uando alguien toma la decisión de contar una historia, es indudable que no lo hace por una circunstancia aleatoria, por una casualidad o por un impulso.
Normalmente, enfrentarse al folio en blanco es un hecho premeditado y consciente, al que se antepone una realidad: “Quiero escribir”, o… “Quiero ser escritor”.
Así las cosas, al plantear la pregunta “¿Escribir para qué? No puedo obviar aquella proposición que Bukowski planteó en una carta que escribió a un amigo con el siguiente condicionamiento: “Si, yo (Bukowski) acabara en una isla desierta, ¿Qué terminaría haciendo?, ¿acaso escribiría con un palo sobre la arena contando quién sabe qué? ¿Lo haría en ausencia de público lector?”
No desvelaré lo que Bukowski pensaba que acabaría haciendo. Más que nada por que no lo recuerdo con claridad.
En lo que a mi respecta, desde luego, no sé qué haría.
Me pregunto si, en esa soledad y ausencia, dejaría un mensaje en algún lugar, tal cual hicieron los hombres primitivos, en símbolos sobre las paredes de una gruta amable que guareciera del frío y la inclemencia.
Elegiría quizá la corteza de un árbol. Iría un poco más lejos que los románticos navajeros del barrio, que empalaban los nombres enamorados alrededor de un tembloroso corazón cruzado por una flecha de la que nunca supe su significado.
Haciendo un ejercicio imaginativo, vamos a suponer que en esa isla encontramos papel y bolígrafos adecuados para la tarea de la escritura. ¿Qué haríamos?; ¿Escribir nuestra historia para los anales de la isla desierta? ¿Escribir una historia de terror? ¿Una con enseñanza? ¿Qué produzca risa, pensamiento?…
La verdad, no lo sé. Solo sé que escribo porque lo siento como una necesidad y porque tengo la certeza de la existencia de un lector o lectora, de cientos de ellos y ellas, que están en algún lugar, esperando a leer nuevas historias. Y juntos, sin conocernos, sin apenas saber del otro, compartir un instante eterno.
Ahora que nadie me lee, en verdad soy el habitante de una isla. Una isla habitada por personajes inventados, por fantasmas literarios que rompen la soledad a base de páginas rotas y capítulos inconclusos…
