Un 26 de marzo de 1892 moría Walt Whitman. El hoy considerado poeta máximo de Norteamérica no tuvo igual reconocimiento en su tiempo.
Su obra, que fue consolidándose con el tiempo, no fue comprendida en un principio, le ocurrió lo que a otros tantos artistas: tardó en ser bien interpretado o tomado en serio.
En una de las múltiples versiones de “Hojas de Hierba”, la obra máxima de Walt Whitman, el escritor argentino Jorge Luis Borges cuenta que cualquiera que se acerque a la biografía de Whitman no encontrará al hombre que se esconde detrás de sus poemas. No era un “vagabundo semidivino”.
Lejos de todo eso, de no llevar una vida intrépida o especial en la apariencia, encontramos a un hombre valeroso al leer la exaltación de la naturaleza, los cantos a sí mismo y, por ende, a la libertad, a la sensualidad y a la necesidad de que todos los seres humanos comulguen en una dirección común, poemas que pretenden unir –o sugerir– que todos los seres que pueblan este extraño planeta estén en comunión.
Whitman, poeta del idealismo
Y, sobre todas las cosas, Whitman es el poeta del idealismo, de eso tan raro como la confianza en el valor de la naturaleza de la raza humana: el valor innato que todos los individuos poseemos o, al menos, que se nos presume.
Walt Whitman nació un 31 de mayo del año 1819, en el estado de Nueva York. Fue el segundo de nueve hermanos. De su padre, carpintero de profesión, pudo heredar la forma de construcción que las cosas (los poemas también) necesitan. De hecho, construyó la casa en la que la familia vivía cuando Walt Whitman nació.
De la madre, quizá la sensibilidad, pues siempre se reconoció muy próximo a ella. La familia se establece en Brooklyn, lugar en el que vive entre 1.835 y 1850, y donde asiste a la escuela pública, antes de trabajar en una imprenta como aprendiz.
De esos tiempos, Walt Whitman, recordará cómo le gustaba acudir a disfrutar de la entonces desértica playa de Coney Island, donde “después de bañarme, correr arriba y abajo por la dura arena declamaba durante horas enteras versos de Homero o de Shakespeare al oleaje y las gaviotas”.
Entre 1838 y 1839 fundó un periódico que llevó por nombre “Long-Islander”, aunque posteriormente se dedicaría al periodismo por cuenta ajena.
Los críticos señalan que ni sus artículos ni sus cuentos publicados mientras ejerce la profesión periodística destacaban por su originalidad. No obstante, los críticos (que no suelen ser creadores) nunca fueron por los mismos caminos que Whitman.
“Hojas de Hierba” es su obra magna. Obra que fue consolidando con añadidos durante toda su vida. De tal manera que tardó ocho ediciones en completarla: la primera de 1855 y la última, revisada desde el lecho de muerte, de 1892, cuando contaba con setenta y tres años de edad.
La primera edición es publicada por sí mismo, pues no encuentra editor que lo haga. La razón la encontramos en la novedad que la obra supone para su tiempo. Un periodo donde prevalecen las formas; mientras los primeros poemas de Whitman son poemas sin versos rimados. Y los versos libres, sin métrica, no están de moda.
Gracias a la carta que recibe del que sería siempre su maestro, el filósofo, ensayista y poeta R. W. Emerson, Whitman no se desanima, y aprovecha los halagos que recibe en las palabras del reputado pensador para incorporar dicha carta en la publicación de una segunda edición de su obra, que incluye una veintena de poemas añadidos.
Es en la tercera edición cuando aparecen los primeros versos que tratan un tema novedoso, por la forma y el tratamiento, y escabroso para la época: el sexo.
Emerson lo criticó y le propuso que se replanteara la publicación con todo tipo de argumentos, pero para el poeta era tarde y reconocería: “aunque no puedo replicar nada en absoluto, me siento más decidido que nunca a mantener mi teoría y a ponerla en práctica”.
Porque Walt Whitman tenía muy claro lo que quería hacer y la sexualidad, cuando expone el argumento de la vida y la existencia, es un elemento más del que no quiere prescindir.
Durante la guerra civil norteamericana, que se desarrolla entre 1861 y 1865, Whitman participó como enfermero o, como él mismo diría, como “curador de heridas”. Este suceso le hace componer nuevos poemas que incorpora a la quinta edición.
En esta fase ya está compuesto el cuerpo esencial de su obra,
la estructura, pues las siguientes ediciones aportan poco al terreno de la poesía, al menos hasta la séptima, fechada en 1881, donde se incluyen los poemas de la vejez, cuando percibe que el tiempo se le termina.
Para Walt Whitman los libros de su tiempo estaban alejados de la verdad que esconden las cosas, más simples que la complejidad que se pretendía en un mundo, el intelectual, cargado de extravagancias para minorías.
De ahí que afirmara que parecía que: “el artista debe vivir en el arte, en la poesía, solo, lejos de los negocios, de la política, de los hechos, de la vida vulgar… a la búsqueda de su alto ideal”.
Para Whitman las cosas son sencillas, por ese motivo, los versos que abren su “Hojas de Hierba“, de la partefundamental de su obra “Canto de Mi Mismo”, dicen lo siguiente:
Y todo cuanto es mío también es tuyo,
Porque no hay un átomo de mi cuerpo que no me pertenezca.
Indolente y ocioso convido a mi alma,
Me dejo estar y miro un tallo de hierba en verano”.
Las principales obras de Walt Whitman son:
Hojas de Hierba
El Astrónomo
Cantando a la Primavera
Canto a Mí Mismo
Poesía y Prosa
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