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Kengoro, el robot japonés que suda

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Uno de los grandes sueños de muchos científicos que se dedican a la robótica es humanizar, en la medida de lo posible, a los robots.

Pues aquí te presentamos a Kengoro, el robot japonés que suda. Y, no, no es broma. Suda realmente.

Hay múltiples diferencias entre los seres humanos y los robots. Nos separa las sensaciones, las emociones, nuestra concepción y nuestra naturaleza… sin embargo, hay otras que circunstancias que nos unen en semejanza.

Una de ellas es que cuando realizamos un esfuerzo, sufrimos. En los seres humanos se cansan nuestras articulaciones, nuestros músculos, de la misma manera que en los robots se cansan sus conexiones y se agotan sus baterías y motores cuando se les empuja a hacer sobresfuerzos en el tiempo.


Para aminorar esta situación que acontece a las máquinas creadas por el hombre sin excepción, científicos de la Universidad de Tokio han desarrollado un robot que responde al nombre de Kengoro, y cuya imagen se puede ver bajo estas líneas.

Se trata de un humanoide que suda cuando su mecanismo se sobrecalienta y al que califican de terrorífico.

En fin, solo hay que mirarle a los ojos y contemplar el rictus de su ¿sonrisa?

Kengoro, el robot ‘terrorífico’ que suda

¿Y para qué debe sudar Kendoro?

La idea de los científicos japoneses es que el robot, al sudar pueda, de alguna manera, ‘mantener la calma’. El sudor robótico es una suerte de sistema de refrigeración y enfriamiento capaz de mantener el cuerpo del robot sin sobre calentamientos y realizar tareas evitando que sus 108 motores sufran daño alguno.

Kengoro es capaz de realizar flexiones durante 11 minutos seguidos sin quemar sus motores. ¿Quién pudiera? ;D

Kengoro

 

Detrás de esta idea se encuentra Toyotaka Kozuki quien ha declarado: “Nuestro concepto se centró en agregar más funciones en el bastidor, utilizándolo para transferir agua, liberar calor y, al mismo tiempo, sostener las fuerzas de apoyo.”

Por lo demás, el robot presenta la tecnología de la que los ingenieros actuales son capaces de proporcionar a los cuerpos robóticos, cada vez más parecidos a sus propios creadores.

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