Contenidos
- 1 El mejor testimonio del encuentro entre Hitler y Franco
- 2 Las primeras condiciones para la entrada de España en la Segunda Guerra Mundial
- 3 La Entrevista entre Hitler y Franco…
- 4 El asunto de Gibraltar
- 5 Franco toma la palabra
- 6 Comienza la Tensión entre Hitler y Franco
- 7 Las respuestas de Franco no gustan a Hitler
- 8 La anécdota de las muelas
El 23 de octubre de 1940, Francisco Franco, a la sazón, su Excelencia el Caudillo, y Adolf Hitler, el Führer, Canciller del III Reich, se encuentran en Hendaya. La reunión ha sido concertada meses atrás, como más adelante veremos, y el objeto de la misma trataría de dilucidar la entrada o no de España en la Segunda Guerra Mundial y las condiciones de dicha participación en caso de la victoria del Eje. Mucho se ha escrito sobre lo que ocurrió en aquel encuentro, aunque pocas veces se han analizado todos los hechos de forma exhaustiva…
El mejor testimonio del encuentro entre Hitler y Franco
El mejor testimonio que ha dejado la Historia sobre el encuentro de Hitler y Franco en Hendaya lo proporcionó la transcripción que realizó de la entrevista el barón de las Torres, Luís Álvarez de Estrada y Luque, traductor español presente en la cita. De aquí será de dónde saquemos los datos más importantes de esta cita histórica.
Pero antes de que comience el viaje hacia Hendaya, donde Hitler espera a Franco a las tres de la tarde, ha habido contactos entre España y Alemania. El 17 de septiembre, Hitler remite una carta a Franco en la que da por hecho la entrada de España en la Segunda Guerra Mundial.
Las primeras condiciones para la entrada de España en la Segunda Guerra Mundial
Ese mismo mes, antes de ser nombrado ministro de Asuntos Exteriores, Serrano Suñer, se entrevistó con Ribbentrop y Hitler en Berlín. En esa entrevista, el delegado español pone sobre la mesa como condición para entrar en la conflagración:
- la devolución de Gibraltar,
- la anexión de Marruecos y,
- alimento, en concreto: trigo.
Pero España seguía siendo un país neutral, así se había declarado el 12 de junio de 1940.
English version: Hitler and Franco meeting in Hendaye, the Full Story
La Entrevista entre Hitler y Franco…
Con una hora de retraso sobre el horario previsto, la delegación española llega a la estación de Hendaya. Tras las presentaciones, pues hasta entonces ni Hitler ni Franco se habían encontrado personalmente, se reúnen en el coche-salón del führer, en una mesa rectangular que ocupan además de los dos mandatarios, el ministro de Negocios Exteriores, Ribbentrop, el mariscal Keitel, Serrano Suñer y los dos intérpretes, prohibiéndose la entrada en la estancia a cualquier otra persona.
Hitler y Franco se saludan en el andén
Tras unas primeras buenas palabras de Hitler hacia su interlocutor, recordando la “gesta” llevada a cabo por España “contra el comunismo“, y repasando todos los acontecimientos en los trece meses que ya han transcurrido de la Segunda Guerra Mundial, de la que el führer insiste en decir que no deseaba, pero que se ha visto “obligado a aceptar con todas las consecuencias“, continúa describiendo la excelente posición en que se encuentra Alemania en el conflicto, añadiendo frases donde pone de manifiesto, con exageración, la superioridad con la que quería manejar la reunión: “Soy el dueño de Europa y como tengo doscientas divisiones a mi disposición, no hay más que obedecer“.
Engrandecido, Hitler afirma que la caída de Gran Bretaña es inminente, y es ahí donde España puede jugar un papel importante. Por diversas circunstancias, el führer piensa, y así lo afirma, que a España se le presenta una oportunidad que, quizá, nunca se vuelva a presentar para sus intereses. Gibraltar, las Islas Canarias y Marruecos eran esas circunstancias.
El asunto de Gibraltar
En lo referente a Gibraltar, Hitler hace referencia a las exaltación patria al tratarse del peñón: “un pedazo de suelo que todavía está en manos enemigas“. Un trozo de suelo que es también “el punto más importante para la navegación en el Mediterráneo“. La idea del führer era cerrar el paso del Estrecho, contando para ello con el control tanto de Gibraltar como de Ceúta.
