de invidentes –que había perdido la vista a los tres años–, modificó el sistema que utilizaban los ciegos para leer, y que estaba basado en un sistema comúnmente empleado por el ejército para enviar mensajes cifrados.

El alfabeto Braille se basa en un sistema de signos (puntos y guiones) en relieve para poder ser leídos al tacto.

No solo se pueden leer palabras, también se puede leer y escribir música. Y también se puede escribir a máquina, con la máquina Perkins.

Alfabeto Braille

Destrucción. Libros quemados

La historia de la destrucción de los libros comienza en el mismo lugar donde, hasta el momento, acaba: en Irak.

Si las tablillas de arcilla de los sumerios fueron destruidas, igual destino corrieron muchas obras milenarias que fueron víctima del saqueo, cuando parecía que había acabado la guerra de ocupación del país de las mil y una noches.

Años después de que fueran expoliadas de las bibliotecas iraquíes un gran número de obras únicas, que días después se estaban malvendiendo en la feria de los viernes de un mercado bagdadí.

Igual destino de destrucción corrió la biblioteca de Alejandría, considerada como la más importante biblioteca del mundo antiguo, por el número de obras que reunía, el mayor nunca antes conocido. Se calcula que unos 700.000 ejemplares.

La mayor parte de los libros que se encerraban tras sus muros fueron destruidos. Han quedado registrados tres intentos de destrucción, dos por parte del Imperio de Roma y uno, el que terminó con ella, por parte de los musulmanes del califa Omar en el año 640.

Hay tantos ejemplos a lo largo de la Historia que nos hablan de la “quema de libros” que se necesitarían horas y horas para describir la barbarie que el hombre ha ejercido sobre otros hombres.

En China, en el siglo III a de C., surgió la escuela legista, una corriente filosófica que mandó quemar todos los libros anteriores que existiesen y que no siguiesen su línea de pensamiento.

libros quemados por los nazis

En la Alemania prebélica de los años 30, los brazos armados del régimen nazi, no solo se dedicaron a la quema de sinagogas, como en “la noche de los cristales rotos”, también hicieron quemas públicas e indiscriminadas de cualquier libro sospechoso y contrario a los principios del partido nacionalsocialista.

No cabe duda que el libro puede ser un arma que propague ideas, abra mentes y despierte a la reflexión. Cuando el poder totalitario se ha dedicado a quemar libros, en realidad, pretendía quemar ideas, con la estéril y vana ilusión de hacer que las llamas consiguieran convertir en cenizas el pensamiento libre de hombres libres.


Para saber más:

“Historia de la Escritura”, Louis-Jean Calvet. Paidós.

“Biblioteca del Libro”, Hipólito Escolar.


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