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¿Quién fue Miguel de Cervantes?

quién fue Miguel de Cervantes

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Miguel de Cervantes. El Hombre Moderno. Biografía resumida

La memoria selectiva del devenir de los tiempos y de la procaz simplificación, nos ha dejado de Miguel de Cervantes una obra magna, universal e irreductible: “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote De La Mancha“.

Pero, Cervantes, es más, mucho más. Cultivador de todos los géneros posibles, intentó dinamitarlos y dinamizarlos innovando desde el ángulo libertario y desde el estudio concienzudo.

Por ello, deberíamos adentrarnos para indagar sobre las causas que condujeron al histórico escritor consagrado a inventar la novela moderna, tal y como hoy la concebimos, después de tres vastos y azarosos siglos.El auténtico artista es una víctima consecuente de su tiempo. Y, Cervantes, es la imagen viva que se volatiliza desde la dura realidad de una España cambiante y decadente hasta el arte literario en su máxima expresión. Porque la vida y la obra de Cervantes se desarrollan en un epicentro temporal y transitorio crucial, marcado por el fin de un período optimista, creativo y fértil: el Renacimiento, y el surgir de un desolador y oscuro siglo XVII: el Barroco.

Muerto Felipe II en 1598, la situación del país se deteriorará producto de las sucesivas guerras civiles; del desequilibrio entre el dominio militar y la quebradiza economía; de la expulsión de los moriscos (moros que tras la Reconquista se quedaron en España bautizados), de caóticas consecuencias para el campo y la industria; de la ineptitud aviesa de una clase dirigente incapaz; de forzadas desigualdades sociales entre clases… En ese marco se encuadra el lienzo de una vida que comienza un día (desconocemos la fecha exacta) del año 1547, en Alcalá de Henares. Pocos datos se conservan de su infancia, al parecer escasa de medios económicos.


Lo que sí podemos constatar es la primera materialización del talento cervantino; corre el año 1568 y acaba de nacer la infanta Catalina, segunda hija de Felipe II, con tal motivo se organizan festejos que conducen al veinteañero Miguel a componer un soneto que, junto a otros, figurarían en los medallones de los arcos conmemorativos. La oportunidad de participar en el evento se la concede Alonso Getino, organizador de la celebración y socio de su padre, Rodrigo de Cervantes.


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Un año más tarde, ya establecida la familia en Madrid, Cervantes ingresa en la escuela de Juan López de Hoyos (catedrático de gramática y pedagogo de formación erasmista). De nuevo y, casualmente, como consecuencia de un acontecimiento que atañe a la monarquía (la muerte de Isabel de Valois, esposa de Felipe II y madre de la infanta Catalina), Miguel compone una serie de poemas que rinden pleitesía honorífica al óbito.

Tal conjunto poético aparece en un libro editado por el maestro López de Hoyos. Se trata de la primera impresión escrita de la que tenemos constancia y nos muestra las influencias marcadas en la forma de hacer de Cervantes. Influencias de ese período Renacentista que tan pronto se quebraría.

El Ingenioso hidalgo Don Quijote

La biografía de Cervantes continúa con su establecimiento en Italia, donde se dispone al servicio del Cardenal Acquaviva. Todos los estudiosos de nuestro autor coinciden en que tal viaje se debe a una posible huida de la justicia.

Desde 1569, pesa una orden de busca y captura contra un tal Miguel de Cervantes acusado de haber herido al ciudadano Antonio de Sigura.

La pena por el delito consistía en el destierro y la amputación de la mano derecha. Pero el manco más famoso de la Historia no ganó el sobrenombre en esa ocasión, ya que sería dos años más tarde, en la Batalla de Lepanto, donde Miguel perdería la mano izquierda. Y es que, Cervantes, inducido por el ardor guerrero y religioso o como válvula de escape, decide alistarse en julio de 1571, junto a un hermano de nombre Rodrigo, en la compañía de Diego de Urbina para luchar contra el turco.

