La anécdota entre Bruce Lee, maestro de artes marciales, actor, filósofo y escritor, y el actor Steve McQueen la cuenta Matthew Polly, en ‘Bruce Lee: A Life’, una biografía que indaga en la vida y obra, cuarenta y cinco años después de su misteriosa muerte, de Bruce Lee, acontecida a los treinta y dos años de edad.  

Una biografía autorizada tras década de investigación que incluyó la realización de más de cien entrevistas con la familia, amigos, socios comerciales de Lee, e incluso la actriz en cuya cama murió, y es donde también se recoge el curioso acontecimiento entre él y McQueen y que nos disponemos a narrar.


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Viajamos en el tiempo a comienzos de la década de los cincuenta del siglo pasado. Tiempo en el que Steve McQueen comenzaba a codearse con las grandes personalidades del cine de Hollywood. Trabó amistad con personajes como Frank Sinatra y vio el lujo con que se rodeaban en ese mundo paralelo, pero real. Jets privados, limusinas, alfombras rojas sobre las que paseaba ante la mirada atenta de fans aduladores. “Quiero algo de esto”, le susurró McQueen a su esposa, cuenta Polly en su libro. En la década de 1960, fue el turno de Bruce Lee de querer lo mismo.

Y, una de esas ‘cosas’ que quería Bruce Lee cuando ya había triunfado en el cine norteamericano, era un coche deportivo potente y sorprendente…


Del Shelby Cobra al Porsche 911S Targa

Lee ya había probado el Shelby Cobra propiedad del estilista de Hollywood Jay Sebring, a la postre también una de las víctimas de la Familia Manson, y que se narra en la última película de Tarantino. Sebring fue quien facilitó el acceso a Bruce al mundo del cine, tras haberle conocido en su Campeonato Internacional de Kárate, celebrado en Long Beach. En 1964, Sebring lo presentó a su amigo el productor Bill Dozier, que le dio su primer papel en la serie El Avispón Verde (The Green Hornet). Por otra parte, Sebring fue pareja de Sharon Tate antes de que la actriz conociera a Roman Polanski, hecho que precipitó la ruptura de su relación.

Shelby Cobra

Shelby Cobra

 

A Lee le gustó el Shelby Cobra, pero lo que realmente deseaba era poseer un Porsche 911S Targa, por una razón: porque Steve McQueen (a quien también cortaba el pelo Jay Sebring) tenía uno.

Bruce Lee, el 26 de agosto de 1968, visitó el concesionario Volkswagen-Porsche en Hollywood para realizar una prueba de conducción. Tan pronto como llegó a casa, telefoneó a McQueen en Palm Springs. “Steve, voy a comprar un Porsche como el tuyo”, le dijo Lee.

Porsche 911S Targa

Porsche 911S Targa

La respuesta del actor fue: “Mira, Bruce, déjame llevarte a dar un paseo en el mío”, advirtió McQueen. “Es un auto potente, y si no sabes lo que estás conduciendo, puedes meterte en problemas”.

Se dice que Bruce Lee era algo temerario al volante. Así lo manifiesta Dan Inosanto, asistente y compañero de entrenamiento de Lee del que llegó a decir que “conducía demasiado rápido” y que “asustaba”.

McQueen y Lee al volante

También se dice que Steve McQueen podría haberse ganado la vida como piloto de carreras, por su destreza, mientras que Lee era una amenaza al volante. Así, después de la conversación telefónica, llegó el día en que McQueen recogió a Lee y condujo junto a él por el valle de San Fernando hasta Mulholland Drive para mostrarle lo que podía hacer con su anhelado Porsche 911S Targa.

McQueen salió rechinando las ruedas del vehículo mientras giraba y giraba por el sinuoso y peligroso camino en lo alto de las montañas de Santa Mónica. Lee no decía nada. McQueen gritaba sobre el estruendoso ruido del motor, mientras se acercaba al borde del precipicio. “¿No es genial, Bruce? Mira cómo se maneja. ¡Ahora mira cómo lo deslizo!” McQueen se aproximaba peligrosamente al borde de la carretera. “¿No es genial, Bruce?” Pero Bruce seguía sin decir palabra.

Cuando McQueen decidió dar por terminado el peculiar viaje, miró a su derecha y no encontró en el asiento a Lee. Permanecía acurrucado en el espacio para los pies con las manos sobre la cabeza. “¡McQueen, hijo de puta!” gritó Lee mientras se reponía de la experiencia y volvía a sentarse. ¡Te mataré, McQueen! ¡Te voy a matar!”, acertó a decir el especialista en artes marciales…

“Nunca volveré a conducir contigo, McQueen. ¡Nunca!”.

McQueen vio la expresión de rabia en el rostro de Lee y se sintió aterrorizado. Sabía que Lee no se andaba con bromas cuando estaba enfadado y, ahora, lo estaba, y mucho. Así que McQueen arrancó de nuevo el vehículo y se dirigió por Mulholland Drive tan rápido como pudo. “Bruce, cálmate!” McQueen gritaba y suplicaba.

Pero McQueen, quizá con el deseo de dejar a Lee en su casa y olvidar la situación que se había producido, volvió a apretar el acelerador. “Steve, baja la velocidad”, gritó de nuevo Lee. McQueen se mostraba preocupado por la reacción de Lee, aunque este insistía en que no le iba a pegar. “No me lastimarás, ¿verdad?” McQueen preguntaba de nuevo. “¡No no!” decía Lee. “Solo para el auto. ¡Para el auto!” McQueen finalmente se hizo a un lado y Lee le dijo: “Nunca volveré a conducir contigo, McQueen. ¡Nunca!”.

Ahora que se puede usar intercomunicador en moto o en coche, quizá les hubiera venido bien uno 😀


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¿Fue Steve McQueen uno de los estudiantes de Bruce Lee?

Tras el éxito en el papel de Kato, en la serie El Avispón Verde (The Green Hornet), emitida durante 26 episodios entre los años 1966 y 1967, Lee vio la posibilidad de aumentar sus honorarios en las clases de kung fu que ya impartía, pasando a cobrar 150 dólares por hora o 500 dólares por un conjunto de 10 lecciones.

La táctica funcionó, y Lee comenzó a enseñar a algunos de los personajes más famosos de Hollywood su arte marcial, entre los que se encontraban Steve McQueen, James Coburn, incluso el director de cine Roman Polanski o el cantante Vic Damone.

 


Para saber más:

‘Bruce Lee: A Life’ © 2018 by Matthew Polly. Published by Simon & Schuster.


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Mateo Lemos de Pilar
Escritor y periodista. En Twitter (X) @deLemosMateo. Me puedes escribir aquí: mateo@actuallynotes.com Respondo todos los mensajes. Gracias.

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Comments

  1. Las palabras no pueden expresar lo agradecido que estoy
    por este blog. Gracias por iluminar mi camino con tu sabiduría.

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