La curiosa historia del cuadro de Whistler Nocturno en negro y oro: el cohete cayendo
En muchas ocasiones nos planteamos, en el sentido artístico, el verdadero e intrínseco valor de lo que se nos presenta como una obra de arte.
Sucede cuando nuestra inteligencia se pregunta, ante la visión del hecho artístico, si lo que vemos realmente lo es: ¿se trata o no de un auténtico trabajo artístico?
En otras ocasiones nos hemos hecho pregunta parecida, como en ¿Artistas Locos? o en ¿Una nueva provocación tentando la palabra arte?
La Historia de ‘Nocturno en negro y oro: el cohete cayendo‘, el cuadro de James McNeill Whistler es uno de los ejemplos vívidos de esta circunstancia en la que una ‘obra de arte’ es cuestionada. Recordemos qué ocurrió…
… Se considera lo acontecido alrededor de esta obra como una de las más controvertidas historias del arte. Sucedió cuando, un año después que Whistler creara el cuadro, el reputado crítico John Ruskin realizó una durísima crítica en la que decía entre otras cosas queaquella obra era ‘como lanzar un bote de pintura en la cara del público’. El oprobio caló en la figura del artista y optó por demandarle judicialmente. Durante el proceso, Whistler indicó que la pintura no era una ‘obra descriptiva’ sino un ‘arreglo artístico de su tema’.
Whistler, al demandar a Ruskin, no solo lanzó un órdago a la crítica de su obra, realizada por una eminencia del momento, sino que planteó un hecho nunca antes visto y que, difícilmente, hoy podriamos ver: enfrentar en un tribunal de justicia el verdadero sentido del Arte.
Whistler ganó el juicio, pero recibió un fuerte varapalo. El juez condenó a Ruskin al pago de un cuarto de penique por daños y perjucios.
Lo que es lo mismo, condenó al crítico a pagar una moneda de escaso valor por el honor de su alma de artista, que había entendido vilipendiando en el desarrollo de su trabajo y que podría hacer un daño quizá irreversible en su carrera y en su reputación.
Whistler era un pintor minucioso, los puntos de color de ese cohete que impacta en el horizonte no están realizados al azar, ni las figuras que acompañan la acción. La crítica ha apuntado que la coloración del cuadro capta el momento, el movimiento y la emoción, algo en lo que Ruskin, como muchos otros, no parecen estar de acuerdo.
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Qué mala pata para Whistler y qué tipo más desagradable el critico de arte ;(