Allí, nada le impide hacer gala de un extraordinario heroísmo (muestra del marchamo de su carácter). Combate desde el esquife de la galera Marquesa, en una de las posiciones más peligrosas para su integridad.

Él es uno de los ciento veinte heridos que cayeron en combate luchando desde la Marquesa, recibiendo dos arcabuzazos en el pecho y uno que le destrozó literalmente la mano. “En la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros“, se fragua un espíritu noble y bregador que aprenderá a no ceder al desánimo, y que tanto reflejo tendrá en su obra y vida posteriores.

El cautiverio de Cervantes

Miguel de Cervantes

En 1575, con el bagaje de una intachable hoja de servicios tras de sí y pensando que eso serviría de motivo para una recompensa traducida en un buen puesto sirviendo al Estado, Cervantes abandona Italia, embarcado en la galera Sol, decidido a regresar de vuelta a España.

Pero su suerte, esquiva en tantos momentos, se topa con una pequeña flotilla turca en la desembocadura del Ródano.

Es el inicio de un cautiverio que se prolongaría durante cinco años, tiempo en el que es sometido a trabajos forzosos y al que dedica denodados esfuerzos planeando su fuga.

De hecho, totalizó cuatro intentos y cuatro subsiguientes fracasos. En este punto hay algo que llama poderosamente la atención, se trata de la curiosa respuesta de su dueño, Hasán Bajá, bey de Argel (quién adquirió de Dalí Mamí, por quinientos escudos de oro, al esclavo Miguel), y conocido por su extrema crueldad y la total ausencia de piedad con los que eran sus reos, a tantas intentonas infructuosas de escapada.

En todas las ocasiones, Cervantes fue delatado. Los que participaron ayudándole en tales intentos de huida, perecieron castigados sin piedad (empalados o pasados a cuchillo).

Y aunque Cervantes siempre asumiera culpa y responsabilidad, nunca fue penado. ¿Por qué? La autora Rosa Rossi, nos ofrece claves que pueden esclarecer la duda, a pesar de que todo el argumento pase por la incertidumbre de la hipótesis. Los datos son estos: Juan Blanco de Paz, ex dominico que traicionó a Miguel en su primer intento de evasión, acusó a Cervantes con algo más que sibilinas palabras de mantener relaciones homosexuales con los musulmanes en su estancia en Argel. Pero, éste es un testimonio, recordémoslo, de un delator y enemigo declarado de Cervantes.

Para avivar el fuego en esta dirección hay que añadir que Hasán Bajá, que pagó tan elevada suma de dinero por Miguel, era conocido no ya sólo por su impía inmisericordia e inflexibilidad, sino, y además, por sus tendencias sodomitas. De ahí que la imaginación y el deseo por buscar respuestas nos puedan llevar a pensar que entre las preferencias de Bajá podrían tener cabida “el rostro aguileño, el cabello castaño, los alegres ojos y la nariz corva, aunque bien proporcionada” de Miguel.

Evidentemente, el perdón continuo de Hasán Bajá tuvo que estar motivado por alguna causa, que probablemente nunca llegaremos a conocer, por que bien se guardó Cervantes de silenciar, evitando, si acaso fuese cierto, la posterior persecución inquisitorial y la ignominia acusadora de las dobles morales hipócritas.

El fin del cautiverio, cuando se reúnen los quinientos escudos que cuesta su libertad, suponen el fin del aprendizaje. El lector comprenderá lo que supuso el trance de la vida de Cervantes hasta aquí, las vicisitudes enormes, que se clavan en el carácter de nuestro autor, para luego darlas -implícita y explícitamente- vida literaria.

