Isabel de Portugal, emperatriz, reina y regente de Castilla
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¿Quién fue Isabel de Portugal?
La reina Isabel de Portugal (1503-1539) fue la única esposa del emperador Carlos V y la madre de sus tres hijos legítimos, el rey Felipe II, la emperatriz María y la princesa Juana de Austria.
Isabel fue la primogénita del rey Manuel I de Portugal y de la infanta María, hija de los Reyes Católicos.
Solo tres años menor que su primo hermano, el emperador Carlos V, el matrimonio entre ambos fue, como lo eran los de todos los miembros de las casas reales europeas en aquel momento, una alianza política entre Portugal y el emperador.
Carlos V, que durante la inmensa mayoría de su reinado sufrió importantes problemas financieros a causa, principalmente, de las frecuentes guerras que llevó a cabo, eligió casarse con la entonces infanta Isabel por razones principalmente económicas, pues Portugal era un reino muy rico gracias principalmente a los réditos que obtenía por el control que ejercía en las rutas marítimas que unía Europa con Extremo Oriente bordeando las costas africanas.
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Además, también sirvió para acercar posturas entre Castilla y Portugal, que llevaban tiempo enfrentadas por la propiedad de las islas Molucas y los límites de la influencia que ambas potencias debían tener en aguas asiáticas, considerándose que el tratado de Tordesillas, firmado en el año 1494, no cubría las nuevas zonas descubiertas más allá del nuevo continente americano. Por estas razones, el matrimonio se acordó en 1525.
La boda entre Carlos V e Isabel de Portugal
Algunos meses después, en 1526, Carlos V e Isabel de Portugal se casaron en Sevilla. Se dice que ambos se enamoraron nada más verse por primera vez y que el emperador, como muchos dicen que le sucedió también a sus padres, pidió que un sacerdote bendijera su unión rápidamente para poder quedarse a solas con ella antes de la ceremonia oficial, que debía celebrarse días después.
Carlos V e Isabel de Portugal
Pero, pese a que tenemos constancia de que el emperador la amaba tiernamente, su matrimonio estuvo marcado por las frecuentes ausencias del emperador.
Carlos V, ante la necesidad de controlar y regir una gran extensión territorial, viajaba a menudo, mientras Isabel y, posteriormente, los hijos de ambos, permanecían en Castilla.
De los trece años que permanecieron casados, apenas pasaron juntos una tercera parte del tiempo. Pero, mientras Carlos V estaba fuera, Castilla necesitaba una regente y fue en esa importantísima posición política en la que la emperatriz Isabel demostró la gran inteligencia, prudencia y talento para gobernar.
Ejerció el cargo de regente hasta en cinco ocasiones distintas, siempre con un importante acierto y manteniendo la paz y la estabilidad dentro de las fronteras de un reino que, apenas unos años antes de que se produjera este matrimonio, había estado gobernado por una importante inestabilidad y que había sufrido la revuelta de los comuneros de Castilla.
La emperatriz Isabel de Portugal murió en 1539, con apenas 36 años, después de un parto complicado en el que el niño no sobrevivió. Carlos V, que había sido avisado de urgencia de lo que ocurría, no llegó a Toledo a tiempo para verla viva por última vez y, al conocer la noticia, se retiró al monasterio de Santa María de la Sisla, donde lloró durante días su pérdida.
La emperatriz Isabel de Portugal, obra de Tiziano, está en el Museo del Prado
Pese a ser todavía relativamente joven y no faltarle las ofertas, Carlos V se negó a volver a casarse después del fallecimiento de Isabel, que siempre permaneció muy presente en su memoria.
El retrato de Tiziano a Isabel de Portugal
El retrato que conservamos hoy de la emperatriz Isabel de Portugal obra de Tiziano, que se conserva en el Museo del Prado, fue encargado por el emperador después de su muerte para poder tener un recuerdo constante de ella y lo conservó consigo hasta que murió, casi veinte años después del fallecimiento de la emperatriz, en el monasterio de Yuste, en Extremadura.
El que llegaría a ser Felipe II, que tenía apenas doce años cuando murió su madre, a la que sustituyó como regente en Castilla cuando su padre volvió a marcharse, poco tiempo después.
Años después, en 1580, cuando falleció el último rey de Portugal de la dinastía Avis y, desaparecida la línea masculina legitima vinculada a los descendientes del rey Manuel I, Felipe II reclamó el trono de Portugal como hijo mayor de la hija primogénita de dicho monarca.
Sus derechos al trono de Portugal procedían de su madre, la princesa de Portugal que se convirtió en una de las mujeres más importantes de la época como emperatriz, reina y regente de Castilla.