Amores con trampa. Amores verdaderos: La infanta Pepita y el cubano José Güell
La historia de amor de la infanta Pepita, Josefina Fernanda de Borbón y el cubano José Güell
Josefina Fernanda de Borbón (1827-1910) fue una cuñada de Isabel II que revolucionó la corte española con la historia de amor que protagonizó en su juventud, digna del guión de una telenovela.
Pepita era cuñada y confidente de la reina Isabel II y conoció al que llegaría a ser su marido morganático de casualidad en 1847.
Ese día, la infanta Josefina Fernanda de Borbón viajaba en coche de caballos cuando, de repente, un andamio se cayó, provocando un gran ruido que espantó a los animales, haciendo que se desbocaran.
La infanta empezó a gritar y un desconocido se lanzó hacia el coche, luchando por controlarlos hasta conseguir detenerlos. Ese aguerrido hombre era un cubano de rompe y rasga llamado José Güell y acabaría arrebatando el corazón de la infanta y, a la postre, prácticamente su cordura.
Tras el incidente, Pepita buscó a su salvador y acabó averiguando que era un periodista de ascendencia catalana que había llegado a Madrid con el objetivo de intentar labrarse un futuro mejor.
Lo que no podía imaginar es que dicho futuro tendría la figura de una infanta de España.
Pepita cayó rendida con un amor que no podía permitirse cumplir, dado su estatus y, cuando pidió licencia a su cuñada para casarse con él, la negativa real fue contundente.
Isabel II envió a su cuñada junto a su padre hasta que “entrara en razón” pero, lejos de hacerlo, Pepita y José Güell decidieron fugarse y casarse en secreto.
El escándalo fue mayúsculo y la reina no solo despojó de sus títulos a su prima (incluyendo el de infanta de España), sino que también les exilió de la corte. El matrimonio tuvo dos hijos, pero distó mucho de ser feliz.
Amargada por las infidelidades continuas de su marido, José Güell, el matrimonio se separó años después.
Isabel II acabó perdonando a su cuñada, devolviéndole los honores que le quitó tras su rápido matrimonio y protegió a sus dos hijos, otorgándoles títulos nobiliarios, pero Pepita acabó muriendo en 1900 sola y alejada del mundo, considerada por la mayoría de sus familiares como la pobre y tonta Pepita a la que burló un ‘cubano’.
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