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Enterrado en seis ataúdes concéntricos y mutilado. Así yace Napoleón, sin pene, entre otras cosas, en los Inválidos de París. Mutilado. Partes de su intestino o sus dientes han pasado por salas de subastas, o vendidas directa y privadamente.
De Napoleón se han escrito tantas cosas que es difícil saber hasta dónde alcanza la leyenda. Se dice que los árboles que rodeaban su tumba, en la Isla Santa Elena, fueron arrancados hasta ser astillas. Las gentes estaban en la creencia de que esa madera contenía la esencia de Napoleón.
Aunque pueda parecer inverosímil hubo un tiempo en que este tipo de creencias, basadas en la superstición, eran muy populares.
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Dicen que hacía trampas, pero que además, lo hacía de forma un tanto infantil.
También se ha escrito que en sus últimos años revisaba mapas y recordaba estrategias, quizá intentando adivinar el porqué de la derrota.
Quizá pensó, como han afirmado muchos historiadores basados en las mismas fuentes, cuánta influencia en la derrota tuvo el ataque de almorranas severo que sufrió en Waterloo.
Y es que de Napoleón se ha estudiado todo… Al parecer padecía ginecomastia, un abultamiento o redondez de los pechos, del que se sentía orgulloso. Sus médicos contaban que lo tomaba a broma, afirmando que cualquier mujer estaría orgullosa de ellas.
A propósito de la amputación del pene de Napoleón, de la que se desconoce el exacto porqué. Se sabe, por el testimonio que dejó escrito el médico Frank Richardson, que el pene cortado fue introducido en una caja cubierta de terciopelo y entregada al capellán de Napoleón, Ángel Paul Vignali.
Se dice que el clérigo no perdonó nunca a Napoleón que lo acusara de impotente.
Muerto Vignali, sus herederos lo vendieron a los hermanos Maggs, propietarios de una librería en Londres que fueron sus propietarios hasta que en 1972, un urólogo llamado John K. Lattimer, pagó en Christie´s 400.000 dólares por el miembro.
Napoleón
Según el informante el tamaño del pene era de cuatro centímetros. Según sus cálculos, en estado erecto, alcanzaría unos seis centímetros y medio.
John K. Lattimer, fallecido en mayo de 2007, y uno de los propietarios del pene de Napoleón, también pudo contar entre sus posesiones algunos dibujos realizados por Hitler, rifles de la guerra civil americana o el cuello de la camisa con la que murió Lincoln, por supuesto, ensangrentada.
Entre las extravagancias que se cuentan sobre Napoleón llama la atención su manía de retorcer las orejas de los que estaban a su lado.
El canónigo Escoiquiz cuenta cómo en una entrevista lo hizo, diciéndole: “Está hecho usted un tunante”.
“Se ha dicho del pene extirpado de Napoleón que parecía un cordón de zapatos retorcido o una anguila arrugada. Cuenta la historia que a pesar de ser reconocido como un gran amante, también era reconocido por tener un pene pequeño“.
John. K. Lattimer
Necrológica de John. K. Lattimer
Falsificaciones de famosos penes
La más destacada falsificación parece ser el par de pedazos de intestino, presuntamente de Napoleón, y adquiridos por el Museo de la Real Universidad de Cirujanos de Inglaterra en 1850.
Se supo que eran falsos porque según el informe médico ese órgano estaba sano, mientras que la supuesta reliquia mostraba signos de padecer cáncer.
El pene de Rasputín. Museo del erotismo de San Petersburgo
El pene de Rasputín
También fue extirpado. El pene de Rasputín se halla en el Museo del Erotismo de San Petersburgo.
El museo se encuentra en una clínica urológica y el pene, junto a una gran colección de falos de cerámica.
Afirman que el pene de Rasputín, de unos treinta centímetros e inmerso en formol, pretende ser un acicate para los pacientes.