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La danza de Henri Matisse fue producto del encargo del mecenas Sergei Ivánovic Shchukin que realizó al pintor en el año 1910, junto a otra obra pictórica: la Música.
La danza, perteneciente al fauvismo, es un óleo sobre lienzo inmenso, que mide 260 cm de alto por 389 cm de ancho, estaba destinada a ‘decorar’ el hueco de la escalera de la mansión del magnate ruso, el palacio Trubetskoy, que había ganado su fortuna en la industria textil.
El palacio Trubetskoy llegó a atesorar una colección nada desdeñable: 250 obras que, tras la revolución rusa, el gobierno bolchevique se apropió mediante un decreto firmado por el llamado Consejo de Comisarios del Pueblo, firmado por Lenin un lejano 8 de noviembre de 1918, un año después de comenzada la revolución, mientras que al mecenas, Shchukin, solo le quedó la opción del exilio, huyendo sin más remedio a París.
Como anécdota, cabe reseñar que en 1948 el Museo Estatal de Nuevo Arte Occidental, tal y como nombraron los bolcheviques a la mansión de se Shchukin, fue clausurado por Josef Stalin, al que al parecer le parecía que esas obras tenían un carácter burgués. Así, las obras de la colección Shchukin se distribuyeron, sin mayor criterio que el antojo de un comisario político entre el Museo Pushkin de Moscú y el Hermitage en San Petersburgo.
¿Quién fue el mecenas Sergei Shchukin?
Sergei Shchukin, gracias a su gran fortuna y a su noble afición al Arte, se convirtió en coleccionista, principalmente de pintores impresionistas y postimpresionistas, tras realizar un viaje a París en el año 1897, fecha en la que adquirió el primer cuadro de Monet. Posteriormente compró numerosas obras de otros pintores que aún no estaba de moda como Paul Cézanne, Vincent van Gogh, y Paul Gauguin, entre otros. Las obras de estos pintores decoraban las paredes de su casa-palacio en Moscú.
Así se fraguó la danza
Producto de esta afición, encargó, como apuntaba al principio, a Henri Matisse la elaboración de un cuadro que decorara el hueco de la escalera de su palacio.
En un primer momento, Shchukin, se opuso al planteamiento que le propuso Matisse, cuando le mostró un boceto en acuarela de las figuras que compondrían el cuadro desnudas.
Shchukin no veía con buenos ojos mostrar cuerpos desnudos en un espacio público y le pidió que vistiera esas figuras.
Pero el carácter y el sentido artístico de Matisse se opuso a tal medida e intentó convencer por todos los medios a Shchukin de que la obra debía ser como él la planteaba.
Así las cosas, la danza, fue expuesta en el Salón d´Automne de París en el mismo año de 1910, recibiendo numerosas y malas críticas que llegaron a acusar a Matisse de ser un enfermo mental. Como consecuencia de este hecho, Shchukin canceló el encargo en un primer momento, aunque pocos días después cambió de opinión, para suerte del artista, solicitándole que terminara la obra que se colgaría, para mayor gloria, en el lugar que tenía pensado.
¿De dónde surge la idea de ‘la danza’ para Matisse?
Se piensa que la idea de Matisse de pintar este cuadro proviene del momento en que el pintor observó a unos pescadores, se cree que en una playa al sur de Francia, bailando una especie de sardana.
La grandeza de ‘la danza’
Colores, formas y ritmo. Se podría decir que en esos tres términos se hace importante este óleo.
De una parte, Matisse se centra en el uso de tres colores: el azul del cielo, el rosa anaranjado para la piel de los protagonistas y el verde sobre el que danzan eternamente. El juego de esos colores con las formas simplificadas, como apuntan buena parte de críticos que han estudiado la obra, hacen que se cree un “patrón de rítmico movimiento expresivo”, (JW*)
Los detalles de ‘la danza’
No cabe duda que estamos ante una gran obra de arte. Desde todos los puntos de vista. Tiene fuerza, movimiento, sencillez… Pero veamos lo que los expertos nos dicen de este cuadro.
Las figuras
Si nos fijamos en el cuadro, parece que la pierna derecha del personaje que se encuentra a la izquierda se escapa del cuadro. Nada más lejos de la realidad, es una medida que Matisse toma para que tengamos la impresión que el ‘bailarín’ se apoya sobre el lienzo otorgando la sensación de que se lanza sobre él.
Más elementos cortados
Tampoco es casual que la figura de la mujer que vemos de frente aparezca cortada. Se supone que esa forma nos da una perspectiva, mejor dicho, una sensación de movimiento, aunque no lo percibamos en primera instancia.
Matisse ofrece una contención para que nuestra mirada huidiza se concentre en la composición.
Curvas con ritmo y movimiento
Sin duda, a la vista, hay un ritmo ondulante, circular. Se supone que Matisse se propuso simplificar la anatomía humana para aumentar en nosotros el impacto visual. La cuestión es que los omoplatos forman una figura curvada, y pasan a formar parte del patrón ascendente y descendente conformados por los brazos reflejados en el verde campo que los rodean.
Tensión total
Como vemos en este detalle, las manos de dos bailarines parece que acaban de soltarse. Eso nos da una idea del desenfreno del baile, de la rapidez inusitada. Algunos críticos han comparado esta imagen con la de la Creación de Miguel Ángel, Dios y Adán a punto de darse la mano o decirse adiós… En cualquier caso, el movimiento, la intensidad, de alborozo y expresión sublime existe en este cuadro quieto sobre el óleo desde 1910: la danza de Matisse.
*Arte, toda la Historia. Blume.