En lo que respecta a Marruecos, Hitler hace un interesado paseo histórico por el pasado para señalar a España como el país que debería poseer todo el Marruecos francés y Orán. Territorios que en ese primer tiempo de la reunión, el führer promete a España. Por último, las Islas Canarias para el führer, también son situadas en un punto estratégico para la guerra submarina.
Franco y Hitler antes de comenzar la reunión
Franco toma la palabra
Tras la exposición de Hitler, Franco toma la palabra y contesta una a una las cuestiones planteadas. Franco reconoce que Gibraltar es un “pedazo de tierra española“, sin embargo, acogiéndose por primera vez -y que repetirá hasta la saciedad, como iremos viendo- a la reciente Guerra Civil Española, para el pueblo español entrar en la Segunda Guerra Mundial sería un “sacrificio“, ya que “no tiene cerradas las heridas de todo orden que ha sufrido“.
Además, la compensación por entrar en la conflagración sería muy pequeña, por mucho que Gibraltar volviera a dominio español, a cambio de entrar en guerra contra Inglaterra. Por otro lado, Franco intentó hacer ver a Hitler, en repetidas ocasiones, que sería más interesante cerrar el canal de Suez que Gibraltar, para cortar el paso por el Mediterráneo. Quizá el argumento, esquivo, obedecía al intento por parte de Franco de “poner tierra” ante las pretensiones del führer, pero lo esgrimió varias veces en la reunión.
Es posible que, no teniendo demasiados argumentos con los que rebatir al führer, Franco introdujo una nueva idea que comenzaba a clarificar su posición: “Para ofrecer las cosas es necesario tenerlas en la mano, y hasta ahora, el Eje no dispone de ellas”.
En lo que respecta a las Islas Canarias, Franco reconocía que no estaba convenientemente protegidas: “el armamento que allí hay es insuficiente”. En este punto, Franco responde que no piensa que puedan ser objeto de ataque por los aliados. Es ahí cuando Hitler pone sobre la mesa el ofrecimiento que iría repitiendo a lo largo de la reunión para contrarrestar la actitud huidiza de Francisco Franco, que España contaría con armas y militares entrenados más que suficientes como para protegerlas…
Comienza la Tensión entre Hitler y Franco
Como se ha visto hasta ahora la conversación entre ambos mandatarios se desarrollaba esgrimiendo puntos de vista donde prevalecía el desencuentro. Franco intentaba justificar su negativa a entrar en la guerra con argumentos que, siendo creíbles, pudieran realmente convencer a Hitler.
Teniendo en cuenta que la reunión se prolongó durante nueve horas y, a pesar de la necesidad de que fuese empleado el servicio de dos traductores, podemos deducir qué ocurrió después de estas primeras intervenciones, considerando que apenas se emplearon nuevos argumentos.
Antes de que se produjera un receso, Hitler insistiría en hacer ver a Franco la “gran oportunidad” que supondría para España entrar en la guerra. Y lo intentó de todas las formas posibles, arguyendo que “la victoria estaba cerca”; que “España no iba a tener otra oportunidad igual o mejor“…
Tras un descanso, después de casi cuatro horas de reunión, al filo de las diez de la noche, Hitler introduce un nuevo elemento inédito hasta entonces. El führer comenta la necesidad que tiene de conocer cuál va a ser la posición de España (como si no lo intuyera ya): si va a entrar en la guerra o no.
El motivo es que al día siguiente se reúne con el mariscal Pétain y el señor Laval en Montoire, y necesitaba saber la actitud de España “para obrar en consecuencia con respecto a Francia“, ampliamente ocupada.
Franco contesta que no cree que nada tenga que ver la actitud de España “en las conversaciones de una potencia que acaba de hacer ofrecimientos, pues una de dos, o estos ofrecimientos no son más que el cebo para una posible entrada de España en la guerra o no se piensa cumplirlos si la actitud de Alemania con el gobierno de la Francia derrotada no es excesivamente dura”.
Pétain y Hitler reunidos en Montoire. Imagen del encuentro de Hitler con el mariscal Pétain en Montoire, un día después de reunirse con Franco.
Las respuestas de Franco no gustan a Hitler
Esta respuesta de Franco no gusta nada al führer, y como escribe el traductor, el barón de las Torres, quizá porque fuese una gran verdad. En esta diatriba continúa la conversación, ya con más tensión.
