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Para contestar a la pregunta ¿quien fue Rasputin en la pelicula Anastasia?, antes de nada, debemos saber quién fue Anastasia y, por supuesto, Rasputín. Sobre Rasputín ya escribimos en Actually Notes, en concreto sobre sus atributos sexuales. Y también sobre las curiosas profecías en torno a su persona.
Anastasia Romanov, ¿sobrevivió?
Anastasia fue la hija del último zar ruso, Nicolás II. Existe un rumor persistente que dice que ella podría haber sobrevivido a la ejecución de toda la familia que llevaron a cabo, en la noche del 16 al 17 de julio de 1918, cuando los bolcheviques dirigidos por Vladimir Ilich Ulianov Lenin.
Lo que sucedió es lo siguiente: Por orden del Consejo Supremo Soviético de Rusia, el comandante Yakov Yurovsky, condujo a Anastasia y su familia a un sótano bajo el pretexto de que estaban protegidos del caos inminente de los contrarrevolucionarios en progreso; en otras crónicas, menos creíbles parece que les pidieron formar para tomarles una fotos. La familia fue recibida por un grupo de bolcheviques, quienes abrieron fuego contra la familia Romanov y algunos de los sirvientes de la familia, al parecer incluido el perro de Anastasia. El legado de Romanov quedaba silenciado a tiros para siempre en ese sótano en Ekaterimburgo, Rusia.
En el año 1991, un estudio forense identificó los cuerpos de la familia Romanov y sirvientes, pero no los de Anastasia ni los de su hermano Alexei. Sin embargo, una prueba de ADN de 2007 de una segunda tumba la identificó a ella y a su hermano.
Lo cierto es que Nicolás II se granjeó una creciente hostilidad pública durante la Primera Guerra Mundial. En marzo de 1917, cuando los soldados lanzaron un motín y comenzaron a apoderarse de la propiedad real, Nicolás II aceptó abdicar el trono con la esperanza de evitar un Guerra civil rusa. Anastasia y su familia fueron exiliados a las montañas de los Urales y puestos bajo arresto domiciliario.
Desafortunadamente, la guerra civil era imparable.
Anastasia nació el 18 de junio de 1901 en Petrodvorets, Rusia.
Como decíamos al comienzo, un historia comenzó a circular, especulaciones sobre si Anastasia y uno de sus hermanos, Alexei, podrían haber sobrevivido a la ejecución. Circulaban rumores que decían que ambos podían haberse salvado de las balas protegidos por las joyas familiares que habían sido cosidas en sus ropas para su custodia. Recordemos que la familia había sido trasladada a los Urales y permanecía arrestada.
De cuando en cuando, años después, varias mujeres afirmaron ser Anastasia. Entre las más conocidas: Anna Anderson (también conocida como Franziska Schanzkowska), quien, a principios de la década de 1920, luchó para demostrar que era la legítima reclamante de la herencia de Anastasia. La demanda de Anderson fue rechazada, aunque el misterio de la Gran Duquesa Anastasia seguía sin resolverse.
El dudoso paradero de Anastasia inspiró libros, obras de teatro y películas, incluida una película ganadora del Premio Oscar a la mejor actriz protagonizada por Ingrid Bergman.
En la década de 1970 del siglo XX, un arqueólogo aficionado encontró una tumba que contenía esqueletos de seis adultos y tres niños. Ocultó estos hallazgos del público hasta que la Unión Soviética se derrumbó a principios de los años noventa.
Una posterior investigación forense realizada en 1991 identificó los nueve cuerpos como pertenecientes a los miembros de la familia Romanov y sus sirvientes, pero Anastasia y los cuerpos de su hermano no estaban entre ellos.
Fue en el año 2007, cuando un nuevo análisis de ADN de otra tumba, descubierto cerca del primero, identificó de manera concluyente los cuerpos de Anastasia y Alexei, cerrando la puerta a casi 90 años de misterio y especulación.
Rasputín, Anastasia y la familia Romanov
Rasputín desempeñó un papel decisivo en los últimos días de la dinastía Romanov. En 1905, Rasputín solicitó, y se le concedió, una audiencia con la familia Romanov en Peterhof, donde les presentó un ícono de madera pintado a mano de San Simeón, un santo siberiano venerado por Rasputín.
Pronto, Rasputín, se convirtió en asesor de confianza y confidente del emperador Nicolás II y Tsaritsa Alexandra Feodorovna; Alexandra, en particular, estaba convencida de que el “staretz” era un regalo para ella de Dios Todopoderoso, enviado para facilitar su paso por la vida como de la “Madre de Rusia”, y especialmente para preservar la preciosa vida de su único hijo, el Heredero, Tsesarevich Alexei Nikolaevich.
