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El 22 de noviembre de 1975, Juan Carlos de Borbón juraba su cargo ante las Cortes del Reino.
En su discurso dejaba entrever la dirección que habría de tomar su proyecto político: “hoy comienza una nueva etapa en el historia de España“.
Desde entonces se ha hablado mucho de la Transición española, y no siempre con acierto.
Esta etapa de la historia nacional ha sido utilizada como fuente legitimadora de determinados proyectos políticos en muchas ocasiones, y tergiversada en no pocos textos historiográficos.
La finalidad de este artículo es aportar una serie de ideas clave sobre este proceso histórico y, al mismo tiempo, acotarlo cronológicamente.
La Transición española: un proceso político, pacífico y legal
Toda transición ha de entenderse como un periodo de cambio, como el tránsito de una situación inicial a otra distinta. A partir de ahí pueden existir varios tipos de transiciones: políticas, económicas, culturales, sociales…
En el caso que nos ocupa, estamos ante una transición de corte político. Es decir, el tránsito de un régimen autoritario –el franquismo– a un Estado de derecho liberal y democrático.
Una transición pacífica
A su vez, una transición puede desarrollarse de maneras muy distintas. Puede ser traumática, o incluso violenta, pero también pacífica.
Ese es el segundo rasgo del proceso español: la concordia -el entendimiento entre los distintos proyectos que existían por aquel entonces- y la capacidad de ceder –todos cedieron- para llegar a un acuerdo.
El consenso de los años setenta, que ahora vemos como algo lógico e inevitable, no fue, sin embargo, tan sencillo.
Existía la posibilidad de una transición violenta si no se llegaba a ese entendimiento.
Una transición legal
El último rasgo de la transición es su carácter legal. No se produjo ruptura con el franquismo, sino que se aprovecharon los resquicios que las leyes del régimen dejaban para desmantelarlo desde dentro.
Los conservadores no franquistas aprovecharon la propia legislación del régimen para desmontar el sistema. Una vez hecho esto, procedieron a democratizar el sistema y a legalizar a los partidos de la oposición.
Por tanto, la Transición española fue un proceso político, pacífico y legal. En este último caso, por supuesto, si atendemos a la legislación vigente en noviembre de 1975.
A esos tres rasgos habría que añadir una consecuencia: un sistema que, con sus ventajas e inconvenientes, lleva funcionando más de 35 años. Por tanto, y por ahora, es el segundo periodo constitucional más largo de la historia de España. Además, ha permitido al país integrarse en el mundo occidental a través de instituciones como la Unión Europea.
Los límites cronológicos de la Transición
El 20 de noviembre de 1975 moría el general Francisco Franco.
Este acontecimiento marca el inicio de la Transición política española, pues sólo con la desaparición de este personaje puede iniciarse el cambio.
No obstante, hay historiadores de reconocido prestigio que sitúan los inicios de la Transición en acontecimientos anteriores.
De entre ellos predominan dos: el nombramiento del príncipe Juan Carlos de Borbón como heredero a la jefatura del Estado (1969) y del asesinato del almirante Luis Carrero Blanco (1973).
Estos sucesos podrían ser considerados antecedentes del proceso de Transición, pues jugaron un importante papel en el desarrollo posterior a 1975.
Ahora bien, considerarlos dentro del proceso de cambio constituye un gran error, pues la transformación política no tiene lugar hasta la muerte de Franco.
¿Cuándo terminó la transición democrática en España?
La cuestión del final de la Transición ha suscitado aún más polémicas que la de sus inicios.
Se ha llegado a hablar del final del proceso con motivo del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, como consecuencia del triunfo socialista en 1982. O, incluso, con la entrada de España en las Comunidades Europeas (1986).
Al respecto, hay que indicar que, desde el punto de vista de las Ciencias Políticas, un proceso de transición finaliza cuando se sustituye la legalidad del régimen anterior por la nueva y, a continuación, se elige un nuevo gobierno con la nueva normativa.
Es decir, la Transición española finalizaría el 1 de marzo de 1979. Fecha de las primeras elecciones democráticas tras la aprobación de la Constitución.
En definitiva, todos los acontecimientos posteriores a la aprobación constitucional y las elecciones de 1979 no son más que el funcionamiento normal y los reajustes del propio sistema.
Eso no quiere decir que no sean acontecimientos importantes, pues contribuyen a consolidar el modelo de la Transición.
Sin embargo, no son ya parte constitutiva del proceso político fundacional.
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