Rodeados de guerra, de una pandemia que se suspende viva e inerte (viva la contradicción) por no se sabe ya dónde, avocados al miedo, a la postre en la incertidumbre, más allá de nuestra propia mismidad. Así estamos.

Sí, vivimos en un plan planificado por el propio demonio (que lo mismo habita las coordenadas de los socios Bilderberg)… Así estamos, repito, y aclaro: entre la visión de una teleserie, las noticias belicosas de la siempre maltratada Ucrania, el recibo de la luz o el gas tan al alza que quema; y la reencarnación de Hitler en forma de un paleto ruso que colocaron (y mantienen) en el poder las oligarquías con yate e inversiones en la vieja Europa, de la que TODOS se aprovechan, tan brillante sobre el Humanismo y su Renacimiento.

¿Qué paso en el año 2000 en Rusia?

Y, todo esto de ‘Russia’, provocado por la indefinición de un cambio de siglo convulso. Ya lo explicó Nietzsche con su brillantez loca. Allí iba la maltratada Europa y sus europeos. Hacia el ocaso.


¿Dónde estaba el borrachín de Yeltsin? Bebiéndose un anuncio de Vodka en la tele, probablemente. ¿Se le atragantaron las uvas en forma de vino? Sea como fuere, el paleto de Putin se alzó con el poder que ha perpetuado convenientemente.

Yendo al grano del asunto que había dado sentido a estas palabras… Me ha dado por reflexionar sobre lo que es la democracia en España. O en casi cualquier lugar de nuestro entorno occidental. Es sencillo. Es puro capitalismo. Asumido por la extrema izquierda, la derecha, la extrema derecha. De uno a otro confín. Entiendan que las etiquetas ideológicas hace tiempo perdieron sentido; y qué es el fascismo, casi nadie sabe identificarlo.

El juego partidista es un juego capitalista

La oferta a la que se enfrenta el electorado es la siguiente: El sistema se basa en el juego de los partidos políticos. No hay otra forma de vertebrar el poder, y sus consecuencias. Que lo dice la Constitución. Al menos la española.

Así, cada partido político presenta una oferta que se basa en la competencia:

  • Todos compiten; en el libre mercado;
  • Cualquiera puede formar un partido (aunque no tenga ideología);
  • Y en la libre elección. Cada cual mete su papeleta en la urna.

Reflexión final. ¿Entonces? Aunque alguien tenga un pensamiento comunista o fascista: ¿En democracia son capitalistas? Creo que sí.

Ahí se lo dejo. Pongan blanco sobre negro o viceversa. Pero pongan razón y lógica.
Dixit.

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Mateo Lemos de Pilar
Escritor y periodista. En Twitter (X) @deLemosMateo. Me puedes escribir aquí: mateo@actuallynotes.com Respondo todos los mensajes. Gracias.

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