Pronto, Rasputín se introdujo en la vida cotidiana de los Romanov. Si los hijos de los zares estaban a gusto con Rasputín, al parece pocos de los que convivían con ellos lo estaban. En 1910, una de las enfermeras que atendía a la familia imperial, Maria Ivanovna Vishnyakova, afirmó que el “Hombre Santo” como llamaban a Rasputín, la había violado, pero el zar se negó a creer la historia de la mujer. Supuestamente, se investigaron las acusaciones de Vishnyakova, y su credibilidad se vio dañada cuando fue atrapada en la cama con un cosaco de la Guardia Imperial, y tres años más tarde, fue despedida de su puesto.
Años después, Rasputín se jactó ante un monje llamado Iliodor de haber besado a Alexandra, la mujer de Nicolás. Iliodor no le creyó, pero Rasputin le mostró varias cartas escritas por Alexandra y sus hijos (tres años más tarde, estas cartas se hicieron públicas y se vieron como evidencia de que Rasputin y Alexandra eran amantes.
Iliodor se sorprendió, y amablemente alentó a Rasputin a que dejara de mantener esa relación, hasta que se supo que Rasputín había intentado violar a una monja. Cuando se conocieron los cargos, Nicolás y Alexandra (esta última aún profesando la inocencia del “Hombre Santo“) se vieron obligados a distanciarse, y Rasputin perdió el favor, no solo de la familia Romanov, sino también de los círculos aristocráticos.
El estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 fue el principio del fin para Rasputin, así como para los Romanov. Rasputín le rogó al Emperador, que creía erróneamente que Alemania nunca atacaría simultáneamente a Rusia, Francia e Inglaterra, que se mantuviese alejado del conflicto. “Si Rusia va a la guerra“, le dijo a Nicolás con clarividencia visionaria: “Será el fin de la monarquía, de los Romanov y de las instituciones rusas“. Esta vez, sin embargo, Nicolás II no prestó atención al consejo de Rasputín, y su decisión resultó fatal.
La guerra fue desastrosa para Rusia. Todos esperaban que terminara rápidamente, pero un año después, la batalla continuó y más de un millón de soldados rusos, en cifras redondas, murieron.
El político Vladimir Purishkevich se convirtió en una voz de disidencia dentro del gobierno. Se puso de pie ante la Duma y declaró que “los ministros del Zar se han transformado en marionetas, marionetas cuyos hilos han sido tomados firmemente por Rasputin y la emperatriz Alexandra Fyodorovna, el genio malvado de Rusia y la zarina (…) que ha permanecido como alemana en el trono ruso (…) un moujik (campesino) analfabeto ya no gobernará a Rusia. Mientras Rasputín esté vivo, no podemos ganar ”. Gran parte de la opinión pública en Rusia parecía estar de acuerdo con estas palabras.
El fin de Rasputín
El príncipe Félix Yusupov, esposo de la única sobrina del emperador, la princesa Irina Alexandrovna, se inspiró en el discurso de Purishkevich. Yusupov conspiró con Purishkevich y el Gran Duque Dmitri Pavlovich, primo de Nicolás; los tres acordaron ponerle fin a Rasputín de una vez por todas.
Yusupov, familiarizado con el historial de mujeriego de Rasputín, invitó al “Hombre Santo” a volver al palacio de su familia con el pretexto de que sería presentado a la hermosa princesa Irina. De aquí en adelante, sin embargo, los detalles son turbios. Yusupov escribió en sus memorias que le ofrecía té y pasteles a Rasputin, que estaban mezclados con cianuro.
Pronto, Rasputín estaba bastante ebrio, y Yusupov, con el revólver del Gran Duque Dmitri, disparó a Rasputín: la bala entró en su pecho y salió de su cuerpo por el lado derecho. Rasputín cayó, pero no murió. Intentó escapar, pero Purishkevich le disparó cuatro veces más, después de lo cual cayó en la nieve frente a la puerta. Aunque las heridas eran mortales, Yusupov quería estar seguro, por lo que disparó a Rasputin una vez más, esta vez en la cabeza. Finalmente, los conspiradores envolvieron el cadáver, lo llevaron al río Malaya Nevka y lo arrojaron sobre una barandilla de un puente hacia el hielo.
Rasputín estaba muerto, no cabía ninguna duda, ya que los asesinos habían destruido la disposición de su cuerpo, y la policía de Petrogrado lo había encontrado en la orilla, pero el espectro de su “Santo Hombre” continuaría persiguiendo a la familia Romanov hasta que fueron asesinados en 1918. Félix y Dmitri afirmaron que habían actuado para preservar la dignidad de la dinastía Romanov. Rusia se lanzó de lleno a la revolución, y con eso, el Imperio fue barrido para siempre.
Para saber más:
Alexandrov, Victor. “The End of the Romanovs”.
A Lifelong Passion: Nicholas and Alexandra: Their Own Story.
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