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Aún se desconoce La Verdadera Identidad de Jack el Destripador. Muchos años después de los terribles crímenes, muchos han sido los sospechosos. Analizamos, a continuación, los principales, incluido un posible retrato robot del auténtico Jack the ripper.
A las 3:45 horas de la madrugada del último día de agosto de 1888 aparecía el cadáver de Mary Ann Nichols.
Con el vientre abierto desde el abdomen hasta la garganta y la garganta rajada de oreja a oreja. Comenzaba así una serie de asesinatos que se prolongarían hasta 1889, firmados por Jack the Ripper, Jack el Destripador, como se proclamó a sí mismo en las cartas que enviaba a la policía londinense.
La identidad del asesino no se ha conseguido desvelar nunca, aunque como veremos más adelante, se han hecho intentos, incluso de reconstruir su rostro con las técnicas con las que la policía cuenta actualmente. Fueron en total cinco mujeres.
Cinco prostitutas que fueron brutalmente asesinadas en los barrios más pobres de Londres.
Entre brumas y tinieblas, oficialmente, después de serias e intensas investigaciones, de interrogar a un sinfín de personas, Scotland Yard, se dio por vencido…
Se dieron muchas circunstancias curiosas alrededor de esta serie de asesinatos. Por ejemplo, todos se cometieron durante el fin de semana y, por supuesto, de noche, pero siempre cuando sobre el cielo brillaba la luna llena. La policía siempre prensó que el asesino no era residente de la zona donde se cometían los crímenes.
Sin embargo, se pensaba que era un gran conocedor de la zona. Quizá ese fuese el principal error porque investigaciones posteriores apuntaron en un sentido contario.
También se apuntó que en vez de cinco mujeres, bien hubieran podido ser nueve las mujeres asesinadas. Cuatro más de las que se contabilizó en su momento, pero que no mostraban el siniestro patrón que había marcado el cruel destripador.
El Retrato Robot de Jack el Destripador
En el año 2006, el ex comisario jefe adjunto de Scotland Yard, John Grieve, se ocupó en la tarea de confeccionar un retrato robot del supuesto rostro de Jack the Ripper. Es el que se muestra en la parte superior.
Para ello utilizó el testimonio cruzado de hasta trece supuestos testigos que afirmaron ver a un hombre de esas características alrededor de los asesinatos. Como podemos observar se trataría de un hombre de pelo y bigote negro, cejas espesas, cara angulosa y sienes pronunciadas, además de que el contorno de su boca y su barbilla también mostrarían unas facciones prominentes. Su edad comprendería los 25 y 40 años.
Grieve afirmó que “Jack el destripador” pudo haberse suicidado o ser encarcelado tras cometer algún otro delito sin que llegara a confesar sus asesinatos, aunque esto son puras conjeturas. A partir del trabajo de investigación de Grieve se está en la creencia que el asesino bien pudiera haber residido cerca del lugar donde se cometieron los crímenes, bien que le hubiera sido tomada declaración en algún momento.
Los Sospechosos
Aunque no hay ninguna prueba, ni siquiera claros y contundentes indicios sobre ellos, muchos han sido los nombres sobre los que ha recaído la sospecha.
Desde sir William Gull, médico personal de la reina Victoria (y sobre el que pesa una teoría incriminatoria que trataremos más adelante), pasando por Montague John Druit, al parecer, un profesor de escuela que estaba perturbado y que apareció muerto, ahogado en el Támesis, poco tiempo después de que se cometiera el último asesinato; o el pintor inglés Walter Richard Sickert.
James K. Stephen, el tutor del príncipe Alberto
Otro de los nombres es James K. Stephen, tutor del príncipe Albert. Pero, por encima de todos estos nombres, el propio príncipe Alberto Victor Christian Eduardo, primogénito del que sería rey bajo el nombre de Eduardo VII, a la sazón nieto de la reina Victoria. En su contra había muchos rumores que apuntaban contra él.
Asiduo de los prostíbulos de Londres y buen conocedor de los bajos fondos de la ciudad, en un libro publicado por Phillippe Jullien en 1962 que se basaba en unos documentos escritos por el también sospechoso sir William Gull, como decíamos médico de la reina. En esos escritos Gull afirmaba que el príncipe se estaba volviendo loco.
Afirmaba también que su homosexualidad, no reconocida ni asumida, era lo que provocaba su inestabilidad emocional.
Esa inestabilidad que se convertía en venganza contra las mujeres. Precisamente, las más débiles a las que conocía y con las que mantenía contactos. Críticos de esta teoría señalan que el príncipe Albert no estuvo en Londres cuando se cometieron todos los asesinatos.
No cabe duda que entre todos los nombres planteados, los emparentados con la familia real son mayoría.
Algunos estudiosos del tema apuntan que, desde luego, no parece lógico que Scotland Yard fracasara de la forma en que lo hizo sin llegar a tener si quiera un sospechoso claro de los crímenes
. Por ello, se cree que alguien poderoso debía estar detrás de todo ello. Y quién más poderoso que la familia residente en Buckingham Palace.
Jack The Ripper, la solución final
En 1967 Stephen Knight escribió el libro “Jack The Ripper, The Final Solution“, en el que se desglosan las supuestas notas de Joseph Sickert, hijo de Walter Richard Sickert, de quien hablábamos antes.
Por lo que se cuenta en este libro, las notas de Joseph indicaban que su padre, en el lecho de muerte, le habría confesado que conocía la identidad de Jack el Destripador.
Los hechos serían los siguientes: el pintor Walter Sickert era amigo del príncipe Albert.
Una de las modelos de Sickert era una bella prostituta llamada Annie Crook. El príncipe se enamoró de ella y, con el tiempo, la relación dio como fruto una niña que llevaría el nombre de Alice.
Este hecho provocó la idea entre un pequeño grupo de amigas de Annie de extorsionar a la familia real para que no trascendiera la noticia, que hubiera sido un gran escándalo social. De tal forma que desde la casa real se dieron instrucciones concretas para atajar el mal.
Por lo que se dice en el libro mencionado, fue el primer ministro quien designaría al médico personal de la reina, sir William Gull, para que detuviera al grupo conspirador. Y al médico no se le ocurrió otra cosa que crear un personaje, un auténtico serial killer, que asesinara prostitutas, destripándolas.
Fueron asesinadas todas las mujeres que conocían la historia entre el príncipe y Annie, salvo la propia Annie, que se supone acabó internada, por supuesto a la fuerza y contra su voluntad, en un sanatorio psiquiátrico hasta el final de sus días.
El príncipe falleció poco tiempo después del último crimen.
La causa oficial indicaba que había sido consecuencia de una neumonía producida por una epidemia de gripe, aunque por las calles corría el rumor de que había sido la sífilis quién le había llevado de este mundo. ¿Quién lo sabe?
Por lo que respecta al doctor y en su descargo cabe decir que un año antes de que comenzaran los asesinatos sufrió un ataque de parálisis severo que le condujo a dejar la práctica médica y dedicarse únicamente a la docencia.
Por lo que no parece que pudiera, desde luego, actuar solo degollando a mujeres jóvenes.
La historia de Jack el Destripador es una causa abierta, a pesar de que hayan pasado tantos años. Una causa abierta que probablemente nunca tenga resolución.
Crímenes perfectos, en realidad, que alimentan la imaginación dando color a películas, a libros llenos de conjeturas y a teorías que terminan difuminándose sumergidas por la misma niebla que ascendía en Whitechapel, una oscura noche, entre gritos desgarradores…
Jack el destripador, el más famoso asesino de la historia sin resolver (en inglés)
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