Sin duda, existen historias de amor mundialmente famosas cuyas trágicas aventuras de sus protagonistas han quedado grabadas para siempre en el inconsciente colectivo de medio mundo…

Historias clásicas como la de Romeo y Julieta o la de Marco Antonio y Cleopatra, por citar solo dos de las parejas más conocidas, han sido consideradas tradicionalmente como los mayores ejemplos de amor trágico e incondicional de la cultura occidental.

Grandes Amantes de la Historia. Tristán e Isolda
 


Sin embargo, existen otras muchas otras historias de amor igualmente célebres, pero algo menos conocidas, que sin duda resultan tan emocionantes como los relatos más clásicos. A continuación presentamos algunas de estas interesantes historias de amor de todos los tiempos.


Cuál es el final de Tristán e Isolda

La historia de esta famosa pareja, basada en una antigua leyenda celta, fue enormemente popular durante la edad Media y fue recuperada en el siglo XIX por el genial Richard Wagner (ver video al final), que compuso una famosa ópera que contaba su historia, dándole una fama inmortal que la ha llevado a ser también adaptada al cine en diversas ocasiones.

Relacionada con las leyendas artúricas y con varias versiones que varían el desarrollo de los hechos, esta historia se centra en el personaje del bravo guerrero Tristán, sobrino del rey Marcus de Cornualles, por el que sentía un gran cariño y una especial devoción.

Pero el rey Marcus necesitaba un heredero, por lo que concertó su matrimonio con la joven Isolda, una joven irlandesa de gran belleza, enviando a Tristán a buscarla.

Obligada a entregar a su hija a un matrimonio sin amor, la madre de Isolda realizó un bebedizo mágico que, según las indicaciones que dio a una sirvienta, debían tomar su hija y Marcus el día de su boda para enamorarse perdidamente el uno del otro y ser felices.

Sin embargo, durante el viaje que llevaba a Isolda de camino a su nueva patria, Tristán y ella bebieron la misma poción, lo que hizo que se enamoraran sin remedio, aunque otras versiones indican que Tristán había llegado herido a la población donde vivía Isolda y que mientras su familia le daba asilo y le curaba, se habían enamorado. En cualquier caso, Tristán e Isolda llegan a la corte del rey Marcus completamente enamorados el uno del otro, sabiendo que su amor estaba condenado de antemano.

Isolda, cumpliendo con lo acordado, se desposó con el rey Marcus frente a los ojos de Tristán.

Sin embargo, pese a los remordimientos que ambos sentían por estar traicionando al rey Marcus, los amantes se encontraban casi todas las noches al abrigo del bosque para consumar su amor. Sin embargo, en una corte donde todos envidiaban a Tristán por la confianza que le dispensaba el rey y donde hasta las paredes oían, el extraño comportamiento de ambos jóvenes no podía pasar inadvertido durante demasiado tiempo. Los enemigos de Tristán le siguen una noche y descubren su aventura, diciéndole al monarca que su esposa y su sobrino le habían traicionado.

El rey Marcus, roto de dolor por la traición de su esposa y del sobrino que consideraba casi como un hijo, clamó venganza. Tristán huye de los territorios de su tío e Isolda, humillada públicamente, acaba encerrada en una colonia de leprosos.

Sin embargo, el rey sigue pensando que no han podido traicionarle así y exige a Isolda una prueba: la condena a la hoguera, diciendo que si declara que solo la han sostenido los brazos de su rey y es sincera, las llamas no la quemarán, mientras que si miente, morirá quemada. Su destino parecía sellado pero, el día de la prueba, Tristán se acercó a Isolda vestido de monje y la cogió en brazos.

Isolda, reconociéndole, declara públicamente que solo ha estado en los brazos del rey y de ese monje que la sostenía en aquel momento. Al ser cierto, las llamas no la quemaron y el rey restauró públicamente su confianza en ambos, castigando severamente a aquellos que le habían hablado de su aventura.

Sin embargo, Tristán, sabiendo que su amor estaba condenado y que acabaría provocando la muerte de ambos, decide marcharse para siempre. Se estableció en Bretaña, donde se casó con una princesa del lugar. Sin embargo, nunca olvidó a Isolda y seguía suspirando por ella, lo que despertó los celos de su nueva esposa.


Finalmente, un día, Tristán resultó herido y pidió que llamaran a su lado a Isolda, pensando que ella era la única que podía salvarle. Sin embargo, dado que la había abandonado, no estaba seguro de que quisiera acudir a su lado, por lo que dijo a sus enviados que pusieran en los barcos velas blancas si la traían consigo y velas negras si no lo hacían. Isolda, que aún amaba a Tristán pese al tiempo transcurrido, acudió rápidamente a su llamada.

Sin embargo, la esposa de Tristán, llena de rabia, deseaba vengarse de aquel marido que no la amaba y le dijo en su lecho de muerte que las velas de los navíos eran negras, por lo queIsolda no había acudido a su llamada. Roto de dolor, Tristán expiró, con el nombre de su amada Isolda en los labios.

Al llegar Isolda junto al lecho de Tristán y ver que ni siquiera le había dado tiempo a despedirse de él, murió también en su brazos inertes. Se dice que el rey Marcus mandó que los enterraran juntos y que, sobre la tumba de Tristán, creció una viña y, sobre la de Isolda, un rosal que llegaron a fundirse en un eterno abrazo, permaneciendo juntos para siempre.

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Rocio Martinez
Madrid, 1988. Licenciada por la Universidad Complutense de Madrid y graduada en el máster de estudios avanzandos de Historia Moderna "Monarquia de España Siglos XVI-XVIII, de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha trabajado como asesora de cine y autora de diversos estudios sobre la historia de los siglos XVI y XVII.

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