1580. No encuentra el premio buscado por sus servicios, por lo que marcha a Lisboa, llevando en el espíritu la primera muesca de desagravio, de descontento y, sobre todo, de desencanto. La palabra escrita de Cervantes, hasta entonces impregnada por el toque sobrio de nacionalidad ciega, torna su sentido hacia el tono crítico y despojado de tal espejismo. Después de ocupar varios puestos que le llevan a Sevilla (Comisario de provisiones de la Armada Invencible), y tras la escritura de su obra más joven (La Galatea o las poesías épicas e imperialistas), nos topamos con la causa que desembocaría en la redacción del Quijote.

Llegamos al período 1588-1605, momento en que la ideología de don Miguel se va transfigurando, sin retorno. El Barroco ha comenzado a engullir al Renacimiento. De pronto, no hay tiempo de aventuras patrióticas, ni de orgullos vacuos, porque la apariencia del Imperio español es una alucinación en medio de una niebla demasiado espesa.

La Armada Invencible, a la que Cervantes elogió en alabanzas poéticas, deja de ser tan invencible. Todos los intentos de Miguel por desarrollar su carrera militar encuentran caminos frustrantes. Cervantes cae en el desengaño, por el mundo que le rodea y por el trato inmerecido que recibe. Pero, su palabra, más fuerte que el poderoso acero de su espada, no se hundirá en el fondo del olvido, ya que, en plena madurez, comenzará a desarrollar en la forma expresiva de su literatura lo que desde la callada voz de la memoria y del sentimiento guarda dentro. Y, el despegue, lo hace desde la poesía, su forma de expresión menos conocida.

Así, no renuncia a la ironía y a la burla para ridiculizar la bravuconería de un ejército al que él defendió, casi hasta la muerte. Se propone desmontar de un golpe todo el argumento escrito desde el dolor de Argel o desde el desafío a la vida de Lepanto.

Paulatinamente, se condensa esa nueva visión de un nuevo hombre, que parece desperezar del letargo somnoliento para contemplar el mundo con mirada renovada. Como la mayor parte de su obra se publica a partir de 1613, ya en el ocaso de su vida, (y ocho años antes del clamoroso éxito del Quijote) la labor de Cervantes se centra en revisar todo ese material acumulado, para depurarlo con sosiego y templanza.

Vemos que en tres años publica las Novelas Ejemplares, Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados, la Segunda parte del Quijote y, póstumamente, Los trabajos de Pérsiles y Sigismunda. Cervantes aprovecha el éxito literario con la idea de enmendar el mecanismo creador y así regular cada pieza, cada palabra, para que como notas melodiosas y perfectamente acompasadas, hicieran emerger un sonido diferente; que hace nacer el lenguaje de la novela moderna, comprendido siglos después.

Cervantes es deudor de sí mismo, de un lado, -inventor, por la insatisfacción que le producían los modelos imperantes- y, de otra parte, -rebelde, al asumir la libertad como principio activo, (y activador) de su existencia-, y aplicando tal facultad natural al arte de escribir: “libre nací, y en libertad me fundo”.

Cervantes, teatro

En el teatro, Cervantes, no pudo luchar contra el modelo establecido por Lope de Vega. El realismo máximo de la obra cervantina iba a la contra de la convención imperante de “finales felices” por finales inacabados, como la propia vida, la que don Miguel quiso reflejar siempre. La poesía, aunque casi siempre obedece a circunstancias concretas que conducen su verso, y es poco conocida en su conjunto, tienen momentos excelsos, sobre todo en los poemas que se intercalan en La Galatea o en el Quijote.

La novela en Cervantes

Y, en la novela, Cervantes crea un género desdoblando el pasado: articulando un pensamiento alborotado por una forma novedosa de crear, que surge de la siempre extraña mezcolanza del talento y la necesidad inventiva.

Es el protagonista de un episodio único del que todos somos deudores y solamente podremos saldar y resolver la cuenta si acudimos a su obra, para leerla, para alabarla y, ante todo, para deleitarnos con ella de forma cervantina, con los ojos del moderno hombre, tal y como don Miguel intentó escribirla, sentirla y padecerla: con el espíritu impulsivo del artista que toda alma viva puede poseer.

 

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