Hitler pidiendo a Franco que aclare si entra o no en la guerra y Franco diciendo que no encuentra motivo alguno en la necesidad de dar una respuesta condicionada a la conversación con Pétain. Es más, vuelve a ofrecer los argumentos anteriores: que “España sale de una cruenta guerra que ha ocasionado un millón de muertos en todos los conceptos; que su estado es calamitoso por la falta de víveres y armamento…”
Dentro de la tensa rutina que se ha establecido en la conversación Franco introduce una arriesgada tesis. Dice que, en realidad, España ya está ayudando al Tercer Reich con su declarada posición neutral, puesto que eso viene a significar que el frente de los Pirinéos no presenta tropas aliadas. Este argumento contraria mucho a Hitler puesto que “no es suficiente ni lo que necesita Alemania“. Y, otra vez, los manidos y repetidos argumentos vuelven a sobrevolar el tenso ambiente que ya está asentado en el coche-salón.
Supuesto montaje fotográfico, Franco con los ojos abiertos y cerrados
Viendo que ambas posturas no solo se mantienen alejadas sino que parecen irreconciliables, el führer lanza un órdago, proponiendo -de acuerdo con el ministro Robbentrop-, nada menos que se firme por parte de España un compromiso para entrar en la guerra junto al Eje cuando Alemania estime oportuno, señalando que tal cosa sucedería más adelante en el tiempo.
Franco, ante esa propuesta, volvió a arguir que la guerra no reportaría beneficios a España y que, además, la nación no estaba en disposición de enfrentarse a un conflicto de tal envergadura.
Hitler pierde la paciencia en ese punto, cuando el reloj marca las doce de la noche, tal y como trascribe el Barón de las Torres: “dando muestras de su soberbia o de su mala educación, se levanta de la mesa y, de forma completamente militar y agria, se despide de los presentes“. Poco antes, el führer se ha dirigido a Robbentrop diciendo: “ya tengo bastante; como no hay nada que hacer, nos entenderemos en Montaire“…
El Barón de las Torres concluye su exhaustiva trascripción diciendo: “la actitud del caudillo ni ha podido ser más viril ni más patriótica ni más realista, pues se ha mantenido firme ante las pretensiones del führer y ha pasado por alto, con la mayor dignidad, los malos modos, al no ver satisfechos sus deseos, del führer-canciller.
La anécdota de las muelas
Esta frase que ha sido atribuida a Hitler en la reunión que mantuvo con Franco en Hendaya proviene de la trascripción que el conde Ciano llevó a cabo del encuentro entre el führer y Benito Mussolini, el 28 de octubre, cinco días después.
De dicha conversación también se sabe la opinión que Hitler tenía de España, a la que consideraba “inmersa en un gran desorden“.
Portada del Diario Arriba de la entrevista entre Hitler y Franco
Y también se supo lo que pensaba de Franco, del que dijo que era “un corazón valeroso, pero que es un hombre que solo por carambola se ha convertido en jefe. No tiene la talla ni de político ni de organizador“.
En las extensas memorias que escribió Churchill también se encuentran referencias a la controvertida charla entre Franco y Hitler en Hendaya. Haciendo referencia a palabras del führer escritas a Mussolini, Hitler tenía preparada la invasión de Gibraltar, que necesitaba el paso por España, para el 10 de enero de 1941, con tropas entrenadas especialmente. Hitler pensaba que Franco cometía “el error más grande de su vida“.
También opinaba que estaba recibiendo la ayuda en forma de alimento por parte de los aliados, pero que ésta se acabaría y que, llegado el momento, “se lanzarían sobre él”.
El reproche final vendría tras estas palabras: “Me encuentro, pues, muy entristecido por esta decisión de Franco, tan poco acorde con la ayuda que nosotros y usted, Duce, le prestamos cuando él se encontraba en dificultades“.
El mes de diciembre fue el mes más convulso en lo que rodea a estos hechos concretos.
El día 9 Churchill se entrevista con el duque de Alba. Gran Bretaña se compromete a mantener el comercio habitual con España. Para los ingleses la actitud española era fundamental. En lo comercial, de las minas de Vizcaya se extraía el hierro de las municiones británicas.
Además, era fundamental que los puertos españoles no fueran lugar de repostaje para los submarinos italianos y alemanes.
Como reconocería Churchill, durante dos años, Gran Bretaña mantuvo una expedición de cinco mil hombres dispuestos a invadir las Islas Canarias en caso de que Gibraltar fuera invadido, bien por los propios alemanes o por España.