Un estudio de la Universidad de Cambridge en Inglaterra, publicado el pasado 29 de noviembre en la revista Science Advances, ha determinado que las mujeres prehistóricas que vivieron en los primeros días de la agricultura en Europa Central realizaron trabajos manuales exigentes, según un nuevo análisis de sus esqueletos.
Todo ese trabajo de labranza, siembra, cosecha y molienda les dio a estas mujeres fortaleza en la parte superior de los brazos. De hecho, el estudio encontró que estas mujeres eran incluso más fuertes que los equipos femeninos de remeros de hoy en día. “El comportamiento de los hombres cambió a través del tiempo”, dijo Macintosh. Pero en los esqueletos de las mujeres, las tendencias eran menos obvias o más difíciles de interpretar”, afirma Alison Macintosh, antropóloga de la Universidad de Cambridge y responsable del trabajo de investigación.
“Se podría interpretar eso como una diferencia en el comportamiento entre hombres y mujeres, con hombres que hacen mayor trabajo físicamente exigente, pero no es biológicamente correcto”, afirma Macintosh.
La actividad física puede alterar los huesos humanos, pero los huesos de los hombres en promedio responden de una manera más extrema a la tensión física que las mujeres. “Incluso si realizan actividades similares, los hombres podrían tener huesos más fuertes solo por la forma en que la testosterona y el estrógeno actúan sobre los huesos”.
Los huesos de las piernas de los hombres prehistóricos se debilitaron con el aumento de la innovación tecnológica, lo que hizo que las tareas agrícolas fueran menos extenuantes y permitió a las personas volverse más sedentarias. Cuando los humanos renunciaron a la caza y la recolección para establecerse en las aldeas y comenzar a cultivar, no pensaban que fueran a tener una vida de ocio, precisamente.
Anteriormente, la mayor parte de la atención sobre los cambios físicos que los humanos experimentaron durante la revolución agrícola se había centrado en los hombres.
Un problema, dice Macintosh, “es que las mujeres parecen tener menos fuerza ósea que los hombres cuando se comparan directamente los dos sexos”.
Mujeres prehistóricas vs mujeres actuales
Una mejor forma de entender el trabajo físico que las mujeres hicieron en épocas tan remotas sería comparar los huesos de las mujeres prehistóricas con los de las mujeres modernas.
Así es que, en el estudio analizaron los huesos de los esqueletos de las mujeres de los cementerios en Europa que datan de los albores de la agricultura en la era neolítica, ya en el año 5300 a. C., hasta la Edad Media, hasta el año 850 A.D.
Los investigadores también tomaron tomografías computarizadas de los huesos de brazos y piernas de mujeres vivas, desde corredoras de élite, remeras y jugadoras de fútbol en la Universidad de Cambridge hasta estudiantes con estilos de vida menos activos y más sedentarios.
Macintosh y sus colegas descubrieron que los huesos de los brazos de las mujeres neolíticas eran un 30 por ciento más fuertes que los de los estudiantes de Cambridge y hasta un 16 por ciento más fuertes que los de las atletas del equipo de remo de élite de Cambridge, que entrenaban dos veces al día.
Edad de Bronce
Las mujeres de la Edad de Bronce que vivieron hace entre 4.300 a 3.500 años tenían hasta 13 por ciento los huesos del brazo más fuertes que los remeros, pero sus huesos de las piernas eran 12 por ciento más débiles, lo que tal vez sugiere que las mujeres se volvieron menos móviles durante esta época.
No es posible atribuir directamente actividades físicas específicas a la fuerza del brazo de las mujeres prehistóricas observadas en el estudio, señala Macintosh. Pero también señaló que algunos tipos de procesamiento de alimentos pueden ser especialmente difíciles en los brazos.
Durante la era neolítica y la Edad del Bronce que siguió, las personas trituraban manualmente los granos de cereal usando un tipo de piedra de moler. De acuerdo con las observaciones etnográficas de las pocas sociedades modernas que todavía usan esta tecnología, las mujeres pueden pasar 5 horas al día trabajando en este tipo de mecanismo.
El estudio también encontró que hubo una considerable variación en la fuerza de brazos y piernas de las mujeres en el pasado, lo que, dijo Macintosh, podría ser un reflejo de “una amplia gama de diferentes comportamientos” y tipos de trabajo que las mujeres realizaban.
Christopher Knüsel, un antropólogo de la Universidad de Burdeos en Francia que no participó en el estudio, dijo que sería interesante ver si esta variación entre los grupos prehistóricos de mujeres podría explicarse por el aumento de la desigualdad social entre estas poblaciones a lo largo del tiempo.
Knüsel también dijo que los científicos solían creer que los humanos adoptaban la agricultura porque era menos exigente físicamente que las actividades nómadas de los cazadores-recolectores. “Ahora se considera que ha sucedido lo contrario”.
“Las prácticas agrícolas requerían mayores demandas de trabajo, y estas mujeres desempeñaban un papel importante en tales sociedades”, afirma Knüsel. “Ahora está cada vez más claro que en Europa, las mujeres, así como los hombres, sintieron esta mayor necesidad de trabajo manual duro”.
Para las mujeres, esto probablemente significó procesar granos y otros materiales en el ámbito doméstico, “para lo cual hay una amplia evidencia arqueológica”.
Hasta ahora, los científicos no tenían un conjunto moderno de datos para interpretar las tendencias en los huesos de las mujeres en el pasado.
La novedad de este trabajo es sobre el enfoque en las mujeres”. Es ampliamente conocido el cambio en la robusticidad masculina durante la prehistoria. Sin embargo, comprender la variación de la robustez ósea entre las mujeres es de la mayor importancia, dado el papel central de las mujeres en la expansión de la agricultura en todo el mundo.