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Alan Turing. Biografia
Alan Turing (1912-1954), en 1935, cuando estudiaba lógica en el King´s College de Cambridge escribió un artículo titulado “On Computable Numbers”, “Sobre los números computables”.
Publicado en 1937 mostraba que se podía diseñar una máquina capaz de resolver problemas.
Esa máquina, hoy llamada “de Turing“, en síntesis, proponía la posibilidad de crear una máquina (un ordenador digital) cuyos resultados fuesen idénticos a los que pudiera ofrecer un ordenador analógico, o lo que es lo mismo: el cerebro humano.
Obviamente, una cosa era la teoría y otra la práctica. La muerte prematura de su amigo Christopher Morcom le llevó a reflexionar sobre la relación entre mente y materia. En 1934 Turing llegó, por su cuenta, al “teorema central del límite”. Al finalizar su doctorado establecía que, necesariamente, la intuición humana contemplaría etapas no computables.
Alan Turing procesado por homosexual
La vida de Turing dio un giro radical cuando fue procesado por homosexual, cuando la moral pública, judicializada, censuraba la libertad individual.
Los hechos sucedieron del siguiente modo. En el año 1952, el amante de Turing, de nombre Arnold Murray, al parecer escaso de medios, sin mayor escrúpulo, facilitó la entrada en la casa de Turing a un ladrón para robarle.
Al conocer el hecho denunció a la policía al infiel amante. Las investigaciones condujeron no solo a resarcir al estudioso sino a que fuera acusado de mantener relaciones homosexuales con un menor, imputándosele las acusaciones de “indecencia grave y perversión sexual”.
Turing, como haría Oscar Wilde en su tiempo, se defendió quizá creyendo en su inocencia. Sin embargo fue condenado. Eso sí, se le dieron dos opciones: ir a prisión o someterse a un tratamiento para reducir su libido, lo que suponía que durante un año fuese sometido a un tratamiento con estrógenos.
El tratamiento le produjo serias y negativas consecuencias: la principal, impotencia, además de otras como la aparición de pechos o un incremento desmesurado de peso. Y la peor consecuencia, el suicidio al que el oprobio le condujo, envenenándose en 1954 con cianuro.
Al parecer inyectó una manzana con dicho veneno, del que ingirió lo suficiente como para no terminarla de comer. Pero antes, Turing había conseguido los mayores méritos y honores cuando descifraba los códigos secretos del ejército nazi…
El Bletchley Park
Y es que Turing durante la Segunda Guerra Mundial fue uno de los cerebros que estaban detrás de los trabajos del conocido Bletchley Park (instalación militar inglesa en la que se realizaron los trabajos de descifrado de los códigos secretos nazis). Fue uno de los investigadores que pudieron descifrar los complejos mecanismos de la máquina Enigma que desde Alemania fabricaban las empresas Lorenz Electric y Siemens & Halske.
Hecho este lo suficientemente importante si tenemos en cuenta que las distintas decodificaciones servirían, de forma determinante, para cambiar el signo de la guerra y derrotar al Tercer Reich. Más tarde, sus investigaciones contribuirían al desarrollo de la que sería el primer ordenador digital, al que se llamó Colossus, Dicha computadora sirvió para descifrar los códigos Fish, los que generaba la máquina Lorenz Electric.
Un secreto bien guardado durante mucho tiempo…
El trabajo de Turing, en este sentido, fue guardado en secreto durante muchos años. Hasta llegados los años setenta no vio la luz pública, pero lo que es cierto es que para tan laboriosa tarea, el investigador creó otra máquina, a la que denominó Bombe.
Este artilugio, una máquina electromecánica, estaba basado en otro de fabricación polaca y su funcionamiento consistía en la utilización de deducciones lógicas que respondían a cada cada combinación posible que emitía la máquina Enigma. Todos estos trabajos no sirvieron de mucho a Turing, como hemos visto, porque se antepuso ante todo el cumplimiento de la Ley y la burla del destino, cuando además de ser engañado y robado por su “amante”, fue condenado.
En cuanto al camino que siguió la inteligencia artificial está casi todo dicho. Desde la escritura del histórico artículo de Turing, tuvieron que pasar casi treinta años para que se fabricaran los primeros ordenadores, pesados y lentos.
En los años 60 surgió la segunda generación de computadores que empleaban transistores en lugar de los tubos de vacío iniciales. A partir de entonces, cada década ha conocido una nueva generación de máquinas capaces de “pensar” mejor.
Utilizando la inteligencia artificial, llegan a emplear el llamado proceso en paralelo, ejecutando simultáneamente operaciones distintas: memoria, lógica, etc.
Algo similar a lo que hacemos nosotros, cuando el futuro de mañana ya lo hemos escrito hoy…